miércoles, 25 de diciembre de 2013

Navidades - José Luis Alvite

Navidades - José Luis Alvite

Nunca olvidaré mis primeras navidades aquí. No tenía dónde meterme que no hiciese más frío que en la calle, así que acepté ir con el jefe a casa de Larry el pianista, que acababa de romper con su tercera esposa y no era bueno que pasase a solas aquella noche. Larry vivía a las afueras del extrarradio, en una casa que tenía en el suelo la mitad de techo. Al perro de Larry le castañeaban los dientes con el frío. El pianista del 'Savoy' había cocinado un pavo de segunda mano que por lo visto había sido robado cinco veces en dos días. Compartimos aquella cena en casa de Larry los más allegados, entre ellos un tal Elmer Rugstone, un tipo on cuyo rostro podrías haber reivindicado la mitad de la II Guerra Mundial. Elmer era un tipo muy trabajado al que buscaban muchos para ajustarle cuentas. Aquella noche en casa del pianista, Elmer nos dijo que su gran sueño era prescindir de la espalda porque no se fiaba de ella. De él escribió Chester Newman en el 'Clarion' que "el tal Rugstone es diurético y él mismo meaba siempre antes de mirarse al espejo". Fue Elmer el encargado de trinchar el pavo. ¡Menudo era el pavo! Ernie lo encontró tan frío que sugirió que habría sido mejor rellenarlo con un par de bufandas. Larry aclaró que lo había comprado cocinado. Ernie le preguntó si había ido a comprarlo a la morgue. Estaba tan frío el maldito pavo, que hubo que comerlo con los guantes puestos. Pero así era la casa de Larry en aquellos tiempos. Con razón Ernie la recuerda como "aquel sito en el que incluso el fuego de la chimenea había que secarlo arrimándole la estufa en la que Larry mantenía frío el hielo". Durante la cena Ernie recordó sus navidades en La Costa. Fue en una de sus raras visitasa California. En Los Angeles cenó en casa de un productor de Hollywood que le quería comprar su historia para llevarla al cine. El productor era un tal Syd Lowell y en su casa el abeto de Navidad era una palmera con estorninos. Desde luego, nada que ver con el gélido ambiente de la casa de Larry el pianista. Aquellas tristes navidades de su tercer fracaso matrimonial aún las recuerdo como las más desangeladas de mi vida. ¡Joder!, en casa de Larry sólo estaba del tiempo el hielo.
Anoche en el 'Savoy' nos reunimos unos cuantos y cada cual recordó una Navidad que le pareció inolvidable. A Ernie le reconocimos su decanato en el club y abrió el turno: "El primer pavo de Navidad que vi en América lo trajo mi padre a casa en el 35 y lo cocinó mi madre. Después de asado, el bicho tenía la carne tan dura, que acordamos sortear el pico. Aquella noche me juré a mí mismo no esperar grandes cosas de la vida y darle gracias a Dios cada vez que me permitiese llevarme a la boca algo más blando que mis dientes". No fue menos inolvidable la Navidad del detective Fuller. "Tenía sólo 15 años pero la vida me había enseñado a calentar las manos meando en ellas, así que podría haber adoptado a un hijo veinte años mayor que yo. Mi padre había telefoneado dos años antes diciendo que llegaría tarde y yo hacía sus veces en la mesa. Éramos más pobres que nuestras ratas. Una vecina entró preguntando si habíamos visto a su perro. Mi madre, mis hermanos y yo pusimos instintivamente nuestras manos encima de los platos". En su oscuridad mental, a Sony 'Sweet' Sullivan le sobrevino como una trombosis el recuerdo de la Navidad del 68: "Un tipo me había pegado semejante paliza en el Madison, que recordaba su nombre y había olvidado el mío. Mi rostro salió dos días en los pasatiempos del 'Clarion'. Aquella noche en casa necesité dos testigos para que mi madre no me negase el abrazo. Un sobrino mío que sólo me conocía de verme pelear por televisión, se llevó una sorpresa porque jamás me había visto de pie. No probé bocado. Fue una aburrida Navidad la del 68. Me dolía tanto la mandíbula, que necesité morfina para bostezar". Lo de la corista Terry Shelton nos enmudeció a todos: "Mi padre me violaba sistemáticamente desde hacía ocho años y entonces yo tenía sólo doce. Estaba asqueada. Recuerdo haberme lavado el pubis con champú para perros. Un día que no había cenado nada, vomité la cena de mi padre. ¡Dios Santo!, no me lo vais a creer, pero en aquellas condiciones, me pareció un detalle que la Navidad del 79 mi padre me violase vestido de Santa Claus".