sábado, 20 de enero de 2018

Bucéfalo caracolea - Raúl del Pozo

Bucéfalo caracolea - Raúl del Pozo

En Europa sigue el baile tribal de las identidades. Cuando esa danza se escenifica en la península balcánica, la chispa puede acabar en incendio. Los macedonios lograron la independencia y erigieron una colosal estatua en Skopie de Alejandro Magno caracoleando en su caballo. Atenas se enfureció y tuvieron que llamar a la estatua Guerrero a caballo. El primer ministro macedonio, Kiro Gligorov, habló así: "Somos macedonios, pero eslavomacedonios. No tenemos nada que ver con Alejandro Magno. Los antiguos macedonios ya no existen".
Ahora, el mediador de la ONU ve "una dinámica positiva" sobre la denominación de la antigua república de Yugoslavia, después de un conflicto que ha durado 27 años. Grecia rechazaba que usaran el nombre República de Macedonia; por fin, Tsipras está dispuesto a aceptar un nombre compuesto que incluya la palabra Macedonia.
Las nuevas naciones reivindican sus mitos como si fueran materias primas. Alejandro era más que un mito, se consideraba un dios. Aristóteles le dio clase de los 13 a los 17 años. "Su cutis espiraba fragancia y en su boca y su carne todo despedía el mejor olor", escribe Plutarco. Cuando compraron por 13 talentos el caballo Bucéfalo, su padre dijo que era demasiado salvaje; pero Alejandro, con 12 años, lo domó y lo montó después de ponerlo con la mirada al sol para que no se espantara de su propia sombra. Fue entonces cuando Filipo dijo: "Hijo mío, busca un reino igual a ti, porque en la Macedonia no cabes".
El nuevo Aquiles se sintió humillado cuando en la tierra de los escitas halló una inscripción que narraba la hazañas de la reina Semíramis: "Yo he visto cuatro mares. Cambié el curso de los ríos. Y, entre todas las ocupaciones, encontré tiempo para el placer, encontré tiempo para el amor".

Los ginosofistas -según el término empleado por Cervantes- eran brahmanes de la India, ascetas desnudos que se alimentaban de hierba. Aquellos magos le dijeron algo al guerrero que vale para los supremacistas actuales: "Alejandro, cada hombre es sólo dueño de la tierra que pisa y, cuando mueras, sólo poseerás la tierra que ocupa tu cuerpo". Incluso Séneca regatea la gloria al héroe y le acusa de ser un ladrón desde su niñez, un devastador de pueblos que consiguió el supremo bien de ser objeto de terror para todos los mortales. Y Cervantes, en el Quijote, también rebaja el ego del dios: «Alejandro, a quien sus hazañas le alcanzaron el renombre de Magno, dicen dél que tuvo sus ciertos puntos de borracho».

miércoles, 10 de enero de 2018

Huele a «espantá» en Cataluña - Fernando Ónega

Huele a «espantá» en Cataluña - Fernando Ónega

El señor Mas, don Artur, renuncia a la presidencia de su partido político porque realmente no era presidente de su partido político. Quien adopta las decisiones del PDECat, quien decide su estrategia, quien designa sus candidatos a la Generalitat, quien hizo las últimas listas electorales es otro señor llamado Carles Puigdemont, residente en Bélgica por necesidades de fuga de la Justicia. El señor Mas, don Artur, asegura que su dimisión estaba pactada con el partido desde hace un año, pero no resulta muy convincente. Si hubiera ese pacto interno, el señor Mas, don Artur, habría dimitido este lunes en la reunión de la ejecutiva del partido. En vez de hacerlo, envió un mensaje al de Bélgica para pedirle la generosidad de permitir formar gobierno estable y duradero en Cataluña. Los analistas lo entendieron como una sutil manera de insinuar a Puigdemont que dé un paso al lado y deje de incordiar. Algo así como la versión política de la canción de Serrat: «Niño, deja ya de joder con la pelota».
Pero el «no» del fugado a dejar la pelota debió de ser espectacular. Se debió de escuchar hasta el Ampurdán. Y sus seguidores legitimistas en el partido debieron de presionar de tal forma al señor Mas, don Artur, que terminó por tirar la toalla. Después de ganar la batalla electoral a Junqueras, el PDECat es un partido cuya existencia no está demostrada. Se pone a buscar otro líder de paja, obediente al de Bruselas o el mismo de Bruselas, que empezaría así a ensayar su gobernación telemática, por no decir telemaníaca. Y su presencia en el Parlament está camuflada -mejor dicho, diluida- tras el nombre de Junts per Catalunya.

Algo huele a espantá en la política catalana. Carme Forcadell renunció a repetir como presidenta del Parlament por miedo a reincidir y, sobre todo, por miedo a que reincida el juez Pablo Llarena. El exconseller Carles Mundó, hasta ayer candidato a suceder a Forcadell, sorprendió con su anuncio de que se retira de la política y se dedicará a «lo que siempre hizo», que es la abogacía. Y Artur Mas deja el primer plano, como Esperanza Aguirre en su día. Mis fuentes catalanas me dicen que comer y renunciar todo es empezar y que se abrió una vía de retiradas que puede continuar en las próximas jornadas. Por usar una frase de Sáenz de Santamaría, el independentismo empieza a estar descabezado. El miedo a la cárcel está consiguiendo lo que no consiguió la política. El único que no renuncia a nada es el fugado, porque no tiene nada mejor que hacer y está endiosado en su papel de ganador desde el exilio. No es fácil recordar un caso de apego tan patológico al poder. Pero también lo tenía Mas cuando se consideraba el mesías catalán, y ya ven cómo terminó.