miércoles, 11 de diciembre de 2019

Autodeterminación de las señoras - Ánxel Vence

Autodeterminación de las señoras - Ánxel Vence

Un juguete erótico promete ser el regalo estelar de estas navidades, aunque no parezca adecuado pedir esta clase de cachivaches a los Reyes Magos. Mágicos son, en todo caso, los dos minutos que se tarda en llegar al clímax con el Satisfyer, si hemos de creer a las experiencias publicitadas por algunas de sus usuarias.
El dispositivo consiste, básicamente, en un succionador de clítoris que mejora muy sustancialmente las prestaciones de los consoladores de toda la vida. No sufre gatillazos, no hay riesgo de eyaculación prematura y ni siquiera ronca una vez concluido el acto. Favorece, además, la autogestión del placer y puede usarse tantas veces como le plazca -nunca mejor dicho- a la feliz propietaria del instrumento.
El invento, a todas luces fabuloso, sustituye con ventaja a la interacción con una pareja. Retrucarán los más clásicos que la masturbación no deja de ser un hábito solitario; y que, fornicando se conoce gente y se amplía el círculo de amistades. Pero para eso ya está Facebook, si vamos a decirlo todo.
Esta es una cuestión de amor propio. El sexo en soledad viene a ser una alta expresión de estima por uno mismo; y así lo entendieron en su día algunos reinos autónomos y ayuntamientos al publicar guías para instruir a sus gobernados en las artes de la autosatisfacción erótica. Aquellos manuales ensalzaban las virtudes de la mano y el carácter saludable de la gayola, contra lo que se había sostenido anteriormente.
Antes de eso, algunos clérigos del antiguo régimen le metían el miedo en el cuerpo a los adolescentes -y al público en general- con la advertencia de que el vicio solitario les reblandecería la médula ósea e incluso podría causar la ceguera a quienes lo practicasen. La ciencia no convalidaba tan negros pronósticos, desde luego; y la experiencia se encargó de desmentirlos definitivamente.
Años después, un estudio de la Universidad de Boston vino a darles la razón a los partidarios del amor propio en materia sexual. La investigación de los expertos reveló que un mínimo de 21 eyaculaciones al mes, solos o en compañía, constituyen eficacísima terapéutica preventiva contra los tumores de próstata. Es así como la castidad ha pasado de ser una virtud a convertirse en un factor de riesgo, al menos en el caso del género masculino.
También en la España poco amante de los inventos -"¡Que inventen ellos!", decía Unamuno- se han hecho investigaciones sobre esta delicada cuestión. A los manuales de autoayuda orgásmica antes citados hay que sumar, por ejemplo, el mapa de inervación y excitación sexual del clítoris que hace ya una década encargó el Ministerio de Igualdad a un grupo de cartógrafos especializados en esa zona.
Aquella medida, de coste más bien módico, fue muy criticada en su momento por los enemigos de la autodeterminación erótica y los retrógrados en general; pero el tiempo ha acabado por dar la razón a la ministra que ideó el mapa.

No es improbable que aquella pionera cartografía de la intimidad haya inspirado a los diseñadores del Satisfyer para inventar este revolucionario artefacto que exprime todas sus posibilidades de goce al clítoris. Y, lo que es más importante, acaba con la discriminación que sufrían las señoras en este negociado del placer solitario. No era sin tiempo.

lunes, 9 de diciembre de 2019

España Suma y Sigue - David Torres

España Suma y Sigue - David Torres

Uno de los grandes aciertos del PP a lo largo de su historia ha sido el reciclaje de desperdicios políticos, tarea en la que son pioneros desde los albores de la Constitución, cuando un montón de patriarcas franquistas tuvieron que disfrazarse de demócratas de toda la vida, aprender a sonreír y cambiarse de chaqueta. El buque insignia del invento, a la vez que mascarón de proa, era Manuel Fraga Iribarne, un señor del que se decía que le cabía el estado en la cabeza. Teniendo en cuenta, primero, el tamaño de su cabeza, y segundo, que el estado español, allá por 1976, consistía en una sastrería, unos sótanos policiales salpicados de sangre humana y un caldo de cocido gallego, es muy posible que el elogio fuese mucho más preciso que una metáfora. Fraga mutó en demócrata de la noche a la mañana como si la radiactividad de aquel baño intempestivo en Palomares lo hubiese alcanzado con un decenio de retraso: Godzilla transmutado en lagartija.
Fraga demostró que de la derecha se aprovecha todo: hasta el centro. Sin embargo, AP, primera fase del invento, no acababa de despegar en las urnas, quizá porque la A de Alianza remitía demasiado al lenguaje militar, rimbombante y antitético del franquismo, que cuando hablaba de paz se refería a los cementerios y cuando hablaba de cementerios señalaba una cuneta. A algún genio del marketing se le ocurrió la idea de cambiar la A por una P y dejar todo lo demás como estaba; contra todo pronóstico, el engendro funcionó, a lo mejor porque PP sonaba casi igual que el nombre más popular del castellano: vente a la democracia, Pepe.
Cuando los ingenuos se preguntan de dónde habrán salido Vox y sus 52 escaños, probablemente olvidan que durante varias décadas, el PP ocultó en su interior a Abascal y a sus secuaces como una hernia, subvencionándolos con diversos chiringuitos hasta que se hartaron y cogieron el cesto de las chufas porque ni siquiera Mariano era lo bastante facha para ellos. Mientras la ultraderecha florecía en Francia, en Austria, en Hungría y en media Europa, en España pensábamos que todo era diferente, como en los tiempos de Alfredo Landa, sin comprender que Aznar era una derecha cuya circunferencia estaba en todas partes y el centro en ninguna.

De ahí que Pablo Casado haya propuesto una vez más el folklórico proyecto de “España suma”, un intento por restarle protagonismo a Vox e insuflar aire al agónico desplome de Ciudadanos después de las elecciones. Es decir, restaurar el status quo de la derecha española con el PP al mando, como siempre, un proyecto que demuestra una vez más la identidad esencial entre tres partidos que son como la Santísima Trinidad, el Trío Calaveras o las Tres Marías. Franco, Fraga y los demás: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Fundar otra vez el PP merecería el lanzamiento de una nueva marca de coñac, Refundador, ideal para hacer carajillos. Con Ciudadanos decapitado después de la dimisión de Albert Rivera y Vox inflado como una gaita gallega, parece difícil que la reunión prospere, pero todo es cuestión de paciencia.