miércoles, 30 de octubre de 2019

Sin gafas - Juan José Millás

Sin gafas - Juan José Millás

¿Usted no se ha imaginado nunca en una sala del tanatorio, al otro lado del cristal, metido en una caja abierta, de madera, con el rostro muy serio y los ojitos cerrados? Ese día, que a todos nos llegará, uno es el protagonista absoluto de la reunión, al menos hasta que se presenta el cuñado gracioso y comienza a hacer chistes de muertos. Parece que lo estás oyendo. Te llegan incluso las risas amortiguadas de los sobrinos que han acudido a quedar bien con tu esposa. Ese hombre siempre quiso ser el centro de atención y hoy lo ha conseguido una vez más. Aunque el tanatopráctico se ha asegurado de que no se te levanten los párpados en medio de la fiesta funeraria, en el ojo derecho se ha abierto una rendija por la que puedes ver el cristal que te separa de los vivos y en este momento no hay nadie observándote. A lo mejor ha coincidido la hora del catering con la exhibición de tu cuñado y te han dejado más solo que la una.
El otro día fui a dar el pésame a la viuda de un amigo y vi que lo habían amortajado con gafas. Pero no eran las gafas que yo le conocía, sino otras de estética más antigua y, para decirlo todo, muy viejas. Me extrañó porque mi amigo presumía de las suyas, que había estrenado hacía poco. Puntualizaba que eran progresivas y que le habían costado un ojo de la cara. Yo le decía que perder un ojo a cambio de ver resultaba contradictorio y él me devolvía una sonrisa cansada. El caso es que era la primera vez que contemplaba a un muerto con gafas, de modo que le pregunté a uno de sus hijos si lo iban a incinerar con ellas.
-Lo dejó escrito entre sus últimas voluntades -respondió con un gesto que quería decir "rarezas de papá".
-Pero esas que lleva no son las suyas -señalé.
-Es que las suyas se las había hecho hace poco y le salieron muy caras. Mamá pensó que era como tirarlas a la basura, de modo que le hemos puesto unas viejas que encontramos por casa, creo que de mi abuelo.

O sea, que pensaban darle tierra con las gafas de su suegro. Me pareció fatal. Intuí que había en el fondo de esa decisión algo profundamente perverso. No dije nada, claro, pero volví a casa con mal cuerpo. Mi mujer me preguntó que qué tal y yo le dije que bien, pero que a mí me amortajaran sin gafas.

domingo, 27 de octubre de 2019

En lo de Franco, nos faltaron Berlanga y Forges - Manuel Campo Vidal

En lo de Franco, nos faltaron Berlanga y Forges - Manuel Campo Vidal

La sobriedad del acto de exhumación de los restos del dictador frustró el espectáculo, pero no evitó escenas de tensión
Aprovechando cierta tregua del conflicto en Cataluña, las televisiones se volcaron el pasado jueves en la exhumación y reinhumación del general Franco. Audiencias disparadas por la curiosidad. Pero había poco que ver por la calculada sobriedad del acto, que no tuvo incidentes, en contra de lo que se temía. Aún así, de estar todavía entre nosotros Luis Berlanga, magistral director de "La escopeta nacional", y Antonio Fraguas, "Forges", cuyos dibujos añoramos cada día, nos hubieran retratado el episodio como solo ellos sabían percibir.
No hubo funeral de Estado, ni espectáculo, pero sí tensión. Costó dos horas sacar la losa que cerraba la tumba. De haberse retransmitido en directo la operación, los tremendos martillazos y el ruido de las radiales hubieran estremecido al país. Por eso se requisaron teléfonos y se cubrió la operación con una carpa dentro de la basílica. Hubo gritos de "Viva Franco" en la explanada, pero de una veintena de familiares del dictador. No hubo bandera con el águila del viejo régimen sobre el ataúd, porque se obligó al nieto que la portaba a guardarla. No hubo gentes en las carreteras al paso de ninguna caravana, como cabía esperar, porque el traslado se hizo en helicóptero.
Fracasó el "show", pero, intentarse, se intentó. Una nieta de Franco se acercó a la ministra de Justicia y le espetó: "Que la maldición de desenterrar muertos caiga sobre vosotros". Los supersticiosos, desde entonces, sufren aún más con las encuestas. No faltaron forcejeos por negarse algunos familiares a entregar los teléfonos. En la capilla del cementerio de Mingorrubio, oficiaron la misa dos sacerdotes, el prior del Valle de los Caídos, falangista confeso, y el hijo del teniente coronel Tejero, que se presentó en el cementerio de improviso. Cara y cruz del golpismo, que viene a ser una lotería fatídica: Franco triunfó en su intentona, al precio dramático de una guerra civil fratricida, y gobernó cuatro décadas; Tejero fracasó y fue condenado a 30 años de cárcel. Por medio, un chino muy franquista, un legionario de uniforme pidiendo paso para honrar al comandante de la Primera Bandera de la Legión, cuatro gritos y cuatrocientos personajes que parecían sacados de una España que ya no existe. Como los propios descendientes del dictador, beneficiarios de una fortuna que el hispanista Paul Preston, en un libro que ahora se publica, estima en mil millones de euros en el momento de su muerte. Y nadie en democracia se lo ha discutido, más allá del uso público del Pazo de Meirás que se resisten a autorizar.
Consta que hubo familias que celebraron el día como una fiesta, pero también tacañería en un sector de la izquierda para reconocer que el presidente, Pedro Sánchez, se empeñó en acabar, y acabó, con el símbolo de una injusticia: el hombre que empezó la guerra civil con un golpe de estado permanecía enterrado entre varios miles de las víctimas que causó, de un bando y otro. Pablo Iglesias pidió retrasar la exhumación por la proximidad de elecciones. Tacañería y, en otros casos, ignorancia. "Fue un funeral de Estado porque estaba una ministra", clamaba Dante Fachin, expodemita y ahora independentista hiperventilado. El ministro de Justicia, como notario mayor del Reino, dio fe y levantó acta del entierro del dictador en 1975 y la ministra y notaria actual -por cierto, una mujer, cuando ninguna ostentó cargo similar en los gobiernos de Franco- levantó acta de esta rectificación de la historia 44 años después. Sin más.

Pero con detalles que en la imaginaria película de Berlanga hubieran desternillado, como la empresa de lápidas, con su furgoneta rotulada como "Hermanos Verdugo". Por lo visto no encontraron otro proveedor. Una señora protestando excitada a los agentes porque no la dejaban "entrar a rezar" en la basílica. Ultraderechistas llamando al Gobierno "profanadores de tumbas". Pintadas en algunas iglesias contra el cardenal por no haber impedido la exhumación: "Osoro Judas". Si Forges hubiera vivido hasta hoy, se sale.

miércoles, 23 de octubre de 2019

Por donde quepa - Alberto Estella

Por donde quepa - Alberto Estella

Oriol Junqueras, principal responsable del procés catalán, 13 años de condena por rebelión (perdón, sedición), preguntado ayer si lo pediría, dijo en plan chulo: “Que se metan el indulto por donde les quepa”. De paso, este cateto regordío, tuerto del derecho (el izquierdo es para su Esquerra), profesorcillo de historia, y con más orgullo que don Rodrigo en la horca, se comparó nada menos que con Gandhi y Mandela, que no se rindieron al Imperio Británico ni al apartheid de Suráfrica. Olé sus collons.
Cuando lo leí, me pregunté, ¿pero este tío se ha vuelto loco? Hice memoria. ¿A quién le había oído algo semejante, el desprecio del perdón, la altanería de quien se considera inocente, sin serlo? Fue al bellotakari, el extremeño montaraz Rodríguez Ibarra, cuando su gobierno socialista se negó a indultar a Vera, secretario de Estado para la Seguridad que —con toda seguridad—, se apropió de los fondos llamados “de reptiles”, esos que algunos gobiernos destinan a comprar voluntades, medios y periodistas.
Pero Junqueras va de farol, como el que alumbra cada miércoles mis opiniones. Su indulto aseguran que está pactado entre los principales compadres de la defenestración de Rajoy y todo lo demás, es decir Sánchez y el propio Junqueras. Pero como está en cárcel catalana, y la competencia de las prisiones está transferida, Oriol se pasa el posible indulto “por el forro”, porque su régimen abierto —llámese como se quiera—, comenzará al día siguiente de las elecciones. Vamos, que el 11 de noviembre el ojituerto a casita, y a seguir delinquiendo. Porque como separatista terco y contumaz, aspira a ser un ejemplar malhechor reincidente.

La incógnita es ese sitio “por donde le quepa” al Gobierno la petición de indulto. Si preguntáramos, el 99% de los batuecos señalaría el mismo lugar, es decir, el final del tubo digestivo, que comienza en la boca y acaba en un esfínter (los mejicanos le dicen expresivamente “donde se arremolina el cuero”). Aunque puestos a meter papeles “donde quepan”, tampoco es mal sitio la boquita del boquirroto Oriol, para introducirle —y que se trague a fuerza pan—, una orden urgente de traslado a Topas, y la recuperación por el Estado de las competencias en materia de prisiones. ¡No tienen c...!

lunes, 21 de octubre de 2019

Franco al rescate - Ignacio Camacho

Franco al rescate - Ignacio Camacho

Sánchez necesita sacar el incendio catalán del primer plano de los telediarios. Es hora de recurrir al comodín de Franco
Es hora de activar el comodín de Franco. Los disturbios de Barcelona han dejado al Gobierno tocado porque Sánchez ha preferido cuidar el día después de las elecciones, es decir, la posibilidad de contar con ERC en la aritmética de los pactos, y su campaña se ha bloqueado: no podía ir por ahí de mitin en mitin sin dar la sensación de abandonar el puesto de mando. El PP está haciendo cuentas de la lechera con los sondeos, que le permiten soñar -los sueños son gratis- con un vuelco inesperado. Lo más probable es que no sea para tanto pero los estrategas de La Moncloa necesitan hacer algo para recuperar la iniciativa del célebre «relato». La exhumación está a punto: los recursos de la familia, desestimados; la maquinaria de desenterramiento, en el Valle; la Guardia Civil, desplegada en el cementerio de El Pardo. Para lograr que el presidente deje de parecer agazapado, a la defensiva ante la crecida impune de los vándalos, ha llegado el momento de sacar a los pirómanos del primer plano de los telediarios.
El traslado de la momia no dará muchos votos directos pero permitirá al candidato escapar, siquiera provisionalmente, de un conflicto que se le está pudriendo. Humo de opinión pública sobre la humareda real de las hogueras de los violentos. Además ofrece a Vox la oportunidad de desplegarse sin rodeos, con su discurso expeditivo, efectista y enérgico, frente a la incomodidad de una derecha moderada que no termina de encontrar argumentos para oponerse y tampoco puede guardar silencio sin que una parte de su electorado le reproche un cierto complejo de encogimiento. Cada sufragio conservador que se escora hacia Abascal es un pequeño peldaño que Casado retrocede en su intento de escalar al primer puesto, y tal vez un diputado que el bloque liberal pierde en el apretado reparto provincial de restos. Por el flanco contrario, la maniobra reactiva al PSOE por su decaído flanco izquierdo y estimula la simpatía de los votantes de Podemos. Sánchez tiene en la mano un eficaz win-win, una apuesta ganadora exenta de riesgos, y la seguridad de acaparar la atención de los medios, dentro y fuera de España, armando ruido con un debate tétrico. Mucha ventaja a bajo precio para un dirigente con verdadera adicción a la política de gestos.


Porque más que el cumplimiento in extremis de una promesa, la lúgubre «operación Cuelgamuros» tiene a estas alturas un carácter de artimaña de autorrescate para un Gobierno en franca alarma por el estancamiento de sus expectativas electorales. La campaña, que presumía un paseo, se le ha abrasado en el fuego prendido por los insurrectos catalanes y va a echar mano -literalmente- de Franco para tomar aire. Ya es significativo que tras año y medio en el poder y unas elecciones ganadas sin resultados palpables, su oferta más relevante consista en remover de su tumba a un cadáver.

jueves, 10 de octubre de 2019

Así funciona la cosa - Luis Ventoso

Así funciona la cosa - Luis Ventoso

¿El PSOE compra votos? Bueno, pelillos a la mar...
Una fábula política. Estamos en 2016, a 40 días de unas elecciones generales, con el viejo Mariano en La Moncloa. Un periódico de los más relevantes del país destapa que en un Ayuntamiento de 2.700 habitantes, dirigido por el PP, el Gobierno municipal compraba votos a través de empleos y contratos en organismos controlados por los populares. Las pruebas del periódico son concluyentes y asombrosamente burdas en su descaro: páginas manuscritas del teniente de alcalde popular con listados de vecinos y descripciones de cómo comprar su voto y mediante qué enchufes. Todo el chanchullo ha quedado al descubierto porque al perder el Ayuntamiento en las últimas municipales, a la alcaldesa popular le entró el pánico y comenzó a deshacerse de pruebas mediante una máquina trituradora de papel, que acabó fundiendo de tanto usarla. Entonces la regidora esconde legajos que no ha logrado destruir en el cementerio y en un armario, lugar donde los encuentra el nuevo equipo municipal del PSOE, que nada más llegar al poder había cambiado las cerraduras del Ayuntamiento para que los ediles del PP no pudiesen seguir con su tarea de destrucción de las evidencias de su red de amaño electoral.
La información destapa un modus operandi, que llevaba años funcionando y probablemente se extendía por toda la región. La mañana en que se publica el asunto, Rajoy acude a hacer un bolo preelectoral al programa de Ana Rosa. La periodista cumple con su deber y le pregunta por el escándalo del esquema de compra de votos en un ayuntamiento popular. Rajoy, más bien irritado, lo despacha así: «Me extraña mucho. Pero les puedo garantizar que el Partido Popular es un partido con firmes principios democráticos, entre los que está y siempre estará la honestidad y la ejemplaridad en la gestión de fondos públicos». Y pelillos a la mar. Aquí no pasa nada.
¿Cómo continuaría la historia? Las televisiones oficialistas dedicarían maratones en directo al escandalazo de la compra de votos del PP. La prensa progresista más sesuda editorializaría sobre tan grave deterioro de nuestra democracia y exigiría responsabilidades al máximo nivel. Podemos y Rufianes arderían en furia justiciera. Sánchez lanzaría una moción de censura, porque no podemos seguir respirando la inmundicia corrupta de un país donde el partido del Gobierno mantiene redes de compra de votos.
Pero lo hizo el PSOE en Andalucía y el que se escaqueó en Ana Rosa fue Sánchez. Así que no pasará nada (salvo que los votantes despierten el 10-N). Si el presidente del Gobierno copia el 20% de su tesis doctoral lo dejamos correr: es del PSOE, seamos comprensivos. Si el presidente del Senado es un plagiario en serie, da igual: es del PSOE. Si anteayer entraron en la cárcel varios exaltos cargos asturianos para cumplir penas de ocho años por corrupción rampante, ni se cuenta, son del PSOE. Si la alcaldesa socialista de Móstoles está a punto de batir el récord Guinness de los enchufes y la pillan, problema de ella, nunca del honrado PSOE.

El PP hizo sus golfadas, cierto. Pero en España la exigencia moral no es la misma con la derecha que con la izquierda, que goza de bula.

martes, 1 de octubre de 2019

Al PSOE le gusta la noche - M.Vicente

Al PSOE le gusta la noche - M.Vicente

Descponozco la razón por la que al PSOE le gusta tanto la noche para ejecutar sus ajustes con la historia. La madrugada del 19 de enero de 2006, unos pobres funcionarios abrigados hasta las orejas, sacaban los primeros papeles del Archivo General de la Guerra Civil con sede en Salamanca para entregarlos, días después, a la Generalitat catalana. Eran más de quinientas cajas con las que el entonces presidente del Gobierno, el socialista José Luis Rodríguez Zapatero, pretendía firmar la “paz” con los nacionalistas a los que necesitaba para seguir gobernando desde La Moncloa. Muchos de los papeles ni eran de Cataluña ni de las instituciones públicas.
Sánchez está tratando de reescribir otra parte de la historia de España con la que el socialismo actual está obsesionado. En el tiempo que lleva, un año y casi cuatro meses, el actual presidente gobierna con los presupuestos del denostado ministro Montoro, pero ha desenterrado a Franco ya unas cuantas veces. Cada vez que tenía que engrasar la maquinaria de la propaganda, el generalísimo resucitaba en los consejos de ministros. Sánchez necesita soliviantar a los votantes de la extrema derecha y reescribir un fragmento histórico que está superado, o al menos es lo que se pretendió en la Transición de la dictadura a la democracia. El esfuerzo por superar las heridas del pasado lo hicieron los políticos de entonces, fundamentalmente los más opuestos ideológicamente. Sánchez ni estaba ni se le esperaba. No tuvo protagonismo y ahora está empeñado en tenerlo. Por ello tiene la intención de desenterrar a Franco en la madrugada del 6 al 7 de este mes. Otra vez con nocturnidad, como suelen hacer las cosas los que no tienen el suficiente valor para actuar a la luz del día. A la mayoría de los españoles dónde esté enterrado el dictador no nos quita el sueño. Me atrevería a decir que nos da lo mismo con tal de que quienes tienen la responsabilidad dejen de enfrentarnos. Por mí, se pueden ahorrar esa propaganda electoralista nauseabunda y la despiadada manipulación.
A Felipe González, presidente socialista durante catorce años, no se le ocurrió reabrir viejas heridas ni hablar más de la cuenta del dictador. Los que de verdad sufrieron las secuelas de la Guerra Civil y de la posterior dictadura franquista siempre han querido superar esa etapa negra. No recordarla y mucho menos revivir episodios tan dolorosos para muchas familias cuando por fin se había conseguido devolver la Democracia a España. Pero tanto Zapatero como Sánchez han querido hacer un revisionismo de los pilares de la Transición y apoderarse de la paternidad de una democracia en la que poco tuvieron que ver y muy probablemente si hubieran gobernado treinta años atrás, hoy estaríamos todavía hablando de los dos bandos.
A mí me pasa como a Antonio Banderas, que tengo la impresión de que en los años ochenta Franco llevaba más tiempo muerto que ahora. Este Gobierno no ha hecho otra cosa desde que llegó a La Moncloa, gracias a la moción de censura contra Rajoy y al apoyo de la extrema izquierda y los independentistas, que remover a Franco de la tumba y alentar el voto de la extrema derecha.

P.D. Por si algún socialista de los actuales tiene la tentación de colgarme el cartel de “facha” o fascista, o por si tuviera alguna duda sobre la vinculación familiar con el régimen, quiero aclarar que mi familia sufrió las desdichas de la Guerra, hubo muertos que nunca supimos en qué cunetas están enterrados y familiares en el exilio por su vinculación con la República y con el socialismo. Sufrimos en primera persona las desgraciadas consecuencias de una guerra incivil y de la dictadura, pero agradezco que no me inculcaran el infructuoso revanchismo y que pasaran página para mirar al futuro sin odio ni rencor. Mi tío Antonio Regalado García, hijo de un exiliado republicano y socialista que no pudo o no quiso regresar a España mientras vivió el dictador, fue educado en el perdón y le inculcaron tanto el amor a España, que está enterrado en Tabera de Abajo.