martes, 30 de septiembre de 2014

Referéndum interruptus - Ánxel Vence

Referéndum interruptus - Ánxel Vence

Sin más que pulsar el interruptor del Tribunal Constitucional, Mariano Rajoy va a dejar en suspenso la votación convocada por su colega Artur Mas para saber si los vecinos de Cataluña quieren o no la independencia. A la palabra latina referéndum le conviene en este caso el adjetivo "interruptus" que generalmente se aplica al coito cuando media la imposibilidad traumática de alcanzar el orgasmo.
Tal es el inconveniente de fijarse unas expectativas que, a fuerza de desmesuradas, encuentran un difícil encaje con la realidad. Los varones a la antigua, por ejemplo, solían imaginar un ideal de esposa que se desenvolvería con maneras de señora en el salón, con artes de cocinera en la cocina y con maestría de prostituta en la cama. Infelizmente, luego podía ocurrir que la elegida se comportase como una prostituta en el salón, como una señora en la cocina y como una cocinera en la cama, con la subsiguiente decepción para el marido.
Ese mismo riesgo de frustración lo corren aquellos que, entre el cero y el infinito, se marcan como ideal la consecución de la independencia, que viene a ser la más alta cumbre a la que puede escalar un país. El fastidioso interruptus acecha siempre en tales situaciones, como acaso compruebe en los próximos días el voluntarioso presidente de la Generalitat.
El problema está en crear un deseo de complicada satisfacción tal que, por ejemplo, el de la independencia. A eso se ha dedicado en los últimos años Artur Mas con no poco éxito, todo hay que decirlo. Del 33 por ciento de encuestados que hace apenas unos años se declaraban a favor de un Estado soberano en Cataluña, se ha pasado a más de un 54 por ciento en los últimos sondeos sobre tan delicada cuestión.
Debaten los sabios de Barcelona y Madrid -tan parecidos a los de Bizancio- sobre las causas de ese llamativo crecimiento de vocaciones independentistas en el viejo Condado, aunque es dudoso que lleguen a acuerdo alguno. Unos atribuyen la culpa (o el mérito) al Gobierno central, por su negativa a considerar siquiera la posibilidad de un diálogo que ofreciese alternativas a las demandas de los políticos catalanes. Los otros sugieren, en cambio, que el globo de la soberanía ha sido artificialmente hinchado por la propia Generalitat gracias a los abundantes medios escolares e informativos de los que dispone para hacerlo.
Los deseos pueden crearse, desde luego. Lo saben bien los publicistas que buscan el "target" del consumidor para convencerlo de la necesidad de comprar un coche, una lavadora, una marca de galletas o -ya puestos- un candidato a las elecciones. El maestro de la propaganda Joseph Goebbels, por ejemplo, logró persuadir a un pueblo tan culto como el alemán de su superioridad frente al de otras naciones, sin más que repetírselo una y otra vez en los medios.
Es natural. Los pueblos, al igual que los individuos, aceptan de buen grado las adulaciones a su vanidad y las prédicas de quienes les aseguran que son víctimas de la codicia y/o la envidia del vecino.
Lo malo de avivar estas querellas más o menos ilusorias es la posibilidad de que el proceso abierto desemboque en la frustración de un interruptus como el que está a punto de producirse en Cataluña, con el resultado -más bien ingrato- de que todos, acá y allá, salgamos perdiendo. El esfuerzo inútil conduce a la melancolía, aunque nadie recuerde ya los consejos de Ortega y Gasset.

lunes, 29 de septiembre de 2014

De exorcismos, cerveza, fútbol y otros vicios - Javier Cid

De exorcismos, cerveza, fútbol y otros vicios - Javier Cid

Como Pitita Ridruejo cada vez que alterna con la Virgen en los carrascales de España, yo mismo he tenido esta semana mi propia experiencia místico-esotérica: he comido una salchicha extra large, aderezada a la usanza bábara con sus pimientas y sus mostazas, en el restaurante de Múnich donde el monstruo Adolf Hitler orquestó el Putsch de la Cervecería. En otras palabras: me he embutido una bratwurst como un brazo de gitano sobre uno de los barriles donde se fraguó la Solución Final.
Ni un mísero canapé me he llevado a la boca desde que alterno en la crónica social
Me tiemblan aún las carrilleras no ya por lo suculento del embutido, que también, sino por soportar el peso mórbido de tanta Historia sobre el espinazo; tal fue mi sinergia con los fantasmas de la Vieja Europa, yo que siempre he estado en el bordillo de la esquizofrenia, que hasta me pareció ver al Führer atusándose el bigote fascista, primero, y echándome un bramido después, en el justo instante en que un churrete de ketchup se me precipitaba sobre la pechera.
Lo de Hitler no es nuevo, pues los cambios de estación siempre me perturbaron el juicio. Similar alucinamiento sufrí hace algunos inviernos en los remilgados salones del Hotel Palace, cuando tomaba un té inglés con Teófila Martínez, mandamasa de Cádiz city. No sé si en un milagro o en un delirio, la buena mujer se me transfiguró en Ava Gardner en mitad del trasiego de porcelanas y huevos benedictine, o acaso lo soñé, y hasta se le tiñeron los ojos de color esmeralda, como el verde que te quiero verde de Federico. Sólo después supe por boca del maître que estábamos sentados en la mesa misma en la que la que Ava, de puro golfa, le dio pasaporte a Luis Miguel Dominguín. Yen otra de mis crisis de litio, allá por Cannes una copiosa mañana de abril, me creí Brigitte Bardot al bajar las escaleras de La Croisette, y me pasé los días siguientes empapado en fiebres y musitando soflamas ecologistas con acento francés.
Vengo más teutón que nunca tras un viaje relámpago a la Oktoberfest de Múnich
En mi casa ya sospecharon de mis artes brujas desde que al nacer me faltase una costilla. Yde todas mis destrezas, que son tantas como infinitas, la de mimetizarme con el entorno es la que más me luce en estas alegres páginas de domingo. Tanto es así, que hoy me siento más teutón que nunca tras un viaje relámpago a la Oktoberfest de Múnich, una bacanal de cerveza y chucrut que me ha dejado la riñonada como un camión cisterna.
Como vengo siendo un desarrapado, ni un miserable canapé me he llevado a la andorga desde que alterno en los albañales de la crónica social. Yo que me imaginé envuelto en tafetanes y departiendo con Isabel Preysler sobre la revolución bolivariana -incluso me soñé rebañándole los Ferrero Rocher en alguno de los 13 inodoros de Porcelanosa que alicatan Villa Meona-, he tenido que conformarme con seguir las andanzas de la jet en el puñetero ¡Hola! Por eso no pude declinar la invitación de Paulaner, santo grial de la industria cervecera alemana, y me he dejado caer como una hermosa valquiria por las carpas prodigiosas que estos días también frecuentan Ernesto de Hannover, Alberto de Mónaco, Guardiola o Xabi Alonso.
Por esas mismas carpas transitan estos días Ernesto de Hannover o Guardiola
Gran país Alemania, vive Dios, con esos monjes paulinos que en el siglo XVII comenzaron a fabricar su propia cerveza para soportar los envites del ayuno mientras aquí nos dábamos al canto gregoriano. Así calzan los bábaros ese porte rubicundo y esas nervaduras de columnata jónica y esos escotes como balconadas de la Estafeta; no como nosotros, que nos quedamos en los garbanzos y el morcillo y ahí tenemos a Fernando Esteso.

Si seré sensible a los rigores de la cerveza que incluso me noto más talludo y más rojizo, yo que soy de natural chaparro, y he regresado de Baviera con la líbido de un regimiento de infantería. Hasta sus trajes regionales me embelesan, y cautivado estoy con esas pantorrillas teutonas al viento, esas enaguas con ribete y esos sombreros de terciopelo de Miesbach con plumas tirolesas. Por instinto, pienso en nuestro folclore de bandurria y gaita sanabresa, y se me abren las carnes al evocar a Esperanza Aguirre revestida de chulapa, aSusanaDíaz de cofrade o flamencona y a Rita Barberá de exuberante fallera. Y así nos luce el PIB...

La "singularidad catalana" se llama Jordi Pujol - Federico Jiménez Losantos

La "singularidad catalana" se llama Jordi Pujol - Federico Jiménez Losantos

El que desde hace unos meses actúa como líder del PSOE y el que dentro de unos días actuará como Ministro de Justicia han coincidido esta semana en la necesidad imperiosa de reformar la Constitución Española para "reconocer la singularidad catalana". Ni el flamante Sánchez ni el nebuloso Catalá han explicado en qué consistiría esa reforma, tal vez porque las constituciones son para defender singularidades individuales, no tribales o regionales; tal vez porque la nación española, formada por los cuarenta y siete millones de singulares individuos que en ella viven, es el único y singular sujeto de soberanía que define la legalidad del Estado.
El largo y brumoso artículo de Sánchez, tan intelectualmente débil que necesitó al día siguiente el apoyo de un editorial de El País, casi tan malo como el artículo, no nos aclaró en qué consiste esa "singularidad" catalana cuyo reconocimiento nos obliga a cambiar la Constitución, seguramente porque para Sánchez es algo previo y mucho más importante que el régimen constitucional de 1978. Tampoco explicó Sánchez por qué la catalana es más importante que la singularidad murciana, madrileña, vasca o navarra, aunque barrunto que a estas dos singularidades últimas el PSOE de Sánchez, como el de González, está dispuesto a concederles los mismos privilegios constitucionicidas. Más grave es el caso de Catalá, que pide reconocer la singularidad catalana porque, en unas clases que fue a dar a ESADE, conoció nada menos que al sentimiento catalán, amén de ricas peculiaridades culturales que convierten la Constitución en una antigualla deplorable y, como mínimo, reformable.
Temo que Sánchez y Catalá sean dos catetos con título universitario, la forma más grave de ignorancia humana y que, sin saberlo, ilustren la fábula célebre:
"Admiróse un portugués
al ver que, en su tierna infancia,
todos los niños de Francia
supieran hablar francés(…)".
Y lo temo porque es habitual que cuando llega un tipo a Barcelona y ve que los que mandan hablan normalmente catalán, queda admiradísimo y, tras la iluminación, hace suyos los tópicos de la propaganda nacionalista, que se resumen en uno: somos diferentes, todos tienen que reconocer lo diferentes que somos, no se puede discutir que somos diferentísimos y que a nadie se le ocurra tratarnos como si no lo fuéramos. ¡Ojito con nosotros, que nos diferenciamos más! Y el cateto universitario de Madrit se asusta.
Naturalmente, cuando alguien reivindica su singularidad es porque quiere exhibir o proclamar su superioridad. Nadie presume de ser distinto y peor que el resto. De ahí que todas las exhibiciones de lo muy diferentes que son los catalanes con respecto al resto de los españoles hayan ido siempre acompañadas de exigencias de antiguos o de nuevos privilegios. Igual que cuando dicen "queremos votar" quieren decir "queremos romper España", cuando piden que se reconozca su singularidad quieren que para ellos no rija la misma ley que para el resto de España. Ellos harán con la legalidad española lo que en cada momento les convenga: aprovecharla o incumplirla. Y chitón: para eso tienen derecho sagrado a la "singularidad".
Pero ya es cierta esa singularidad catalana. Este viernes, pocas horas antes de que Artur Mas rubricara oficialmente el comienzo del golpe contra el Estado Español del que forma parte, el Parlamento de Cataluña demostró que su "singularidad" no sólo existe como "sentimiento" o reivindicación sino que se encarna en una persona con nombre y apellidos, en un caudillo que por más de tres décadas ha convertido Cataluña en una dictadura que se dice democracia, en una legalidad instalada en la ilegalidad, a una política indiferenciable del delito y en una delincuencia inseparable de la política.
La gran mayoría de ese Parlamento catalán –con la excepción del PP pero con la única oposición implacable, creíble y legítima de Ciudadanos- se ha arrodillado ante Jordi Pujol Soley, un evasor fiscal que ha confesado que roba desde hace más de treinta años, un delincuente sin parangón en la clase política europea, un hombre cuyo paso por la Generalidad ha sido un paseo por el Código Penal, el Civil y el Mercantil, un personaje, en fin, que daba lecciones de ética mientras su familia hacía una fortuna de miles de millones de euros con una industria de una sola patente: la patente de corso para cobrar una mordida, coima, trinque o comisión a todo el que quería hacer un negocio, legal o ilegal, en Cataluña.

Jordi Pujol es la auténtica singularidad de Cataluña. Porque sólo a un ser singularísimo, a un caudillo indiscutido se le deja no sólo mentir a todo un Parlamento sino abroncar a los pocos que le critican... y salir a hombros. Pero esa singularidad ha sido reconocida siempre en Madrid, desde donde La Piovra Laiettana extendía sus tentáculos y colocaba sus ventosas: en las Cortes, en el Consejo del Poder Judicial, en la Zarzuela, en la Moncloa, en el IBEX 35, en el Imperio de PRISA, en la Iglesia, en los medios de comunicación… en fin, en cuantos poderes legales o fácticos pudieran hacerle sombra. Unos días antes de su obscena exhibición en el Parlamento de Cataluña, uno de sus hijos, pillado en monumental trinque, salió tranquilamente del juzgado madrileño, sin medidas cautelares, hacia su Ferrari, su mansión y su próxima comisión. Pero ese escandaloso trato de favor a los Pujol es tradición del Gobierno de España, de los jueces de España, de la misma Constitución Española, cuya vulneración se permite desde que Pujol llegó al Poder en 1980. ¿Para qué, pues, quieren cambiarla el flamante Sánchez y el nebuloso Catalá? ¿Les parece todavía poco reconocimiento a tan rica, riquísima singularidad? ¿Es que Cataluña no se ha envilecido lo suficiente? ¿Es que España no se ha humillado lo bastante?

El «lío»de Rajoy - Federico Jiménez Losantos

El «lío»de Rajoy - Federico Jiménez Losantos

POCO ANTES de que el representante del Estado español en Cataluña, un tal Mas, consumara su rebelión contra el Estado, el presidente del Gobierno, mientras subía esa cuesta que los chinos pusieron en la Gran Muralla para vengarse de los turistas (no cabe otra explicación para tan descarado atropello a la civilización horizontal), dijo una cosa que, tal vez por la distancia, no llegó a los oídos de Mas. De haberla oído, el susodicho hubiera abandonado a toda prisa sus planes sediciosos, no hubiera firmado el plebiscito golpista ni hubiera anunciado que, afanando los medios del Estado español, colocará dos mil trescientas urnas para votar ilegalmente la destrucción de España. De haber oído lo que no escuchó, tal vez hubiera detenido a Jordi Pujol el pasado viernes, cuando en el Parlamento presumió de sus delitos, insultó a los diputados y salió escoltado y aplaudido por De Gispert, Junqueras y el propio Mas como Don Vito entre los Corleone. Porque lo que Rajoy dijo a Mas en las afueras de Pekín fue tremendo: que al promover un plebiscito golpista contra España «se ha metido en un lío».

En un «lío», sí señor. Y el «lío», de creer al estadista pequinés, lo tiene Mas, no Rajoy, ni el Gobierno, ni España, ni la UE ante la demolición del más antiguo de los estados nacionales europeos. Y como le ha salido tan caro llegar a este punto de su plan separatista, Mas está muerto de miedo, o sea, de lío. Desde hace tres años ha usado todos los recursos del Estado español en Cataluña para promover la destrucción de ese Estado; y el Gobierno del PP, encargado de hacer cumplir la legalidad, no le ha hecho absolutamente nada. Ni suspenderle en el cargo por incumplir las sentencias judiciales, ni mandarle una citación de Hacienda o una docena de feroces agentes de movilidad madrileños: nada. Bueno, sí: Montoro le ha dado más de treinta mil millones de euros para remediar la ruina -debe sesenta mil millones - de la Generalidad. El «lío» financiero se lo tapa Rajoy; el «lío» golpista se lo perdona Rajoy; el «lío» institucional lo oculta Rajoy; y desde hace semanas el Gobierno del PP repite que «está seguro de que Mas cumplirá la Ley». Sucede justo al revés: Mas encabeza abiertamente un golpe de Estado. Y a eso le llama Rajoy «meterse en un lío». Ni España, ni Rajoy: el «lío» lo tiene Mas. ¡Menos mal!

jueves, 25 de septiembre de 2014

Carmona: "Hay un tapado” - Raúl del Pozo

Carmona: "Hay un tapado” - Raúl del Pozo

Carmona, de la quinta del plató, motero, colchonero y profesor, quiere ser alcalde del Foro. Los de Madrid pueden nacer en cualquier parte -se es madrileño desde que se pisan las calles de la gloria-, pero él vino al mundo con el puño cerrado en la calle de la Madera del barrio de Malasaña. Jugaba al fútbol en la plaza del Dos de Mayo.
Vio de niño las buhardas, tabernones, julandrones y reinonas del barrio-burladero de la Movida, cuando el cachondeo éramos nosotros y la Cibeles se sacó una teta ante el gentío, antes que Susana delante de Tierno. Piensa que Madrid es un sentimiento y que hay que resucitar la marcha, la cultura y la priva, después limpiar la ciudad.
Lo primero que pensó es que si llegaba a baranda, cambiaría el nombre de la plaza de Margaret Thatcher por el de Blas de Lezo que, según Carmona, andaba con los pies abiertos porque le pesaban demasiado los huevos.
Le digo que la llame Pulga o Fornarina para no asustar -acaba de saludarle un caballero diciendo: «Soy de derechas, pero le voy a votar a usted»-. Él insiste en que la plaza se llamará de Patapalo, que así nombraban al manco y tuerto, vencedor de los piratas del almirantazgo británico.
Está ya en celo electoral y, mientras como alubias rojas en De la Riva, contesta a la gente. Dice que en Madrid habrá librerías abiertas toda la noche, como en Buenos Aires. Olvida que Madrid es también una ciudad de golfos, bravía, con 300 tabernas y ninguna librería. A ver si va a salir Esperanza diciendo que quiere cerrar las tascas. «Sospecho que no van a presentar a Esperanza. Hay un tapado. O Margallo o Pío, o una cara nueva. Rajoy es como el gas sarín, mata despacio y silenciosamente. A Esperanza le puede ocurrir lo que a Gallardón», contesta.
«Dice usted que si es alcalde nos vamos a divertir -comenta un andoba-. Prometen mucho, luego firman la ley de desahucios con la derecha». «En Madrid -contesta- hay 400.000 pisos vacíos propiedad de los bancos. Les propondré que den una cantidad de pisos como bolsa de vivienda social o habrá subidón del IBI del 50% para los pisos vacíos».

Gusta su cara y en las municipales se eligen caras. Se sabe las alineaciones del Atlético, pero aspira a Cibeles, no a Neptuno. Piensa que la Alcaldía de Gallardón fue una ruina inolvidable. Le digo que gracias a esa ruina aquella corte castiza del batallón de modistillas y el tílburi se convirtió en una de las ciudades más modernas de Europa. Carmona insiste en que la derecha de Madrid ya es chatarra.

miércoles, 24 de septiembre de 2014

De Apple Pay a Apple iBank - Vicente Lozano

De Apple Pay a Apple iBank - Vicente Lozano

APPLE HA vendido 10 millones de iPhone 6 en el primer fin de semana de su nuevo dispositivo, presentado el pasado 9 de septiembre. A una media de 800 euros, esto supone unos ingresos de 8.000 millones de euros. Los analistas de Credit Suisse estiman que el margen bruto -sin gastos financieros, impuestos...- que le queda a la compañía de Cupertino es del 41%. Es decir, unos 3.200 millones de euros logrados ¡en 48 horas! Para darnos cuenta de la magnitud de esa cifra hay que recordar que la empresa española que más ganó el año pasado fue el Banco Santander: 4.700 millones de euros... en 365 días.
Desde luego son cifras de otra división que muestran el potencial de Apple: una ingente cantidad de dinero que puede dedicar a investigar nuevos servicios. Pues bien, de lo que presentó Apple en la keynote del 9 de septiembre, más importante que el iPhone 6 o que el reloj inteligente Apple Watch, es el Apple Pay, el sistema de pagos electrónico que sólo necesita acercar ese reloj o el móvil al terminal de venta y pulsar un botón del dispositivo. Sin tarjeta de crédito o de débito, sin contraseñas, sin papeles... y casi sin enterarnos porque, por pura psicología, cuanto más fácil es pagar, más fácil es gastar. Apple ha llegado a acuerdos con los principales emisores de tarjetas -American Express, Visa y Mastercard- para la implantación del sistema, y volviendo a los grandes números, cuenta ya con 800 millones de clientes -tanto como la población de EEUU y de la UE juntas- con tarjeta de crédito identificada en sus archivos.
Apple no ha llegado el primero. Google tiene Wallet, existen empresas como Paypal o Simple y está bitcoin... pero su irrupción en este negocio -«no queremos ser los primeros, queremos ser los mejores», decía la semana pasada Tim Cook- puede suponer un cambio cualitativo en algo tan trascendental para la economía como el sistema bancario. La banca comercial tenía hasta ahora el monopolio de los pagos, de forma que incluso compañías importantes, como los grandes almacenes Wal-Mart, nunca han conseguido una ficha bancaria por la oposición del sector a la llegada de intrusos. Pero internet difumina las líneas de los negocios regulados. Como Uber en el transporte de viajeros, como Amazon en el gran consumo, como Airbnb en el negocio hostelero, la banca empieza a ver en peligro su posición de dominio en los pagos comerciales. Ya tenemos el Apple Pay. Estamos más cerca del Apple iBank.

@vicentelozano

martes, 23 de septiembre de 2014

Mejor que ´footing´, ´sexing´ - Ánxel Vence

Mejor que ´footing´, ´sexing´ - Ánxel Vence

Un rijoso investigador norteamericano de nombre Richard Smith ha descubierto que la práctica intensiva del "sexing" ayuda a adelgazar en mucha mayor medida que las carreritas a trote cochinero del jogging, que aquí llamamos footing. Mejor que correr a palo seco y en plan onanista es hacerlo reflexivamente, añadiéndole al verbo correr el pronombre reflexivo "se".
Todo esto ya se sabía, por más que el mentado Smith lo haya puesto en prosa y con el necesario acopio de números en su ensayo titulado: "La guía de la dieta para perder peso mediante el sexo". Por poner solo un par de ejemplos, aquí ya estuvieron de moda la dieta del cucurucho, consistente en comer poco y folgar mucho; o la de la pasta, que se resume en folgar y folgar hasta decir basta.
Mucho más detallado, el régimen que Smith aconseja en su best-seller humorístico incluye, lógicamente, el ejercicio del coito; pero eso es solo una parte del programa. Si el ayuntamiento carnal permite quemar 85 calorías, los preparativos del evento arrojan resultados todavía más prometedores.
Un beso, por ejemplo, nos libera de entre dos y cinco calorías acumuladas, de tal modo que si una pareja consigue morrear veinte minutos a diario durante un año, cada uno de sus miembros perderá hasta cinco kilos en ese período.
No acaban ahí, ni mucho menos, los beneficios adelgazantes del sexing. Quitarle la ropa a la pareja consume 12 calorías si se hace con su consentimiento: y hasta 187 si la parte que despoja de su vestimenta a la otra prefiere no pedir permiso. La simple maniobra de calzarse un profiláctico permite la pérdida de algo más de una caloría si el miembro está erecto y de más de 300 si se encuentra en situación más bien fláccida. Naturalmente, el orgasmo, a la vez que agradable, facilita la combustión de 27 calorías si es auténtico, aunque sube hasta 300 cuando la parte implicada de la pareja hace esfuerzos para fingirlo.
Finalmente, si uno de los dos fornicadores es sorprendido en el acto por su esposa o esposo, el gasto calórico ascenderá a 165 unidades en el caso de que uno trate de explicar que esto no es lo que parece y a 100 si el pillado -o pillada- en falta se limita a permanecer callado. Los nervios y sudores propios de la situación explicarían tan notable quema de calorías.
Infelizmente, estas recomendaciones no han de resultar de gran utilidad en España, país que otrora fue cuna de fogosos amantes y hoy no pasa de ser mustio refugio de gentes mayores, registradores de la propiedad y demás clases pasivas desde el punto de vista erótico.
Cierto es que la encuesta Durex, que mide anualmente el grado de bienestar sexual de los países, concedía años atrás a España un muy meritorio octavo puesto en lo tocante a frecuencia de relaciones. Un 72 por ciento de los españoles consultados dice entregarse a los dulces trances del folgar al menos una vez a la semana, aunque en estos casos conviene tener en cuenta que del dicho al hecho va a menudo un largo trecho. Aun descontando la posible fanfarronería, estaríamos lejos del rendimiento de los campeones griegos que, con crisis o sin ella, siguen practicando el coito semanal en una proporción del 87 por ciento.
Luego nos quejaremos de que la obesidad empiece a constituir en España un problema. No será porque el tan mentado Smith dejase de advertírnoslo.

lunes, 22 de septiembre de 2014

El Estado son los padres - Ánxel Vence

El Estado son los padres - Ánxel Vence

Aunque lo de los Reyes Magos ya se sospechaba, pocos habían caído en la cuenta de que también el Estado son los padres. Así lo demuestran las últimas sentencias judiciales en las que se condena a los progenitores de una treintañera a pagarle una ayuda mensual a su hija; o la que deniega tal subsidio a un mozallón de 37 años que, además de la pensión, exigía cobrar los atrasos correspondientes.
La urdimbre de lo que se llama un tanto exageradamente el Estado del Bienestar la constituye en España la familia. Ocho de cada diez jóvenes españoles por debajo de la treintena -y algunos, por encima- viven en casa de sus padres o incluso de la pensión de sus abuelos, y no precisamente por gusto. Muchos de ellos retornaron al hogar familiar cuando la crisis los dejó sin trabajo: y a los demás ni siquiera les había dado tiempo de irse para fundar la República Independiente de su propia casa. Cuesta menos independizar a un país que a una persona, por lo que se ve.
"Vive de tus padres hasta que puedas vivir de tus hijos", sugería un viejo y muy imaginativo lema ideado por los hippies en la década de los sesenta. Medio siglo después, la primera parte de la sentencia parece haberse cumplido, aunque no sea esta, ni mucho menos, la intención de quienes han de permanecer por fuerza en el nido familiar.
Muy a pesar de los supuestos beneficiados por la acogida, la familia ha de suplir en España las funciones de un Estado anémico de fondos que ni siquiera alcanza a cubrir las necesidades del actual ejército de parados.
Los moralistas de guardia tienden a culpar a las víctimas -esto es: a los mocetones que viven bajo el amparo paterno- de lo que les sucede. Achacan tal fenómeno a la pérdida de valores de la juventud que, en su molicie, preferiría no dar palo al agua y entregarse al dolce farniente del botellón, el sexo y la droga en vez de trabajar y labrarse un futuro como Dios manda. Más que opiniones, son simplezas de carcamales que no llevan a parte alguna.
Excepciones habrá como en todo, naturalmente; pero ya quisieran los chavales irse de casa para organizar su vida de manera autónoma como cumple a quienes han superado de largo la etapa de la adolescencia. Infelizmente, lo único que se les ofrece a los jóvenes son contratos por semanas, días e incluso horas: y eso en el mejor de los casos. A la mayoría, simplemente, les resulta imposible conseguir un trabajo por mal pagado que esté.
Decía el siempre atinado filósofo Groucho Marx que la familia "es una gran institución? siempre que te guste vivir dentro de una institución, naturalmente". No se trata de broma alguna en el caso de España. Aquí, la familia sustituye ventajosamente el papel protector del Estado, al que ahorra decenas de miles de millones de euros en subsidios y en casas de acogida. Y, por si ello fuera poco, contribuye también a la financiación de las empresas, que gracias a la ayuda prestada por los padres a sus hijos pueden darse el gusto de pagarles a estos últimos un sueldo mucho más bajo del que les correspondería sin ese apoyo familiar.
A diferencia de esos raros países nórdicos en los que el Gobierno se ocupa de todo, aquí en España ha quedado claro ya que el Estado son los padres. Queda por esclarecer, si acaso, el misterio de los Reyes Magos.

Ajetreo sí, gracias - Nacho Mirás Fole

Ajetreo sí, gracias - Nacho Mirás Fole

No es el ajetreo lo que me destroza, que no; el ajetreo me mantiene animado, optimista, vivo. Lo que realmente me escaralla hasta el punto de incapacitarme por momentos es el tratamiento acumulado en este último año para intentar mantener a raya al tumor invasor y a sus daños colaterales: fotones radiactivos, citotóxicos, antibióticos… Todo un festival de la oncología esdrújula. Esa y no otra es la causa de que se me acantinflen las piernas. Por eso no llevo nada bien que, a la que me preguntan cómo estoy y respondo “cansado”, me repliquen: “Claro, amigo, es que con el ajetreo que te traes…” Ya sé que no va con mala intención, pero es precisamente el estar ocupado uno de los secretos de haber llegado al 22 de septiembre sin tener que plegar el tren de aterrizaje.
Cada paciente es su propia enfermedad. Y todos somos enfermos, pero todos somos ejemplares únicos. No me dio la gana de parar cuando el enterrador empezó a tomarme las medidas de las bisagras para el pijama de madera y no lo voy a hacer ahora. Y si trasciende mi cansancio es únicamente porque me preguntan, no porque me queje de nada. ¿O sería acaso mejor mentir y decir que uno está bien cuando no lo está? Gracias también a los que me cuentan que eso del cansancio es por la edad y que a ellos también les pasa. Yo, además, tengo el factor edad. Además.
El “ajetreo”, con unas cuantas presentaciones salpicadas del hijo en papel de este blog, está también a años luz de la jornada standard de un periodista cualquiera, de un obrero, de unos padres con prole… Y no es que viniera nadie antes a decirme que tuviera cuidado, a prevenirme. Os juro que yo soy el primer interesado en administrar esfuerzos, no hace falta que me vayan colgando carteles de “cuidado con el perro”, que ya sé yo lo que me hago. Así que tranquilos: el meneo me salva; la física y la química me cansan…Y asim você me mataaaaaa…
La presentación en el Hostal de los Reyes Católicos de El mejor peor momento de mi vida fue inolvidable. Expliqué el día 18 que escogí el parador porque ese edificio es el antepasado de la sanidad pública que mantiene vivos a tantos como yo. Y presentar unas memorias sanitarias en lo que fue una enfermería tiene su punto. Podía ser peor: visitad el Hostal y buscad los antiguos mortuorios, el observatorio de agonizados o el depósito de sanguijuelas. Qué diferente es ahora el olor de la morgue. Lo que dio de sí el acto lo resumió muy bien mi compañera de La Voz de Galicia Patricia Calveiro en este enlace.
Tengo hasta arriba el saco de los ánimos y vacía la caja de los libros. Lo primero es combustible para seguir pedaleando el resto de la carrera; lo segundo lo está arreglando Ediciones Paidós mandando género a las librerías que se habían quedado desabastecidas. ¡Cómo agradecer semejante despliegue humanitario! Lo intentaré abrazando y oliendo a todo aquel que quiera ser estrujado y olido, firmando dedicatorias en los sitios más insospechados o sulfatando ánimo a quien lo quiera recoger, que todavía ando sobrado de eso. Nunca salgo de casa sin llevar en el bolsillo un boli y una frase de guardia. El jueves nos vemos de nuevo en otra casa, la del Libro de Vigo, a las 20:00 y el viernes, a la misma hora, en el Liceo de Ourense.
Antes, y sin posibilidad de hacer novillos, mañana me pasaré buena parte de la jornada en esa segunda casa pública mía que es el Hospital Clínico, y desde bien tempranito. No me acostumbro a que me agujereen las venas, pero haré de chutes corazón y saludaré a otros supervivientes de este naufragio que ameniza, desde la cubierta, la orquesta acatarrada del Titanic.
Me ha gustado reencontrarme este sábado en Vigo con la mayor parte de los componentes de la agrupación folclórica Queixumes de A Salgueira, mi barrio, el grupo en el que toqué la gaita desde que era poco mayor que mi hija. Qué gran servicio le hizo su director, mi amigo José Manuel Oliveira Cabanelas, al vecindario de esta orilla salvaje de la Gran Vía. Treinta años de música, baile y compañerismo en una barriada sindical en la que, en aquellos primeros ochenta, era más fácil oír hablar del pico que del picado. Manolo se merece que le pongan su nombre a una calle. Ya verás un día, Manoliño.
Me retiro por hoy, no vaya a ser que alguien me llame al orden por exceso de ajetreo. Mañana, después de las banderillas, mojaré el churro a lo loco. Los churros del Clínico ya no los firma Valeriano García Temprano, pero todavía se dejan mojar. Seguro que me encuentro en el hospital a un montón de personajes de la guerra. Todo mi recuerdo para Pep Fortuny, compañero de la Televisión de Galicia, que este fin de semana nos tomó la delantera y cruzó al otro lado con la cámara al hombro.
Cántamela otra vez, Patsy.



¡

sábado, 20 de septiembre de 2014

¿Estamos todos enfermos? - Jorge Alcalde

¿Estamos todos enfermos? - Jorge Alcalde
Cuarenta mil millones de euros al año invertidos en nada. Salidos de los bolsillos de los ciudadanos y ciudadanas de Europa para comprar pastillas que curan nada. O al menos que no actúan contra ninguna enfermedad en fase clínica. Son los medicamentos para no-enfermos, una rica industria de fármacos que tratan condiciones que no pueden considerarse técnicamente patologías. La alopecia, el ánimo decaído, la blancura de los dientes, el bronceado de la piel, el mal aliento, la disfunción eréctil: todos estos males pueden presentarse en forma patológica, desde luego, pero en muchas ocasiones son meras características transitorias de nuestra evolución, lo que los médicos llaman patologías subclínicas, una especie de eufemismo para no decir que, en realidad, no son nada.
Al menos eso opina una cantidad cada vez mayor de especialistas en política sanitaria. El editor de salud de la agencia Reuters, Ivan Oransky, se ha hecho célebre por denunciar esta sobremedicalización de la vida cotidiana. ¿Realmente es necesario tomarse una píldora cuando nos sentimos decaídos? ¿La disfunción eréctil hay que tratarla siempre o solo cuando se trate de una condición crónica relacionada con otras patologías? ¿Muchas de estas enfermedades preclínicas no mejorarían simplemente si durmiésemos más, comiésemos mejor o saliéramos más con nuestros amigos?
Oransky habla de enfermedades preexistentes como una nueva lacra. La osteopenia es una disminución de la densidad ósea en niveles inferiores a los necesarios para ser diagnosticada de osteoporosis. ¿Hay que tratarla? ¿No llegará un momento en nuestras vidas en que todos seamos osteopénicos? ¿Estamos enfermos por ello? ¿Somos preenfermos?
El límite entre la salud preventiva y la sobremedicalización empieza ahora a ser más discutido que nunca. Junto a ello, el exceso de tratamiento de algunas condiciones antes de ser crónicas (por ejemplo el acné) ha supuesto una tabla de salvamento para una industria farmacéutica duramente afectada por las crisis, las restricciones de los seguros médicos y el aumento de los costes.
Pero hay que recordar que solo en Estados Unidos mueren 100.000 personas al año por los efectos adversos del uso de un medicamento. ¿Si aumentamos la ingesta de medicamentos para tratar no-enfermedades estamos poniendo en riesgo a más gente?
El último gran puñetazo en la mesa de la sobremedicalización lo ha dado Allen Frances, psiquiatra estadounidense autor del libro Somos todos enfermos mentales (Ariel). En él explica las razones por las que ha abandonado la coordinación del DSM, el libro editado por la Asociación de Psiquiatras Americana y que sirve de manual en todo el mundo para diagnosticar enfermedades mentales. Esta biblia de la mente espera su quinta edición, ya envuelta en la polémica. Según Frances, el DSM-V va a aumentar aún más la lista de enfermedades mentales conocidas, es decir, va a hacer que desde su publicación más individuos hoy sanos sean considerados enfermos.
"Quieren convertir en enfermedad la pena, los berrinches de mis nietos pasarán a ser un trastorno disruptivo del estado de ánimo y comer demasiado un síndrome de atracón", ha declarado a la agencia española SINC. Como consecuencia, muchas más personas recibirán medicación innecesaria y un estigma que reducirá la confianza en sí mismas.
La diferencia entre éste y otros discursos antimedicamentos es que Allen procede del seno de la comunidad médica.
Algunos datos dan para reflexionar. El trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) es una patología neurocomportamental infantil cierta, bien definida, específica y curable. Pero en los últimos años parece haberse convertido en epidemia. En Estados Unidos ha aumentado un 22 por 100 el número de diagnosticados en solo 5 años. En España en una década hemos pasado de prácticamente despreciarlo a adjudicárselo hasta a un 17 por 100 de los chavales que van a consulta de un psicólogo. Muchos médicos alertan de que se está sobrediagnosticando TDAH, lo que supone embarcar a niños sanos en una terapia que no necesitan.

Factores como la crisis, el desempleo o la inestabilidad familiar pueden estar en la base del aumento de algunos comportamientos infantiles y juveniles, o del crecimiento del estrés, la ansiedad o la apatía en adultos. Pero ¿es eso una enfermedad? ¿Requiere un pildorazo? Cada vez más médicos opinan que no. Están hartos de la medicina de la nada.

viernes, 19 de septiembre de 2014

Nacho Mirás: «Si alguien ve una utilidad en este horror ya me vale»

Nacho Mirás: «Si alguien ve una utilidad en este horror ya me vale»

Nacho Mirás se ha convertido en un fenómeno de masas. Lo avalan más de medio millón de visitas en su blog, donde comparte día a día su particular batalla contra el cáncer. Y lo volvió a demostrar ayer, en la presentación oficial de El mejor peor momento de mi vida, el libro publicado por Paidós que recoge el cuaderno de bitácora con que el periodista de La Voz ha conseguido todo un ejército de seguidores en la blogosfera. Una ínfima parte de ellos se reunieron ayer en Compostela, aunque faltaron sillas en el auditorio del emblemático Hostal dos Reis Católicos para las más de trescientas personas allí reunidas para la ocasión, algunos llegados desde la otra punta de España. Familia, sus alumnos de la universidad, personal sanitario, compañeros de profesión y de enfermedad... hasta Zapatones. Mirás consiguió congregar a prácticamente todos los alcaldes compostelanos de los últimos treinta años y el mismísimo vicepresidente de la Xunta se quedó sin butaca.

Militantes de izquierdas y derechas unidos por un libro que, aunque acaba de nacer, viene generando revuelo. El motivo, tal y como apunto el autor del prólogo, Manuel Jabois, es que se trata de una «crónica rigurosamente cierta capaz de hacer temblar piel» del lector y arrancarle una gran carcajada en la línea siguiente con su retórica gallega, «a caballo entre lo ácido y lo negro». La psicóloga especialista en oncología Beatriz Rodríguez, quien colaboró en el prefacio del libro, destacó la franqueza y claridad con la que Nacho Mirás habla del cáncer. «É de agradecer que alguén o faga e chame á enfermidade polo seu nome», dijo, tras elogiar la «retranca e resiliencia» con la que el periodista abordó la crónica de su enfermedad desde el principio.

Mirás comenzó reconociendo sentirse «abrumado» por su poder de convocatoria. «Es la primera vez que hago esperar a un médico», continuó en su habitual tono jocoso. «Siempre quise escribir un libro, pero nunca había encontrado un argumento», aseguró el periodista, que ya cuenta veintitrés años de profesión a sus espaldas.

La criatura vio la luz después de casi un año de que le anunciaran que «el jamacuco» que le dio el pasado invierno venía de un tumor maligno en el cerebro y con ella hace realidad uno de sus sueños, al tiempo que responde a la petición que muchos seguidores del blog le venían haciendo.

«Si alguien ve una utilidad en todo este horror, ya me vale», dijo. Y allí, en la sala que otrora fue la enfermería del antiguo Hospital Real de Santiago, brindó aplausos a la sanidad pública que «vela por nosotros» y «me mantiene vivo aún», así como a «mi maestro» José Luis Alvite, en quien asegura haberse inspirado. Y, poco antes de que se formara una gran fila de amigos esperando a que Mirás comenzara a firmar El mejor peor momento de mi vida, reveló su final: «Continuará».

Retrato real con zoom - David Torres

Retrato real con zoom - David Torres
Hace seis años escribí una columna sobre el retrato de la familia real que Antonio López llevaba pintando desde hacía catorce, cuando creíamos que no lo acabaría nunca. Tres años después lo ha terminado, lo que hacen diecisiete años pintando: casi le sale el lienzo mayor de edad. En realidad, más que terminarlo, le han obligado a entregarlo ya, antes de que Froilán sea bisabuelo y la familia real concluya su diáspora. Mientras se va secando la pintura, la infanta Cristina aún puede sentarse en el banquillo y confirmarse los rumores de divorcio entre Juan Carlos y Sofía. El cuadro lo había encargado Patrimonio Nacional, que no es una película de Berlanga, aunque lo parezca.
Antonio López se ha quejado siempre de que el encargo era muy difícil, dice que “pintar una familia real es como pintar Guerra y paz”. Demasiada novela, creo yo, para sólo cuatro personajes de pie, aunque a lo mejor se refiere al status social, a lo mejor pintar mendigos para él está tirado. Durante todo este tiempo, López ha acercado y alejado a las figuras, las ha cambiado de tamaño y de perspectiva, lo cual es un ejercicio de hiperrealismo extremo, porque es lo mismo que les ha pasado a los reyes y a las infantas: que se han ido alejando del pueblo y acercando al pueblo como a golpes de zoom de Valerio Lazarov. Un viaje a Botswana y zas, el rey se aleja; un mensaje de navidad, y zas el rey se acerca. Un oso borracho muerto de un tiro y zas, el rey se aleja; un mensaje de navidad, y zas el rey se acerca. Una entrevista a Corinna y zas, la reina se aleja.
“Conozco bien el comienzo del trabajo” ha dicho López. “Acabar no sé en qué consiste”. Efectivamente, la pintura es como la heroína: hay que saber retirarse a tiempo. Hay pintores yonquis que no paran de echar capas y más capas de óleo encima y, brochazo a brochazo, la obra va adquiriendo tercera dimensión, engordando y echando michelines hasta que acaba por desbordar el marco y devenir en bajorrelieve. Algunos de estos perfeccionistas tienen que cambiarse de estudio, tirar la pared de la cocina o divorciarse directamente. Renoir decía que no le daba la última pincelada a una de sus bañistas hasta que no sentía ganas de pellizcarle el culo; entonces ponía el precio, hacía una exposición y desnudaba a otra moza. Pollock, que era expresionista abstracto, se enfadaba mucho cuando alguien le preguntaba cómo sabía cuando había terminado un cuadro: “¿Y cómo sabe usted cuándo ha terminado de hacer el amor?” Al periodista le dio palo explicárselo.
Mi amigo Javier Gella, que es retratista por encargo y que ha dibujado la portada de mi último libro, me confesó una vez: “Yo no acabo un retrato hasta que lo cobro. Bueno, la verdad es que hasta que cobro, ni lo empiezo. Eso sí, en cuanto cobro, lo remato echando hostias”. La velocidad aquí no es negligencia, al contrario, más bien significa comprender que el arte es ahora o nunca. Negligencia es más bien lo de Antonio López, que lo ha ido dejando, dejando, hasta que al final el retrato ya casi ni se parece al original, lo cual, bien mirado, tiene mucho mérito para un cuadro hiperrealista. Cuenta la leyenda que a Picasso una vez le pidió un retrato una señorona que protestó mucho cuando el pintor malagueño le entregó una cosa confusa repleta de ángulos y de rayajos. “Pero no se me parece nada” dijo la señorona, llorando el millón de dólares perdido. “No se preocupe, señora. Ya se parecerá”. Si le llega a encargar Patrimonio Nacional un retrato de la familia real a Picasso, lo entrega diecisiete años después, sí, pero en blanco.

Gramsci, en Sálvame - Raúl del Pozo

Gramsci, en Sálvame - Raúl del Pozo
Antonio Gramsci se pasó media vida en la cárcel. Él mismo reconoce que se movía en la celda como una mosca que no sabía dónde morir. Ahora, por fin, lo han liberado de los barrotes entre Silvio Berlusconi y José Manuel Lara. El pensador de la revuelta del pan enunció una teoría según la cual todos los hombres son filósofos y Marx, como Dios, también está en los pucheros y en los platós. Veo al maravilloso italiano, ideólogo de los Consejos de Fábrica, en Al rojo Vivo y Las mañanas de Cuatro. Sale muy guapo, sin chepa.
La política se ha convertido en un share y los políticos han terminado tirándose de espontáneos a programas. El propio Alfonso Guerra fue sorprendido en directo cuando se tiró al estudio Juan Carlos Monedero, un gramsciano puro, que hizo decir al canijo: «Se hacen mítines en la televisión».
Unos días después, a la hora en la que Amador Mohedano suele estar cagando en los matorrales de Chipiona y Paquirrín mojando el pincel en un jiñadero, entró en semidirecto Pedro Sánchez en el programa de Jorge Javier Vázquez. El secretario general del PSOE se proclamó antitaurino, criticó al Toro de la Vega y prometió una ley contra el maltrato animal.
Los políticos del PSOE ya no son tan arrogantes, no les basta su santuario mediático y van a buscar a los electores donde están. A esa hora, el sabio pueblo español o trabaja o soba en la siesta hipnotizado con Sálvame, los 120 últimos días de Sodoma, un programa divertido, crudo y escatológico, entre el Marqués de Sade y Arniches.
Así como el Papa Francisco ordenó a los cardenales que movieran el culo y a la calle, Iglesias-Monedero, con la antorcha de Gramsci, han logrado que los jóvenes políticos del arco parlamentario vayan a discutir a los programas serios y a los de cotilleo, donde unos hacen de rufianes y otros de monjas.
Hasta ahora, no salir en televisión era signo de elegancia. Carmen Rigalt suele decirme que tendrían que indemnizar por el desgaste de imagen y por sacarte sin maquillar. Pero los políticos han descubierto que las ballenas de La 2 no votan y que todas las papeletas se cuentan.
«El viejo mundo se muere. El nuevo tarda en aparecer. Y en este claroscuro surgen los monstruos». Esas palabras de Gramsci las recuerda Monedero y dice que se nos trata como espectadores en «sociedades saturadas audiovisualmente».

Pero los nuevos pretendientes tienen claro que hoy, tanto para vender un champú como para ser alcalde o eurodiputado han de pasar por plató.

jueves, 18 de septiembre de 2014

Enfados santificados - Isabel Vicente

Enfados santificados - Isabel Vicente

Las recomendaciones del Papa para disfrutar de un matrimonio exitoso. El Papa Francisco recomienda para disfrutar de un matrimonio exitoso no acabar nunca el día enfadados. Dice que "es normal que los esposos peleen... pero les aconsejo que jamás terminen la jornada sin hacer la paz. Nunca. Basta un pequeño gesto. Y de ese modo se sigue caminando. El matrimonio es un símbolo de la vida real, no es una novela". Justito lo mismo que siempre me ha dicho mi madre: Nunca irse a la cama peleados y asumir que los cuentos de príncipes azules son eso, cuentos.

El hecho de que el Papa coincida con mi madre, que no se caracteriza por una religiosidad exagerada pero del matrimonio sí entiende, aumenta mis simpatías hacia el Pontífice, tanto como que se lance a casar a parejas, muchas de las cuales no son precisamente el ideal del matrimonio católico que promulga el Vaticano. En las bodas que ofició Francisco el pasado fin de semana había parejas que llevaban años viviendo juntas, "en pecado" que se ha dicho toda la vida; había una madre soltera y un hombre que había estado casado antes y que había obtenido la nulidad, vamos, un muestreo de lo que se encuentran muchos curas en su día a día y que están obligando a la Iglesia Católica a dar pequeños pasos hacia una mayor tolerancia y apertura si no quieren quedarse solos los domingos.



Es la vida misma de la que hablaba el Pontífice y que en las próximas semanas abordará la Iglesia en un encuentro internacional de obispos que van a analizar el futuro de la familia con cuestiones tan espinosas para la curia y tan normales en la actualidad como las relaciones sexuales prematrimoniales. Francisco parece una persona adecuada para pilotar esa inmersión de la Iglesia en la realidad que puede devolver a su seno a muchos creyentes que se han alejado de los púlpitos y que miran con simpatía y curiosidad a este Papa que no parece que vaya a excomulgarte por blasfemar, por no santificar las fiestas o por acostarte con tu novio, aunque sea de tu mismo sexo.

miércoles, 17 de septiembre de 2014

Las Huellas de la Bestia - Quique Castro

Las Huellas de la Bestia - Quique Castro

Dicen que es mejor que uno no conozca a sus ídolos literarios para no llevarse una decepción, pero hay tipos que escriben como si se estuvieran vaciando, y uno piensa que ya no es posible conocerles mejor, tal vez más, pero no mejor.


Nunca he conocido a José Luis Alvite, ni siquiera me he cruzado con él. Me crucé con Manolo Rivas, que es más conocido, más catedrático de la lengua gallega y más de El País, y le brindé un “adiós maestro”, que fue más bien un homenaje a aquel “adiós maestro” que le dedicó García Márquez a Hemingway en París, pero no me hizo ni una décima parte de la ilusión que me hubiera hecho encontrarme con Alvite.



Entiendo que muchos deseen entrar en el mundo de la comunicación para descubrir los secretos del marketing y vender un montón de lavadoras, o para salvar el culo de alguna empresa de cosméticos que prepara sus mejunjes con aceite de hígado de delfín; no me parece mal. Pero si yo he querido acercarme a este mundo, que no es el de la aséptica y ecléctica comunicación, sino el del periodismo, ha sido por maestros como Álvite.



Podía verme a mí mismo como gacetillero, redactando noticias a contrarreloj en el bar más próximo de la comisaria, entre un abogado corrupto y alcoholizado y la novia fatal a lo Kathleen Turner de algún mafioso enchironado (qué demonios, era mi fantasía). Pero ahora ya sé que los mafiosos no van a la cárcel, porque los indultan, y que mis artículos tienen menos lectores que políticos corruptos hay en el trullo, lo que por otra parte no está nada mal porque te da libertad para escribir lo que te dé la gana, que viene siendo lo divertido de todo esto.



Al viejo periodista de Santiago de Compostela lo conocí muy de mañana, aunque al parecer los dos tenemos más de noctámbulos. Él me miraba desde el recuadro de su foto en el artículo de La Opinión, y yo le leía en la oficina de una agencia de publicidad de A Coruña bastante lamentable, antes de salir a patear la calle para entrar en mueblerías, tintorerías y carnicerías para ofrecerles módulos en el periódico con los que anunciar sus liquidaciones o sus rebajas.



Enseguida supe que estaba delante de uno de los buenos, uno de los auténticos, igual que hace veinte años, cuando me decidí por llevarme a casa aquel libro de Bukowski cuyo lomo aún puedo tocar si estiro el dedo ahora mismo. Los dos, además, tienen una cara interesante, nada de esas caras suaves de malvavisco que te miran con aire de satisfacción blandurria desde las solapas del último superventas para gafapastas moñas, que se creen que son hipsters porque en realidad nunca han sabido qué significa esa palabra.



José Luis Alvite tiene la mirada gastada, ojos de toro desganado y una voz como de llegar a casa de madrugada sin preocuparse por esquivar los charcos. Alvite, además, no puede evitar tener cara de buena persona, pero esa es una opinión mía, y aunque seguramente nunca llegue a conocerle dudo que pudiera decepcionarme, porque si pasara de mí y siguiera escribiendo notas en una servilleta o en un posavasos al ritmo de Gene Krupa o de Cole Porter, me tomaría un orujo a su salud y me daría por satisfecho.



Tuve una novia (que por cierto escribía muy bien), que me recortaba sus artículos y me los metía en el sobre de las cartas que me mandaba, hasta que me dejó de mandar cartas. Me fui comprando sus libros, y lo seguí después durante muchos años en Internet, y también en Twitter, donde las señoras se lo rifaban, y no es broma, porque en Twitter salía más el Alvite sentimental que el áspero, que era el que a mí me gustaba.



Hace meses que José Luis Alvite le confesó por carta a su amigo Carlos Herrera que tenía cáncer de pulmón y de colon. “Me han diagnosticado un cáncer de pulmón y otro de colon. Nunca pensé que envidiaría el estado de mi coche...”, confesó en Twitter. También sé que el gremio de los periodistas gallegos le rindió homenaje el pasado 25 de enero, pero poco más. 



Hace mucho que no sé qué es del viejo maestro, pero si por casualidad lees esto y le conoces (y creéme, muchacho, tendría que ser mucha casualidad), dile que espero que se mejore, y que siga escribiendo, y que voy a leerme un artículo suyo mientras escucho a Tom Waits a las cuatro y diez de la madrugada, que es cuando se escribe bien y a gusto, y cuando a las coristas del Savoy vienen a buscarlas sus novios; boxeadores fracasados, matones a sueldo y algún que otro escritor crápula..

Cagódromo Margaret Thatcher - David Torres

Cagódromo Margaret Thatcher - David Torres
Está muy bien que hayan dedicado en Madrid una plaza a Margaret Thatcher, más que nada para que los perros puedan cagar a su aire. En homenaje al apellido colocado en la placa, las mierdas camparán a lo largo y lo ancho de la plaza; yo creo que los dueños deberían esforzarse un poco e intentar dibujar con una bonita caligrafía de moñigos MARGARET. A lo mejor me equivoco y la han puesto ahí para otra cosa, aunque no sé yo para qué íbamos los madrileños a homenajear a una señora que dedicó su vida a defender el apartheid, a mandar al paro a los mineros, a ayudar a un dictador genocida a ponerse el dodotis y a joder la capa de ozono a base de laca.
Por tradición, Madrid es una ciudad que no se caracteriza precisamente por su higiene. Muchos madrileños todavían se piensan que sus perros son más inteligentes que ellos y van por las aceras sin ningún pudor, dejando tarjetas de sí mismos. Para los gorrinos más recalcitrantes, la plaza podría ser una especie de El Álamo, un último reducto donde luchar por sus principios, un vertedero donde dejar la mierda a la altura de su ideología y viceversa. Yo acostumbro a recoger las cacas de mi perra en una bolsa que luego deposito en una papelera. Es un ejercicio de humildad zen y conciencia ciudadana, aunque otros prefieren depositar una papeleta en una urna, eso va en gustos. Más de veinte años de PP en la alcaldía y en el gobierno autonómico demuestran que en la capital no le hacemos ascos a nada. Más bien el asco nos hace a nosotros.
Conste que yo no llevaría jamás a mi cocker a cagar a una plaza dedicada a Margaret Thatcher: mi perra no se merece esa humillación, pobrecita. En cambio, la Dama de Hierro ha sido la guía y la musa de dos de las principales mujeres de la política madrileña, Esperanza Aguirre y Ana Botella, aunque en realidad al hierro, lo que se dice al hierro, ninguna haya llegado todavía. Una es más bien de aluminio y la otra de alambre, y ambas alcanzaron el poder por carambolas sospechosas: una gracias a dos tránsfugas que se cagaron limpiamente en la voluntad popular y otra por el capricho del anterior propietario, que se cansó de jugar con hormigoneras.
Es cierto que este artículo me está quedando muy escatológico, pero cuando se habla de Margaret Thatcher hay que ponerse a su altura y plantar el pino bien gordo, como hizo ella con la justicia, la economía, los sindicatos y los derechos de los trabajadores. Para ser ecuánimes, la verdad es que debería haberlo escrito en papel higiénico. Quienes piensan que este texto es una vergüenza y una falta de respeto es que no entienden la vergüenza y la falta de respeto que supone que te cague encima con una relaxing cup of shit la misma gente que presume de patriota mientras olvida a sus héroes, sus músicos y sus poetas, y le practica un cunilingus post mortem a una guiri que se hacía la permanente con el Peñón de Gibraltar.

lunes, 15 de septiembre de 2014

El PP y el derecho al aborto - Santiago Abascal

El PP y el derecho al aborto - Santiago Abascal
A veces uno preferiría no tener razón. Hace tiempo que advertí que el gobierno de Rajoy estaba camino de convertirse en la tercera legislatura de ZP, y de verdad que hubiese preferido equivocarme. Sin embargo, las líneas maestras del gobierno actual se han ceñido estrictamente a la hoja de ruta del socialismo, y no se ha modificado ni una sola de todas las leyes de ingeniería social, perpetuando los ataques a la familia, a la libertad de conciencia y de educación, y heredando entusiasmados desde la alianza de civilizaciones hasta la política antiterrorista. A esto hay que añadir la depredación fiscal –donde han ido más allá del PSOE para acercarse a Izquierda Unida– o el escándalo de Bolinaga y la derogación de la doctrina Parot. No sólo no han cumplido su programa –poder adquisitivo de las pensiones, ampliación de permiso de paternidad–, es que han hecho seguidismo de políticas radicalmente opuestas a las que prometieron a sus votantes.
Traigo esto a colación a causa de las noticias sobre relegar al olvido la elaboración de una ley de aborto en su día concertada con el electorado. Durante los casi tres años en el gobierno, pese a los reiterados anuncios en torno a la inminente aprobación de dicho proyecto, lo cierto es que el Partido Popular ha mantenido en vigor la ley Aído, aquella contra la que presentó recurso en 2010. De este modo, el PP, en lugar de la prometida modificación de la legislación, sigue impulsando la hoja de ruta socialista contra la vida.
El Partido Popular, por lo tanto, acepta que un drama como el aborto se convierta en un derecho, y hace suya esta aberración moral y jurídica. Porque el aborto puede ser un hecho, pero nunca un derecho: el aborto es una tragedia en la que padecen dos seres, la vida que se elimina y la mujer a quien se le practica. Los datos son abrumadores al respecto: las mujeres que abortan sufren una tasa de suicidio y de desequilibrio mental muy superior a la media. La vida protege a la mujer, el aborto la daña; muchas veces, irreversiblemente. Por eso, porque el aborto es un mal para la mujer –y en esto podemos establecer un consenso incluso con el feminismo más radical–, el objetivo debe ser siempre aborto cero. Y no hay otro camino que desarrollar una decidida política de información y de asistencia a la mujer en dificultades, y a la vez elaborar de alternativas reales para la mujer, con la defensa y promoción de la vida como primer objetivo.
En una España, además, que se encuentra en la actual tesitura demográfica, impulsar las políticas contra la vida equivale a un suicidio colectivo: favorecer el aborto es, simplemente, aniquilar el futuro. Lamentablemente, todo esto no parece tener valor alguno frente a los vaticinios demoscópicos de los gurús genoveses, que Rajoy escucha silente, en actitud de reverencial respeto, porque hace tiempo que el PP tributa a los dictados progres una consideración rayana en la superstición.
No puede haber excusas cuando se disfruta de una mayoría absoluta como la que las urnas depararon al PP en noviembre de 2011, una mayoría de electores de los que el gobierno lleva tres años riéndose a mandíbula batiente.
En este terreno lo que nos depara Rajoy es una traición en forma de casi trescientos mil españoles a quienes se ha negado todo derecho, a fuerza de negarles el primero de todos: el derecho a la vida. Ni a ellos ni a las mujeres en dificultades ha concedido este gobierno la menor consideración. Ni se ha planteado ayudar a las mujeres en lugar de abandonarlas a la coacción de su entorno, que, tantas veces, les impone el aborto como única salida. Esa violencia contra las mujeres no le interesa a este gobierno.


Por todo, en términos de moralidad y de legitimidad democrática, hace tiempo que el gobierno de Rajoy y Sáez de Santamaría ha entrado en el reino de la indecencia. Y por eso, aquello de que estamos en la tercera legislatura de Zapatero es, lamentablemente, bien cierto. Ojalá hubiera sido un simple exceso verbal.



Santiago Abascal, secretario general de Vox.

Manuel Jabois ("Manu")

Manuel Jabois ("Manu")
El columnista y escritor Manuel Jabois. / CP
Uno sabe que se está haciendo viejo cuando empieza a admirar a gente más joven que él, no digamos ya a envidiarla. En el oficio de columnista, mis envidias comenzaron con Umbral, como todo el mundo, y luego siguieron con artífices de la talla de José Luis Alvite o Rafael Martínez-Simancas, dos pianistas de la palabra a los que he tenido el privilegio no sólo de leer sino de abrazar. Con Rafa, que sólo era un lustro más viejo que yo, llegué a desarrollar una amistad tan íntima, tan profunda, que cuando se me murió este verano fue como si me arrancaran un brazo. Los grandes columnistas son inimitables porque escriben tal y como son, Alvite a golpe de tabaco, la risa entrecortada con tos, y Rafa con esa media verónica de alegría que centelleaba siempre al final de cada párrafo.
El día siguiente a la hecatombe de las Torres Gemelas lo único que leí que estuvo a la altura de tanta destrucción fue una columna prodigiosa de Matías Vallés en el Diario de Mallorca que explotaba en esta espléndida blasfemia: “King Kong es Alá”. Sufrí un deslumbramiento parecido muchos años después, en una de las ediciones de La Risa de Bilbao donde fuimos invitados mi chica y yo por intermedio de Juan Bas, quien, como su báscula indica, es más novelista de peso que saltador de pértiga, pero que cuando se pone a bailar frase a frase parece Oliver Hardy de la mano de Stan Laurel en aquella coreografía insensata frente a un saloon del Oeste donde despliega más arte y más gracia que todas las huestes del Bolshoi juntas. En fin, cuando llegamos al lugar de la firma nos presentaron a Manuel Jabois, un chaval alto, joven y atractivo del que ya había oído hablar y de inmediato, al verlo con esas pintas de gigoló en paro, me tranquilicé pensando qué cojones iba a escribir ése. Nos dedicamos mutuamente sendos libros, que es la manera que tenemos los escritores de imitar sutilmente a los perros cuando se olisquean, y me bastó ojear su caligrafía de médico para confirmar mis sospechas. De hecho, a día de hoy todavía no he podido descifrar qué puñetas dice. Pero, amigo mío, cuando por la noche me puse a hojear Irse a Madrid sentí desde la cadencia de las primeras frases ese temor insoslayable del púgil que oye los puñetazos de un rival a través de las paredes del gimnasio. El chaval tenía ritmo, tenía cintura, tenía pegada y tenía un oído increíble. Era como Alí de joven, antes de la paliza con Frazier, cuando aún mantenía intacto el juego de piernas y nadie le había tocado aún la cara; igual de bueno en la frase corta que en la larga, en la columna que en la crónica. Imposible no frotarse los ojos después de esta descripción de un discurso de Fraga: “En el mitin estuvo bien: habló un fragués estupendo y no se le entendió una palabra”.

Cubierta de ‘Manu’.
Los gallegos han copado el siglo XX de novelistas extraordinarios en cualquier tono, desde el realismo atroz de Cela hasta la fantasía delirante de Cunqueiro pasando por el virtuosismo todoterreno de Torrente Ballester. Han dominado la novela casi con la misma autoridad que la política. En cuanto al periodismo, ya dije una vez que el columnismo patrio, después de las estaciones de Camba, Ruano y Umbral, limitaba al norte con Alvite y al sur con Alcántara, pero de pronto aterrizaba en el patio este cabronazo de apellido francés para desbaratarme las jerarquías con su melena de rockero y su prosa de poeta. Aunque presume de gallego y asegura que el oficio le viene de su abuelo, a Jabois parece que se lo ha encontrado la señora de la limpieza entre las sábanas de la habitación 383 del Hotel Palace –la misma que ocupó Camba durante décadas– hecho un cuatro, borracho y despeinado después de una noche de juerga. Me consolé pensando que, por mucho que vacilara de despistado y de provincial, y aunque sugería que más de una vez le habían dado calabazas, todavía no le habían soplado una buena hostia de ésas que te derrumban por el suelo. Ya veríamos entonces si, al igual que Alí después del monumental combate contra Frazier, le quedaban arrestos para ponerse en pie y seguir despeinándose, o si se volvía a Sanxenxo a cuidarse la melena.
Por el momento, las únicas calabazas que le habían dado a Jabois eran las de la editorial donde publicaba, Pepitas de Calabaza, una factoría de pequeñas joyas hermosas y anarquistas donde inmediatamente deseé colocar algún libro mío, lo que fuese, una antología de artículos, un historial clínico con mis mejores radiografías o mi viejo proyecto de doblar esquinas. La única pega de aquella gente era el título, porque después de la publicación de Jabois y de otros cuantos francotiradores no eran de calabaza las pepitas que despachaban sino más bien de oro. Un día, mucho tiempo después, me atreví a llamarlo y enfrentar al monstruo cara a cara, deseando que al menos resultase un imbécil que sólo sabe hablar de fútbol, igual que esas rubias gloriosas que al final se resuelven en muñecas hinchables, pero no, encima resultó ser un tipo de lo más simpático y amable, tanto que al cabo de un rato ya le veía cara de yerno y eso que no tengo hijas. Ni hijos, que yo sepa.

En el buen rato que pasamos juntos, entre unas cosas y otras, me contó que pretendía escribir un libro que fuese un petardazo, más que nada para quitarse de la penitencia de seguir escribiendo a diario. Yo pensé que para qué, si la mayoría de los buenos libros pasan desapercibidos para el gran público, los que los firman muchas veces únicamente aspiran a colocarse en algún nicho periódico y además él ya había escrito por lo menos dos que eran la hostia. En el segundo, Manu, contaba de un solo tirón de pura prosa la historia vicaria de su embarazo, la muerte de su abuelo, su aterrizaje en Madrid y el pánico de encontrarse con un trocito de carne llorón entre los brazos. Ya le habían dado la hostia prometida, lo habían tumbado cuán largo era y se había levantado antes de la cuenta, despeinado y listo para otros diez asaltos.

domingo, 14 de septiembre de 2014

Felipe VI: transición ejemplar sin llamar la atención - Editorial de El Mundo

Felipe VI: transición ejemplar sin llamar la atención - Editorial de El Mundo
LA CASA Real ha dejado de ser un problema para los ciudadanos. Felipe VI ni siquiera lleva en el trono 100 días y ha logrado protagonizar una transición modélica que ha relegado a un lejano segundo plano los errores cometidos por la Corona en los últimos años. La clave del relevo ha estado en el aire nuevo que el Rey le ha otorgado a la Institución. Ya en su discurso de proclamación dio muestras de que el acto no suponía una trivial entrega de poderes, sino un profundo cambio generacional con grandes objetivos de fondo: transparencia y ejemplaridad. El debate Monarquía-República ni se siente en la calle gracias al camino de «integridad, honestidad y transparencia» que ha marcado. Gestos de ello fueron prohibir a la Familia Real -reducida a sus padres, a sus hijas y a su esposa- trabajar en el sector privado, eliminar los gastos de representación de sus hermanas -desvinculándolas así de la Casa Real- y someter las cuentas a la Intervención General del Estado. Otro aspecto relevante ha sido la buena sintonía y el reparto de papeles con Don Juan Carlos: una relación que sólo puede favorecer a España. En tres meses, Felipe VI ha abrillantado la imagen de la Corona sin llamar la atención adecuándola a las exigencias propias de un sistema democrático.

sábado, 13 de septiembre de 2014

Sonrisas y… - Arcadi Espada

Sonrisas y… - Arcadi Espada
Querido J:
Ya te habrán llegado los ecos del fiestón del jueves en las calles de Barcelona. Todo perfecto. Alegre, gracioso, entretenido y bien. Cada año nos proponen ir un poco más allá, y fíjate que este año nos mandaron hacer una uve humana, un pubis de mujer rojo y gualdo, dice mi hermano el cafre, a través de las avenidas de Gran Vía y Diagonal. Cada uno iba uniformado con su camiseta, unos rojo y otros gualda. El efecto, visto desde las alturas, resultó sensacional. A mí me parece, no sé tú, que el premio Guinness debería crear para las maniobras catalanas una categoría hors d'oeuvre, como dicen en francés. Y es que fue demasié.
Te estoy escribiendo esta carta básicamente en castellano, debido a tus fallidas lingüísticas y mal me sabe, porque para exponerte lo espectacular que fue todo necesitaría escribírtelo en catalán. Pero sigo. Y ten en cuenta, por cierto, lo primero: y es que fuimos dos millones, eso dicen, aunque yo creo que tres bien contados, y ni una mala palabra tú, entre toda la gente. Y eso que más de uno iría piripi. Hubo mucha solidaridad y muy buen rollo: hasta de los balcones nos tiraban agua para que se nos pasara el natural sofoco.
Me es muy, muy difícil elegirte los momentos, Jimmy. Y es que también los hubo muy serios, de piel, ahora no sé si vosotros decís piel o carne, de gallina. Mira este momento y entorna los ojillos. A las 17.14 en punto, 10 chicos y chicas que el 9 de noviembre cumplirán 16 años dieron un paso al frente. Una chica aún se adelantó más y depositó un papelito en una urna. Y entonces, unos cantores, me dijeron que eran más de mil, empezaron a cantar una canción muy bonita de Lluís Llach que se llama Ahora es la hora. A mí aquello me subió, qué quieres que te diga. Mi hermano el cafre, que estaba viéndolo por la tele, me dijo luego que los nenes ya habían tomado su primera comunión; y solo quería saber si habían masticado la hostia, la hostia que se iban a dar, vociferaba.
Sigo que me pongo nervi.
Cuando acabó la canción, vino lo mejor. El Quim, Quim Masferrer, un actor buenísimo de aquí, nos pidió que hiciésemos la megaola. ¡Quin tsunami, tu! Yo no sé cuántas veces levanté los brazos. Pero hoy me hacen daño. También gritamos mucho independencia. Aunque a mí no acaba de gustarme el ritmo, que lo encuentro vasco. Triunfé con mis uñitas, Jimmy, pies y manos pintadas con las cuatro barras y la estelada en la lúnula. Yo iba solo con ese detallín, pero en general se imponía el full equip estrellado. Y bastante palo carnaval. Por cierto, que a mí me sigue faltando en estos onces lo que hizo Carlinhos Brown en el paseo de Gracia, aquella vez con el Clos, que son Els Segadors tipo samba.
Las caps de colla, la Carme y la Muriel, estuvieron muy fermes. Esto te lo pongo en catalán, Jimmy, porque no hay manera de traducir bien a las que son a la vez firmes, fiables y buenas mozas. El cafre de mi hermano dice que apestan a escuela. De la Carme me gustó que dijera que es el primer año de nuestra victoria, porque eso significa que va a haber más fiestas, supongo ¿no? Me crucé como en el año pasado con la Rahola, que ya es casualidad. Pero esta vez no le dijeron pits enfora, Pilar, que entonces se lo tomó bien, por cierto, y contenta.
Vi muchas veces el helicópeto azul. Nos habían repetido en TV3 que si veíamos un helicóptero azul en el cielo miráramos y sonriéramos. Yo no paré, como una tonta. Hoy no sé si me duelen más los brazos o la mandíbula. Me rumio que con esto de la sonrisa están tramando otra de las suyas: una gigafoto de sonrisas guay para enviársela a Francisco. Por cierto que me ha gustado mucho lo que ha dicho hoy el presidente de la megafiesta: una muestra altísima de sonrisas. Y es que, oye, si se pueden pedir las cosas bien pedidas y con una sonrisa, ¿por qué no hacerlo? Mira. De todo lo que oí por los altavoces o me dijeron a mí lo mejor fue lo del actor Sergi López. Dijo que más que una Cataluña abierta al mundo, él quería una Cataluña despatarrada al mundo. Què fort! ¡Pero claro que sí! Una Cataluña despatarrada. Debes estar de acuerdo, Jimmy. Tú citas mucho aquella frase de José Pla, cuando iba en burrito, que dice que una de las maneras menos sangui-narias de pasar la vida es estar el mayor número posible de horas con las piernas abiertas. Ya hay mucha tristeza en el mundo para liarla parda. Parda, parda, repite el cafre de mi hermano, él sabrá.
Ahora ya se hace más pronto de noche. Unos días más, Jimmy, y ya vendrán otra vez las ganas de TV3 de los otoños crujientes. Mmmm... En cuanto empezó a oscurecer nos llevaron hacia los autocares ¡y hasta San Vicente falta gente! Este año no me quise quedar al concierto. Te voy a confesar una cosa, y es que al final me marché un poco moixa, que es mustia y gatita. Y todo porque el Junqueras, poco después del fiestón del año pasado, dijo algo que entonces me hizo mucha ilusión. Dijo que el próximo once de septiembre, o sea este, pues que la gente en vez de irse a casa, pues que quizá se quedara en la plaza. Jo..., a mí me hizo una gran ilusión oírle decir eso. Un foc de camp en la plaza de Cataluña es de las cosas que más ilusión pueden hacerme. Me atrevería hasta en modo vivac. Bueno, la cosa es que en la mochila metí un saco, por si las flies. Pero no sé, no hubo ambiente, o lo han dejado para otro año, o no sé.
El cafre de mi hermano dice que me quite de la cabeza la acampada, ahora y en la hora. Que aún no se conoce el hombre que haya pasado más de un día seguido sonriendo.
Sigue con salud.

A.