domingo, 27 de diciembre de 2015

Elogio del libertinaje - Fernando Sánchez Dragó

Elogio del libertinaje - Fernando Sánchez Dragó

En Nochevieja cunden los adulterios. Yo siempre los he practicado y consentido. Deberían ser obligatorios. Inclúyase esa asignatura en los planes de estudios. No existe mejor recurso para evitar que el matrimonio derive a martirimonio y se rompa antes de que la muerte separe a los contendientes, digo, contrayentes. Con él, elevado por la Iglesia a sacramento y por el Código Civil a mandamiento, se evitarían muchos divorcios y los hogares dejarían de ser una olla a presión. Algo sabré del asunto, pues he tenido siete vidas conyugales -aunque sólo tres con sello de la autoridad-, y en todas he sido adúltero. Mis mujeres, no lo sé (de algunas, sí), porque nunca les he preguntado de dónde venían cuando volvían a casa. Y si no volvían, tampoco. Chez nous la liberté. Me asombra la mala prensa que tiene tan saludable costumbre. La corrección política la condena como antes lo hacía la Inquisición. Una cosa es la lealtad moral, que predico, y otra la fidelidad sexual, que no practico. Sin el uasabi del adulterio ni la literatura ni el cine habrían sido lo que son. Infinita es mi gratitud a tan estimulante especia. Hacer el amor con una mujer casada es algo que se la levanta a un muerto (y además es menos probable que te meta en líos). Y viceversa, supongo, aunque no sé si para ellas vale también esa copla. Quizá no, pues, digan lo que digan los cocinillas metrosexuales, sólo quieren casarse las mujeres. A los varones nos llevan tirando del ronzal. ¡Qué remedio! Más tiran tetas que puñetas. Yo nunca me metería en una red de adúlteros como la que en septiembre despiojaron, pero erija todo el mundo en su entrepierna una Estatua de la Libertad. ¡Treinta y siete millones de miembros viriles y no viriles militan en Ashley Madison! Todas las culturas refinadas -la griega, la romana, la francesa, la china, la nipona- elevaron a arte de vivir el adulterio. ¡Lástima haber nacido en España, porque de haberlo hecho en Francia mi brillante historial de adúltero podría llevarme al Elíseo! Mitterrand, Chirac, Sarkozy, Hollande... Hubo un presidente que entregó el alma mientras le hacían un francés. Clinton sobrevivió, y eso que lleva tantos by-passes como yo. Si las estadísticas no exageran, el quince por ciento de las personas no son hijas de su padre. ¿A qué viene entonces tanto remilgo? Exíjase en el Registro Civil prueba de paternidad para que los testamentos cuadren, y anchas sean Castilla y el resto del orbe.

lunes, 14 de diciembre de 2015

Cien años de Sinatra - David Torres

Cien años de Sinatra - David Torres

Hay cientos, miles de retratos de Sinatra, pero el mejor lo pintó Gay Talese en la revista Squire. Empieza con estas pinceladas: “Con un vaso de bourbon en una mano y un cigarrillo en la otra, Frank Sinatra se hallaba de pie en un rincón oscuro de la barra, entre dos atractivas pero ya algo mustias rubias que esperaban sentadas a que él dijera algo. Pero él no decía nada”. Un silencio de Frank valía por la discografía completa de muchos otros cantantes; cuando abría la boca hasta Dios se callaba. Para sacarlo de cuerpo entero, Talese decidió suprimirle la voz; tuvo suerte, le cogió con un catarro y así pudo titular su obra maestra: “Frank Sinatra está resfriado”.
Aparte de la voz, que es de otro mundo, lo más grande que puede decirse de Frank es que hubiera sido el hombre ideal para Ava Gardner si no fuese porque ella salió muy tocada de su matrimonio con el clarinetista Artie Shaw (que se dedicaba a reírse de ella y a llamarla paleta) y porque en aquel momento Ava era mucho más famosa que él. Eso era algo que el cantante llevaba muy mal, casi tanto como que, cuando ella se calzaba tacones, él casi tenía que ponerse de puntillas para besarla. Por lo demás fue una relación tempestuosa, tormentosa y tórrida que iba de las bofetadas a las borracheras y de las cornamentas a las reconciliaciones en carne viva. Se querían tanto que fornicaban en defensa propia. Después, cuando bajaban de la cama, era como si abandonaran el cuadrilátero. John Ford dio con el misterio secreto de Sinatra, cuando en mitad del rodaje de Mogambo, en una cena populosa presidida por el gobernador británico en Uganda, empezó a chincharla con la tabarra de cómo podía estar liada con semejante enano: “Anda, Ava, explícale al gobernador por qué estás casada con ese Frank que sólo pesa 50 kilos”. “Es fácil” replicó Ava, antes de ponerle a Ford el parche en la boca: “Porque son 3 kilos de Frank y 47 kilos de polla”.
Sí, Frank cantaba con la polla: he ahí el misterio de esas baladas que, en boca de cualquiera de sus imitadores, son miel, jarabe o regaliz, y en la suya un valle de alta montaña con sus nieves y sus cumbres, sus árboles y sus águilas. Otros cantantes aprendieron a frasear según el timbre de una trompeta, un saxofón o un piano, pero Frank se curtió en la orquesta del trombonista Tommy Dorsey e incorporó el trombón a sus pulmones. Muchos han dado fe de la célebre anécdota, cuando Sinatra, después de una de sus broncas legendarias, llamó por teléfono a Ava desde un hotel de El Escorial y se puso a canturrearle mientras acariciaba el piano con el auricular pegado a los labios. Al rato, mientras él seguía ensimismado en las teclas, Ava bajó de un taxi y entró en el vestíbulo del hotel, triunfante, perfectamente desnuda bajo un abrigo de pieles aunque nadie, salvo Sinatra, podría verificarlo. Se lo llevó escaleras arriba. Lo único seguro es que a la mañana siguiente él apareció en el rodaje con un nuevo disco de arañazos grabado en la cara.
De sus relaciones con la mafia podría escribirse una enciclopedia y, de hecho, se han escrito varias. Coppola mostró, casi al comienzo de El Padrino, que el cantante Johnny Fontana consigue el papel de su vida gracias al telegrama de una cabeza de caballo introducido en el lecho de un productor de madrugada. No había que ser muy listo para detectar, en el favor que Fontana le pide a Vito Corleone, la sombra del soldado Angelo Maggio, el fastuoso papel de De aquí a la eternidad que le valió a Sinatra su único Oscar y el final de su exilio de los escenarios. Más aun: se rumorea que, cuando Kruschev casi se lía a zapatazos porque su mujer quería visitar Disneylandia y el FBI respondió que no podía garantizar su seguridad, Sinatra, que acompañaba a los mandatarios rusos en una visita guiada por Hollywood, hizo unas cuantas llamadas a Chicago: “Dile a la puta ésa que no hay problema. Nosotros la protegemos”.

También ayudó a que Kennedy (cuyo catolicismo era un lastre en su carrera hacia la presidencia) ganara las elecciones movilizando el voto de los sindicatos en Virginia gracias al todopoderoso Sam Giancana. Sin embargo, cuando Kennedy llegó a la Casa Blanca olvidó todas sus promesas y nombró a su hermano Bobby fiscal general con la orden expresa de desmantelar el crimen organizado. Giancana montó en cólera y uno de sus capos le sugirió que, en venganza, había que matar a Sinatra o al menos afeitarle las cuerdas vocales. Según una de las escuchas con que el FBI vigilaba los movimientos de la mafia, Giancana telefoneó a última hora para anular el asesinato con una frase que firmaría hasta el último sordo del planeta: “Déjalo, Paul. Sería un crimen contra el mundo acallar esa voz. Nunca me lo perdonaría”.

sábado, 31 de octubre de 2015

El sueño de la salud produce cáncer - David Torres

El sueño de la salud produce cáncer - David Torres

El cómico Bill Hicks, que era bestia como él solo, tenía un monólogo en que empezaba preguntando al público si les molestaba que encendiera un cigarrillo. Ya lo llevaba puesto en la boca. Muchos levantaban la mano, él sacaba el mechero, empezaba a fumar y decía: “Sólo era para saberlo”. Eran aquellos tiempos, no hace mucho, en que un actor no tenía que sacar un pitillo de plástico si la obra le obligaba a un acto contra la salud pública. Hicks soportaba los abucheos, insultos y murmullos, y luego advertía que tenía una mala noticia para los no fumadores. “¿Estáis preparados?” preguntaba, sosteniendo el cilindro letal entre sus dedos. Engolaba la voz y se carcajeaba aullando: “¡Vais a morir todos!”
Hicks, que fumaba como un carretero, bebía como dos y esnifaba sin bajarse de la carreta la línea continua, murió demasiado joven, casi a la edad de Cristo, crucificado por un cáncer de páncreas. Probablemente su adicción al tabaco, al alcohol y a las drogas tuvo algo que ver en el asunto aunque conozco gente que ha muerto de ese mismo horror, más o menos con los mismos años, que no bebían, no fumaban y vivían como anacoretas. Supongo que los mató una sobredosis de chorizo. Hicks sabía que su dosis de nicotina sobrepasaba con mucho los límites razonables. Cuando preguntaba a alguien del público cuánto fumaba y le respondían que unos diez al día, se echaba a reír: “Mariquita. Yo dos. Paquetes no. Dos mecheros”. Conjuraba su miedo al enfisema y al cáncer de pulmón con un número más negro que los cimientos de Génova, en donde imaginaba que dentro de unos años tendría que presentarse a actuar con un boquete en la tráquea, aunque seguiría fumando a través de él. De repente la muerte lo atacó por donde menos lo esperaba. No el pulmón ni la garganta ni la boca sino el páncreas.
Es lo que decía John Lennon, que tú haces planes pero la muerte es lo que te pasa. Sí, Lennon dijo otra cosa pero la nota a pie de página la puso un chiflado con una pistola. De hecho puedes hacer los planes que quieras que la muerte los acabará jodiendo, desde dentro o desde fuera, con un accidente de aviación o un infarto, un incendio o un aneurisma, igual que en la variante de aquella fábula medieval del hombre que veía a la muerte en un bocadillo de panceta, se hacía vegetariano y se moría por la noche atragantado con una zanahoria. La OMS está repleta de humoristas que juegan a asustarnos con cosas como la gripe A o la peste porcina, gastamos millones en medicamentos que enferman casi igual que curan, pasa la pandemia, se lleva doce gatos y, mientras tanto, como cada año, viene la malaria y masacra a un millón y pico de personas. Pero como son pobres, y viven y mueren en sitios como Bangladesh, pues no se enteran de nada. Tampoco es que a la OMS la malaria le quite mucho el sueño. Desde luego, ni la mitad que el chorizo.

Esta semana los traficantes de Tamiflú han advertido así, a lo bruto, que la carne procesada provoca cáncer de colon, aunque luego han rectificado y han dicho que depende mucho de la dosis, del componente genético y de otros factores de los que nadie tiene ni puta idea, porque si comer salchichas a dos carrillos tuviera realmente esos efectos devastadores muchas actrices porno, muchos actores gays y casi todos los tertulianos de extrema derecha ya no tendrían culo, y no es el caso. El tipo aquel de Crónicas carnívoras, que se zampaba un trolebús de tocino por programa, debería ser declarado excepción o milagro, igual que Churchill, que fumaba unos ocho habanos al día, bebía incluso agua y al final casi hubo que fusilarlo para que se muriera. En cuanto a la comida, Churchill decía que la única dieta que hacía a veces era comerse sus palabras.

miércoles, 21 de octubre de 2015

Mirás - Manuel Jabois

Mirás - Manuel Jabois

“No quiero verme en el espejo de esos padres que les dedican a sus despachos más tiempo que a sus hijos y que a sus dormitorios”. escribió hace diez años el periodista recientemente fallecido

El sábado fue despedido entre gaitas el periodista Nacho Mirás. Escribió historias de realismo mágico en La Voz de Galicia, hizo de lo pequeño una virtud y de lo grande algo tan cercano que el lector podía sentirlo propio. Fue reportero de sucesos y hombre de asfalto. Hizo entrevistas en las que exprimía un humor delicado que dejaba titulares primorosos, el mismo humor con el que llenaba lo cotidiano de forma que nadie saliese indemne. Le dijo el alcalde de Lalín: “El cerdo salvó más vidas que la penicilina”. Le dijo Pérez Esquivel: “Cuando Bush reza a Dios, Dios se tapa los oídos”. Le dijo el abad de Oseira: “El gregoriano es como Rocío Jurado, suena todo igual”. Fue generosísimo conmigo sin conocerme de nada y supe después que era así con un ciento de aprendices más. No tenía mérito quererle: la exigencia era estar a su altura, comportarse con los demás como él se comportaba contigo. Distinguió a sus amigos con un amor violento y fue, por encima de todo, hombre de familia: de sus padres, de su chica Ainhoa, de sus niños Ane y Mikel. Hace 10 años escribió: “Me moriré feliz si consigo que el recuerdo de mi nombre no se asocie con el de un tipo que le entregó la vida a una causa ajena. Y que fue dejando por el camino un rastro de enemigos que un día no lo eran. Nunca he entendido a quienes solo son lo que trabajan; eso no es ser. El que quiera, que me recuerde como un tipo al que a veces le hervía la sangre, como uno que hablaba demasiado, como el que saltaba cuando le pisaban el callo, como aquel fulano que eructaba, al llegar las ocho, la rabia de la injusticia. Pero no quiero verme en el espejo de esos padres que les dedican a sus despachos más tiempo que a sus hijos y que a sus dormitorios”. Era 2005, tenía 34 años. A finales de 2013 se le presentó un tumor maligno en la cabeza: le puso un nombre, Casiano, y le dedicó un blog, Los días tristes, que publicó como libro. Se llama El mejor peor momento de mi vida (Paidós) en homenaje a Mafalda: “Me has dado la peor alegría de mi vida”. Lo presentamos hace un año en un acto en el que Santiago, Galicia, le reconoció como narrador de una estirpe sagrada, contador de huella propia. Quizás en aquella sala abarrotada el único que no supiese que se iba a morir era él. Parecía estar naciendo: su humor, su risa, su enorme fuerza, la cabeza grande, rasurada y herida. Eran días tristes y felices. Había vencido al tumor, el tumor volvió. De las hostias de la vida la de Nacho Mirás Fole no me la podré explicar nunca.

Guapos al poder - Raúl del Pozo

Guapos al poder - Raúl del Pozo

La belleza puede ser un despotismo breve, pero por lo menos dura una legislatura. La juventud hechizante, la edad de la poesía, cuando ríe el aire con sus divertidas ocurrencias, aliada a la belleza, ha decidido tomar el poder en España. Hoy más que nunca, el rostro que no irradie luz nunca será gobernante.
El sexo y la atracción ya son la fuerza motriz de la política española, a falta de nuevas ideas. Los que ganen van a hacer lo que les diga la señora Merkel, pero todos hacen el papel de galanes rebeldes. Jóvenes y bellos, macizas y guaperas, lindos 'bodies', 'pivones', se han transformado en la fuerza de choque de los partidos. Mao, que era un pureta chino, movilizó a los hijos de la Revolución diciéndoles: "Vosotros, jóvenes, llenos de vigor y voluntad, estáis en el despertar de la vida, como el sol a las ocho o las nueve de la mañana. China os pertenece". En el mismo tiempo, una generación de 'hippies' con cara de ángeles bebía trementina, buscaba 'jazz' o sexo y, según Ginsberg, "se dejaban follar por el culo por santos motoristas". Pero no tenían intención de tomar el poder, sino de desacreditarlo. Ahora, en España esos jóvenes apolíneos de 'footing' y gimnasio, amados por la cámara, dicen que van a asaltar los cielos; los de los partidos del orden prometen que van a evitar el caos; y todos quieren mandar en la Nochebuena.
El desfile de los nuevos políticos españoles parece el de una selección nacional para el concurso de 'Miss' y Míster Universo o una sesión de 'casting' para modelos publicitarios. Aparecen en la televisión en un nuevo 'star system' del poder; amados por las cámaras, parecen galanes de las series o de las películas españolas. Pablo Iglesias, Alberto Garzón, Pedro Sánchez, Albert Rivera, Pablo Casado, Begoña Villacís, Teresa Rodríguez, Inés Arrimadas, Rita Maestre, Borja Sémper, Andrea Levy...
"El desfile de los nuevos políticos parece una selección nacional para el concurso de 'Miss' y Míster Universo o una sesión de 'casting' para modelos publicitarios"
Podrían brincar -y brincan- en la alcoba al conjuro lascivo del laúd, como se dice en 'Ricardo III'. Esa cara del renco y chepudo, la del feo con ansias de mandar para ser amado, es la verdadera cara del poder. Por eso, los faraones escondían sus rostros; sólo los mostraban en las monedas. Jehová, el poder total y absoluto, no deja que Moisés mire su cara. Cuentan los cronistas de Indias que Atahualpa recibió a los españoles tras una tela sujeta por concubinas para ver sin ser visto. Harold Bloom está convencido de que la de Ricardo III es la verdadera cara del poder, la de la intriga, la venganza, la maldad, la mentira, cuando Inglaterra -como ahora España- enloqueció y se desgarraba en el invierno del descontento.

Los chicos y las chicas que nos quieren gobernar son atractivos, pero no olvidemos el proverbio "Ojo al parche" (a la piel del tambor), ni la sospecha de que alguna vez el poder es un psicópata, una mezcla de Yago y Macbeth, como el renco y jorobado que nació con dientes y pelo largo tras permanecer dos años en el vientre de su madre. "Yo, que estoy mal acuñado, burlado en apostura por falaz naturaleza, deforme, inacabado, los perros me ladran cuando paso renqueando".

miércoles, 14 de octubre de 2015

Fortasec, Willy, Fortasec - Carmelo Jordá

Fortasec, Willy, Fortasec - Carmelo Jordá

Desde que viví una intensa experiencia con la maldición de los faraones en El Cairo, el Fortasec no falta en mi maleta, especialmente si se trata de un viaje a un país con ciertas deficiencias sanitarias, como es, con todos los respetos, el por otra parte maravilloso Egipto.
Por eso no puedo dejar de recomendárselo a aquellos que van a lugares inhóspitos e insalubres, porque no hay nada mejor contra los desarreglos intestinales. Por ejemplo, querido Willy, el Fortasec es la solución a los problemas que te ha causado, seguro, un viaje interior que te ha debido de hacer pasar por un sitio lleno de porquería e inmundicia: tu propia mente.
Imagino que sienten ustedes, queridos lectores, bastante desapego por la persona del más rojeras y reivindicativo de nuestros actores, y lo cierto es que es comprensible. Yo, en cambio, desde que descubrí que en el fondo es un burgués capitalista, le tengo cierto aprecio, como una empatía personal, qué quieren: sentí entonces cierta afinidad de la que ya no me es fácil desprenderme.
Así que, aunque probablemente no debería prestarle tanta atención, me tiene preocupado por esa diarrea mental que el pobrecito arrastra. No puede ser, Willy, ya no tienes edad para según qué cosas y va siendo hora de que tengas en cuenta una verdad que pareces empeñado en demostrar en solitario: la cabeza es como el estómago, y si le metes productos caducados y nauseabundos te vas por la pata abajo, como se dice en Madrid.
Tienes que cuidarte porque en no demasiado tiempo has pasado de ser un actor simpático y gracioso –qué guasa tenías en Siete vidas– a convertirte en una especie de mono de feria ideológica, un hombre-elefante político, una escatológica mujer barbuda y comunista que se exhibe en saraos de medio pelo por plazas de tercera. Ya oigo la presentación: "¡Vean al increíble Willy Toledo, la mujer barbuda, el actor diarreico que todo lo caga!".
Eres, querido Willy, como los cantantes de la época más dura del punk, que escupían –cuando no cosas peores– a su público, aunque ellos sí estaban preparados para la catarata de escupitajos que recibían a cambio de parte de sus enfervorizados fans, y no sé si tú eres consciente de este efecto secundario.
Aquello del punk no duró demasiado y esto tuyo tampoco puede alargarse mucho más. Fortasec, Willy, Fortasec, ya verás qué maravilla: una pastillita y se te cierran los conductos como si te pusieses un tapón de cava –catalán, por supuesto– en salva sea la parte.

Hazlo por nosotros, hazlo por la estética, hazlo por tu estómago y, sobre todo, hazlo por ti, que a este paso la gente no va a ir a verte ni aunque rebajen las entradas de la feria. A este paso, Willy, no vas a tener ni público que te devuelva los escupitajos.

viernes, 9 de octubre de 2015

La parroquia - Juan José Millás

La parroquia - Juan José Millás

El talento de un obispo con las maneras de un párroco. O viceversa. He ahí el secreto de Francisco I. Las prestaciones de un fórmula 1 al precio de un utilitario, el sabor del tabaco sin los riesgos de la nicotina. El mundo de la publicidad ha explorado todas las fórmulas verbales que exaltan el consumo de los refrescos con azúcar sin dejar por ello de condenar la diabetes. Francisco I es la cerveza sin alcohol y la riqueza pobre. Los líderes mundiales lo adoran por lo que tiene de párroco y lo respetan por lo que tiene de obispo. Les encanta que hable sobre los horrores del capitalismo y los beneficios de la paz mientras ellos, desde el móvil, manipulan las Bolsas o bombardean los hospitales.

Siente a un párroco a su mesa. Pero a un párroco con mitra, que todavía hay clases. No nos quejamos de lo que dice el Papa sobre el capitalismo; es tan obvio como lo que dice Antonio Baños, solo que Baños, gozando de la inteligencia de un párroco, carece de las maneras de un obispo. Lo que caracteriza a Baños es que no desea hablar en la ONU ni abandonar su parroquia. La conoce, se encuentra a gusto en ella y, al contrario que Pablo Iglesias, intuye los peligros de crecer. Iglesias, de vuelta a Vallecas, quizá se pregunte qué hizo mal. Pues que no supo estar. Baños, en cambio, no quiere estar. No estar requiere cantidades ingentes de astucia y la aceptación anticipada de que nunca llegarás a nada. Contaba Umbral que Areces, al salir de El Corte Inglés, se compraba unas zapatillas de cuadros en la mercería de enfrente. Significa que alguien debería hacer en la vida civil lo que Francisco I en la religiosa. Todo es muy confuso. Tal vez necesitamos un líder de izquierdas con mentalidad de militante de derechas. O al revés.

martes, 22 de septiembre de 2015

Pobres conductores de autobuses

Pobres conductores de autobuses

Sabadell. 19:30h. “La puerta! Abre la puerta”, grita una señora desde el fondo del autobús, de pie y con el carrito de la compra, lleno, en mano. “A ver, ¿por qué tengo que abrir la puerta? ¿¡Porqué tengo que abrir la puerta si el timbre no está marcado!?, pregunta indignado el conductor, girando su cabeza y, a juzgar por la vena de su cuello, un tanto irritado. Acto seguido, no sin desenfadarse ni bajar el tono de voz, el conductor hace el esfuerzo de abrir las puertas para que la señora del carrito baje, y suelta: “Señores, que no soy adivino!”.

Hace apenas unos minutos que he salido de ese autobús, el que cojo cada día para regresar a casa. Estaba justo en el centro del mismo, de pie, lo que me ha permitido “vivir” ese percance perfectamente. Llevo días pensando en escribir sobre este tema. Hoy la circunstancia me lo ha puesto literalmente “a huevo”. Cada día me encuentro con alguna situación parecida. Lo que pasa en los autobuses de ciudad da para un estudio sociológico de los buenos. Da para ver hasta qué punto somos individualistas, egoístas y maleducados. Supongo que pasará también en otros transportes públicos y que vosotros, si los usáis, os habréis percatado de ello.

Todo empieza en la cola de la parada. Esa cola indefinida que se va reestructurando a medida que llega el autobús que debe coger uno. Los ancianos y ancianas -con todos los respetos- cogen posiciones, el muchacho que escucha música, sin que uno sepa muy bien cómo, se coloca de los primeros, si hay algún carrito de bebé, el que lo lleva también toma preferencia, y los que estaban bien posicionados hace un minuto, detrás, a esperar. Nada, una tontería, no vendrá de 40 segundos. Paciencia.

Piipiip, piipiip, piipiip. “Señor, no ha picado el ticket”. Piipiip, piipiip, piipiip. “1’45€, por favor”. piipiip, piipiip. “Buenas tardes”. Estos son algunos de los sonidos característicos que captaría cualquier grabadora situada en la entrada del autobús cuando suben los viajeros. Muchos pitidos de la máquina que lee los tiquets, alguna advertencia del conductor al listillo que quiere hacer un “sinpa”, ruido de monedas y, muy esporádicamente, algun “buenos días” o “buenas tardes”. Pocos cruces de miradas entre conductor y viajero. El primero suele ponerle voluntad, el segundo no.

Superar esas primeras dos fases ya es algo crucial, pero vienen más situaciones interesantes. Hay que hacerse con un sitio para sentarse. Como sea. Ir de pie en un autobús de ciudad, con lo inestables y puñeteros que son los autobuses de ciudad, es un auténtico desastre. Eso es lo que pensará la mayoría. Comienzan las batallas -frías y silenciosas- por llegar a ese sitio y sentarse. Ni que sea para pasar, cómodamente, los 5, 10 o 15 minutos que dura el trayecto. Yo suelo quedarme en el centro, de pie, para dar cuenta de estas cosas que hoy os explico.

En un autobús, las peticiones de los usuarios al conductor pueden ser muy variopintas. Desde pedir subir o bajar la calefacción a cambiar de emisora de radio (o subir/bajar el volumen) pasando por la tradicional pregunta de “para ir a tal sitio, ¿qué parada es la más cercana?”. Son todos ejemplos reales que he escuchado alguna vez. No es de extrañar, pues, que por muy positivo que quiera ser uno, le acaben sacando de sus casillas, como ha ocurrido hoy con el pobre conductor.

Cuando hoy he entrado en ese autobús he visto un busero optimista y simpático. De las seis personas que han entrado antes que yo, solo una se ha dirigido a él. Y lo ha hecho para comprar un billete. Pero el busero no ha puesto mala cara. Debiera estar acostumbrado. Ha respondido mi saludo cordialmente y ha seguido con su ruta. Al final, el grito de la señora del carrito ha provocado su enfado tonto en el que era, probablemente, uno de los últimos viajes de la jornada. Con un simple gesto, pulsar el botón rojo a tiempo, se podría haber evitado.

De vez en cuando intento ponerme en la piel del conductor o conductora. Esa persona que ha de afrontar durante ocho horas el mismo recorrido, la misma rutina, la vuelta idéntica; a la vez que debe lidiar con caras largas, discusiones tontas, gente tóxica y, sobre todo, mantener los cinco sentidos en la carretera. Con lo complicado que puede resultar eso en una ruta de ciudad (coches en doble fila, semáforos, pasos de peatones…). Los buseros son de otro mundo, nacidos para ello. Gente admirable y envidiable. Y un tanto masoquista, eso sí.

En fin. La próxima vez que subas a un autobús, piensa en ese conductor o conductora que ha de llevarte donde sea. Dale un buen saludo. O un simple ‘Hola’, como veas. Algo. Y, si no es mucho pedir, haz lo mismo con el resto de viajeros. Piensa más en ellos y menos en ti. Más en ellos y menos en tus preocupaciones y tus prisas. Cede tu asiento, respeta la cola, pulsa el botón cuando toca. No cuesta nada y significa mucho.

España tolón, tolón - David Torres

España tolón, tolón - David Torres

La concordancia no es el fuerte de Mariano. No, tampoco la sintáctica. “Gracias porque habéis hecho feliz (sic) a muchísimos españoles, a todos los españoles” dijo ayer al recibir a la selección de baloncesto después de su brillante victoria en el europeo. Lo correcto hubiera sido decir “felices”, en plural, a no ser que Mariano contemple a la totalidad de los españoles como un único sujeto colectivo, una homogénea comunidad de creyentes donde no caben ni los independentistas catalanes, ni los indiferentes a las gestas deportivas, ni Fernando Trueba, ni tampoco esa gente sospechosa que el domingo estaba leyendo un libro, practicando yoga o reactivando el consumo en una terraza en lugar de aullar cada canasta rojigualda.
Ahora bien, si se quiere hacer justicia a una epopeya europea como la de Gasol y sus muchachos se necesita un narrador homérico y ayer José María Mijangos creció tres palmos para escribir una crónica a la altura. En lugar de tirar por el sendero literario, que tampoco es su fuerte, Mariano se decidió por la geopolítica para explicar en unas pocas y sencillas palabras la trayectoria de la selección española de baloncesto, el desarrollo de este deporte en las últimas décadas, nuestra hegemonía en la cancha e incluso la caída del Muro de Berlín: “Ha sido nuestra medalla 12 en un europeo, sólo la URSS y Yugoslavia nos superan, pero como ya no existen, pues no nos supera nadie, somos el primer país de Europa a la hora de tener medallas”. Un resumen que no lo iguala ni Siro López, el inefable cantor de las gestas deportivas hispánicas, quien, en un momento dado de la semifinal contra Francia, descifró el marcador con la sabiduría de un ministro de economía: “19-28, 11 arriba”. Y aún le sobraban dedos.
Este extraordinario dominio de la aritmética, la historia y la gramática no hubiese sido posible sin la ardua labor de analfabetización promovida por el ministerio de Educación desde hace décadas. La última muestra de este empeño es un libro de 6º de primaria de Ciencias y Sociales publicado por la editorial MacMillan (y esposa). El volumen ha aparecido en los colegios españoles igual que aquel extraño suplemento en el tomo de una enciclopedia en el célebre relato de Borges, Tlön, Uqbar, Orbis Tertius, mostrando una historia alternativa donde la guerra civil española fue culpa de la Segunda República, el régimen de Franco instauró “una economía autosuficiente” y Esperanza Aguirre trajo “la modernidad a la región”.

Cuando le preguntaron a Marta Martínez, directora editorial de MacMillan (y esposa) por el sesgo ideológico de semejante panfleto, la buena mujer respondió que ellos diseñan sus contenidos “sin ningún interés político” para que “los niños aprendan sin aleccionarles”. Pues menos mal, porque si llegan a aleccionarlos, como en las ikastolas, lo mismo hubieran dicho que el Generalísimo era pivot del equipo español de baloncesto y que lo único que hizo fue ponerle un tapón a Azaña. Ni golpe de estado, ni técnica, ni personal. Por supuesto, a Esperanza Aguirre le ha faltado tiempo para declarar que en el libro “no se dice más que la verdad”, como si antes del tamayazo en Madrid no hubiera calefacción, ni agua corriente, ni cableado telefónico. En el cuento de Borges, el narrador, que compartía muchos rasgos con el escritor argentino -desde la amistad con Bioy Casares hasta el gusto por la erudición-, comprendía que la realidad estaba sufriendo una invasión paulatina por parte de la metafísica idealista y que tarde o temprano, “el mundo será Tlön”. Suerte que tenían, porque aquí sólo falta otra legislatura del PP para que España sea una vaca lechera, no una vaca cualquiera, que da leche merengada, ay qué vaca tan salada, tolón, tolón.

lunes, 21 de septiembre de 2015

Folleu, folleu’ - Fernando Sánchez Dragó

'Folleu, folleu’ - Fernando Sánchez Dragó

CARLOS II tuvo catorce nodrizas oficiales y dieciséis de repuesto. Pese a tanto derroche de calostro y leche entera no consiguió preñar a ninguna de sus dos esposas. Aquellos polvos (sic) trajeron los lodos catalanes. Tras su muerte el forense descubrió que el monarca sólo tenía un testículo, diminuto y carbonizado, y que su corazón abultaba lo mismo que un grano de pimienta. ¿Era estéril? Sí, aunque fueron sus cónyuges las que cargaron con el mochuelo. Impotente, en contra de la leyenda, no. Rijoso a más no poder. Su primera esposa tenía prohibido llevar bragas para que su tela no obstaculizase los arrebatos del rey. La flojera de remos de éste se atribuía a un episodio de su infancia. Tenía el principito cuatro años cuando Felipe IV murió. El protocolo ordenaba que el heredero besara a su progenitor en el lecho de muerte. Las cosas se complicaron. Alguien había tenido la ocurrencia de meter la momia de san Isidro en el lecho del agonizante por ver si de ese modo sanaba. Varios días yacieron juntos el monarca y la reliquia. El futuro rey se asustó al ver los apolillados restos del probo labrador y se negó a besar a su padre. Esa negativa, con el correr del tiempo, originó un complejo de culpa que, debidamente somatizado, se tradujo en esterilidad. Los saludadores aseguraron que el maleficio se extinguiría si el rey cumplía a título póstumo con su deber filial. 'El Hechizado' se avino, bajó con su primera mujer al pudridero de El Escorial, sacaron de su féretro a Felipe IV, depositó el hijo pródigo un beso en la descarnada mejilla de éste, hicieron mutis los cortesanos y allí mismo, rodeados por las osamentas de tantos reyes muertos como faraones hay en el valle de Luxor, copuló el último de los Austrias con María Luisa de Orleans. Y nada. Ni por ésas. No cuajó.
"Sin el gatillazo de Carlos II no se habría desencadenado la Guerra de Sucesión, la Diada no existiría y el separatismo tampoco"

De tan extraño modo se puso en marcha -tictac, tictac- la espoleta de la bomba que estallará el 27 de septiembre. Sin el gatillazo, aunque gatillazo, en sentido estricto, no hubo, no se habría desencadenado la Guerra de Sucesión, los catalanes no habrían apoyado al Archiduque, el ejército borbónico no habría entrado a sangre y fuego en Barcelona, la Diada no existiría y el separatismo tampoco. Así se reescribe la historia: con renglones torcidos y en el catre. Sófocles lo adivinó y Freud lo diagnosticó. 'Voteu, voteu', catalanes, que 'el món s'acaba'.

Infames banqueros - Raúl del Pozo

Infames banqueros - Raúl del Pozo

En Cataluña, los independentistas no quieren someterse a la disciplina del capitalismo y atacan a los infames banqueros, como si fueran aquellos Médicis que tiranizaron Florencia o aquellos banqueros que execraba Quevedo -junto a los catalanes- porque sorbían en plumas de ganso. Los catalanes creen ahora que harán del plomo oro, han sustituido la religión por la patria, detestan a los Fainé por haberles avisado de los riesgos de la secesión y del peligro que corren sus ahorros. La respuesta de los separatistas ha sido: van de farol.
Ya recordaba Sampson en 'El toque de Midas' que las obras del Bosco y de Brueghel relacionan el oro con las deposiciones humanas. Los independentistas, olvidando que el padre de la patria fue banquero, fustigan a los usureros sórdidos de 'culoapretado' que no creen en la nueva república, la Holanda del Sur. No quieren escuchar los blues del Banco Mundial ni oír hablar del pastón que deben, ni si la deuda del Estado se va a repartir o no de forma equitativa. Acusan a los banqueros de hablar a las instituciones para doblegarlas, después de haber desahuciado a familias y de quitar la cartera a los abuelos. Proclaman que la banca ha robado y hay que meterlos en vereda. Han llegado a deletrear la palabra fatídica "pronunciamiento", y el caso es que los pobres bancos ni siquiera se atreven a llamarse bancos y se denominan entidades financieras.
Es verdad que los banqueros tienen mala prensa desde la antigüedad. A Marco Bruto, el asesino de César, lo consideraban íntegro y patriota, pero sus enemigos le llamaban usurero y le acusaban de hacer pagar el dinero con la piel. En otros tiempos, prestar dinero con usura se consideró tan nefasto como el asesinato. Dante, que era hijo y nieto de prestamistas, mete a los banqueros en el Séptimo Círculo por hacer ganancias ni con el sudor ni con el ingenio, sino con el mismo dinero; se llegó a acusar a los Rothschild de haber untado a Marx para que escribiera 'El Capital'.
Los separatistas amenazan a los patrones de los bancos diciéndoles que ya pueden ir haciendo las maletas; piensan que están cagados de miedo, pero como recordó Iceta en el debate a siete -conducido por la simpar Ana Pastor-, los que debieran tener miedo son los que tienen cuentas corrientes en Cataluña y los que se arriesgan al corralito y a no cobrar las pensiones.

Le pregunto a hombre-puente, inteligente y pacífico, cercano a Mas: "¿Os estáis volviendo locos abucheando a Obama e insultando a los banqueros?". "No, no -contesta-. Es que con esta movilización de los poderes globales y terrenales se pretende asustar a los dudosos, a los menos independentistas de los independentistas, a los miedosos. Pero no sé si han valorado lo suficiente que, diciendo que Cataluña va al caos y Obama admitiendo implícitamente que Cataluña se puede ir, ya es una victoria del independentismo. Los banqueros demuestran nerviosismo y eso puede animar a irse a los que tienen deudas e hipotecas".

lunes, 14 de septiembre de 2015

Con tres ya basta - Tino Pertierra

Con tres ya basta - Tino Pertierra

Oscar: "Ahora que lo pienso porque tengo mucho tiempo para dedicarme a hacer tonterías (me jubilé hace tres meses), el número tres me ha perseguido desde que nací. Ocurrió un 3 de marzo, a las tres de la tarde, y lo que pudo ser una casualidad del calendario se convirtió en una señal del destino. Tuve tres hermanas, me expulsaron de tres colegios y en la adolescencia me abandonaron tres novias a las que engañé tres veces con tres chicas distintas. Con una de las aventuras me casé, fue la primera de mis tres esposas, y tuve un hijo con cada una de ellas. Hace tiempo que no veo a las madres y los hijos no quieren verme a mí. Los motivos son desagradables, me los callo. Trabajé en tres ciudades distintas en tres profesiones que no tenían nada que ver entre sí y por fin me acabé asentado como fotógrafo de bodas y bautizos. Mi cuerpo tiene las cicatrices de tres accidentes de tráfico y tres infartos me dejaron el corazón en cabestrillo para siempre. He sufrido tres graves decepciones, no me refiero a los matrimonios, sino a desengaños con amigos a los que creía leales y me salieron escorpiones. Podría seguir, pero no quiero aburrir con mi relación especial con el número tres, ni caeré en la vulgaridad de contar aquella experiencia en la que disfruté de un trío durante una noche loca.

Ayer me desperté a las tres de la madrugada porque la mujer con la que vivo desde hace tres semanas tuvo un sueño agitado y me asestó un puntapié en la barriga. No se lo tuve en cuenta, pero al desvelarme tuve mucho tiempo para pensar tonterías y caí en la cuenta de que era mi tercera compañía femenina del año y que echaba de menos estar solo. No sentirme solo, algo que ha sido habitual en mi vida, sino estarlo. Sin nadie que me espere ni me desespere, con la casa hecha un desastre, la cama siempre deshecha y la nevera convertida en un mausoleo de comida rápida y envenenamiento lento. Así que, a la mañana siguiente, cogí mis cosas cuando ella se fue a trabajar y me fui dejando una nota en la mesa de la cocina: me voy, me voy, me voy".

miércoles, 9 de septiembre de 2015

Jose Luis Herraiz Diaz ha compartido la foto de Mariela De Leon Diaz.

Jose Luis Herraiz Diaz ha compartido la foto de Mariela De Leon Diaz.

Una chica muy arrogante y estirada, estaba esperando su vuelo en una sala de espera de un gran aeropuerto. 
Como debía esperar un largo rato, decidió comprar un libro y también un paquete con galletas. 
Se sentó, para poder descansar y leer en paz.

en el Asiento de a lado se sentó una señora ya de edad poco avanzada, que abrió una revista y empezó a leer. Entre ellas quedaron las galletas. Cuando la chica cogió la primera galleta,la señora también tomó una.

La chica se sintió indignada, pero no dijo nada. Solo pensó: "¡Qué descarada esta vieja; si yo fuera más valiente, le diría un par de cosas y le hablara pésimo y le insultaría".

Cada vez que ella cogía una galleta, la señora también tomaba una. 
Aquello le indignaba a la chica.
tanto que no conseguía concentrarse ni reaccionar.

Cuando quedaba una sola galleta, pensó: "¿qué hará ahora esta vieja aprovechada?".

Entonces, la señora partió la última galleta y con una media sonrisa en su rostro, sin decirle nada a la chica, dejó media galleta para ella.

¡Ah no!. ¡Aquello le pareció demasiado!. y esa chica se enfureció y mucho se molesto, muy indignada con tal situación.
tomo la media galleta y no aguanto mas y se la tiro a los pies de aquella señora y le dijo: vieja descarada, se ve que tiene hambre , eso es lo que usted es una descarada.
y la señora solo agacho la cabeza y no respondió nada.

Se levantaron las dos y cada quien se dirigió a su propio sector de embarque, ya que tenían distintos vuelos y se dirigían obviamente a diferentes destinos.

La chica mientras caminaba a su sector de embarque, muy indignada resoplaba la enorme rabia que llevaba. Cerró su libro y sus cosas y se dirigió a abordar.

Cuando se sentó en el interior del avión, miró dentro del bolso!! y para su sorpresa, allí estaba su paquete de galletas... intacto y cerrado.

¡Sintió tanta vergüenza!. que se le caia la cara y le dio tanto sentimiento con aquella señora que hasta lloro.
Sólo entonces se dio cuenta de lo equivocada que estaba. 
¡Había olvidado que sus galletas estaban guardadas dentro de su bolso!. 
la señora había compartido todas sus galletitas con ella, y sin sentirse indignada, nerviosa, consternada o alterada.

Y ya no estaba a tiempo ni tenia posibilidades para dar explicar o pedir disculpas.

Pero sí para razonar: ¿cuántas veces en nuestra vida sacamos conclusiones cuando debiéramos observar mejor? ¿cuántas cosas no son exactamente como pensamos acerca de las personas?.

Y recordó que existen cuatro cosas en la vida que no se recuperan: 
Una piedra, después de haber sido lanzada;
Una palabra, después de haberla dicho;
Una oportunidad, después de haberla perdido;
El tiempo, después de haber pasado.

NO ACTUEMOS APRESURADAMENTE. MUCHAS VECES EN ESOS IMPULSOS , HASTA OFENDEMOS Y NO NOS DAMOS CUENTA QUE LAS COSAS NO SON COMO PENSAMOS.

MEDITEMOS ANTES DE ACTUAR Y OFENDER.

ANTES DE FORMARTE UN JUICIO DE AQUELLO, ASEGÚRATE BIEN , NO VAYA HACER QUE DAÑES A ALGUIEN INMERECIDAMENTE Y QUE QUEDES EN RIDÍCULO. Y PRONTO TE ARREPIENTAS Y SEA DEMASIADO TARDE.

jueves, 3 de septiembre de 2015

Gallegos del revés - Ánxel Vence

Gallegos del revés - Ánxel Vence

El paro acaba de subir en casi toda España a la vez que bajaba en Galicia; pero esto ya ni siquiera constituye una novedad. Los acontecimientos, como los trenes de la antigua Renfe, llegan con retraso a este extremado reino occidental de Europa, de tal modo que siempre vamos a contrapié de las subidas y bajadas en el resto del país. El caso es llevar la contraria.
Lo natural, por ejemplo, es que el empleo caiga en agosto debido al final de los contratos con los que la hostelería cubre sus necesidades para la temporada veraniega. La regla no es de aplicación en Galicia, naturalmente. Ya sea porque el tiempo no acompaña gran cosa, porque el turismo es escaso o porque nos gusta chinchar, sin más, el empleo crece aquí al final del verano.
Otro tanto había ocurrido ya con el estallido de la burbuja inmobiliaria, Cuando el precio de los pisos comenzó a caer, la vivienda siguió subiendo de precio durante algunos meses en Galicia, ajena como de costumbre a las influencias del exterior.
Por no hablar ya del clima, que es lo nuestro. Aquí llueve con perseverancia cada vez que el telediario anuncia soles esplendorosos en toda la Península; aunque eso parecería lógico hasta cierto punto. Menos explicable resulta ya el hecho de que a menudo haga tiempo playero en Galicia allá por septiembre u octubre, cuando el resto del país se agita bajo el pedrisco y las tormentas.
De estas contradicciones tan galaicas tuvo noticia en persona un grupo de científicos de Naciones Unidas reunido en Vigo años atrás con la idea -a todas luces imprudente- de estudiar el calentamiento global de la atmósfera. Vigo pasa por ser la zona tropical de Galicia, pero ni por esas. Los sabios participantes en el encuentro fueron recibidos por una ola de frío polar que a punto estuvo de congelarles sus teorías sobre el cambio climático.
No solo en cuestiones de orden laboral, inmobiliario o climático vamos a contramarcha de los demás.
Para abundar aún más en las paradojas que son nuestro más claro rasgo de identidad, los informes de un instituto de fertilidad de Barcelona suelen atribuir a los gallegos la posesión del semen de mejor capacidad reproductiva de España. El dato, obviamente feliz, se contradice abiertamente con la estadística según la cual Galicia es el lugar de España y casi de Europa con menor tasa de nacimientos por cabeza (o por prepucio, para ser exactos). Será que vamos mayores y ya no estamos para esfuerzos físicos como los que exige la facturación de un crío; pero aun así, el caso tiene difícil explicación.
Por ahí adelante suelen retratar a los gallegos como gente entre indecisa y enigmática -tipo Rajoy- de la que nunca se sabe si sube o baja cuando alguien se la encuentra en el rellano de la escalera. Tonterías. Lo que la experiencia sugiere es que a un galaico de verdad se le identifica más bien por subir cuando los demás bajan y bajar cuando los demás suben.
Esa peculiaridad étnica, por así decirlo, sería la única que aclarase el hecho de que el paro, las casas y el IPC suban aquí cada vez que bajan en las tierras situadas más allá del Padornelo. O que los mejores espermatozoides del país arrojen la más baja tasa de natalidad del continente. Galicia es un enigma húmedo.

jueves, 20 de agosto de 2015

El gorrón de wifi - Antonio Burgos

El gorrón de wifi - Antonio Burgos

Piden un café...y se bajan 150 megas por la cara
Junto a palabras extrañísimas que no conoce nadie, como eso de "amigovio", o al lado de otras en un Modo Colegas On tan descarado que hacen que sospechemos una bajada de pantalones de frac, la Real Academia Española ha admitido en su Diccionario la voz "wifi", así escrita, cuando en mis cortas luces (LED) me parece que debería ponerse "güifi", en transcripción fonética, del mismo modo que en el mentado DRAE si miras "whisky" te manda a "güisqui"... por no mandarte a tomar por saco por escribir en inglés.
La Academia ha admitido Wifi y tenía ya incorporado algo tan español como Gorrón: "(de "gorra") 1. adj. Que tiene por hábito comer, vivir, regalarse o divertirse a costa ajena. U. t. c. S.". Uno ambas voces, wifi y gorrón, y verán ustedes el pedazo de re-cuadro de costumbres que me va a salir, si me conceden la merced de seguir leyéndome.
El gorrón, como la materia, no se crea ni destruye, sino se transforma. Sobrevive y muta conforma va haciendo falta pegar el mangazo. Hay quienes sostienen que el gorrón adopta a veces aspectos muy refinadas, cual el Jeta de Tarjeta, "black" naturalmente. Son jetas, evidentemente, estos señores que saben un Rato de quedarse con el manso por la cara, pero el impulso inicial que les lleva al trinque corporativo y al mangazo organizado y opaco es su primigenia condición de gorrones de mucho cuidado. Hay gorrones de consejo de administración, y ellos lo son. Como hay gorrones de médico. El que en el bar le pregunta al médico amigo si tiene que echarle cuenta a ese dolorcito que tiene aquí en el costado, y se ahorra un dinero: ora el importe de la consulta, ora el tarjetazo de Sanitas. Como existe el gorrón de abogado, que en la barra del chiringuito de la playa saca por la cara al abogado amiguete un dictamen gratis total sobre la Ley de Arrendamientos Urbanos.
La materia gorronística se ha transformado ahora en gorrón de wifi. El gorrón de wifi es la versión actual del que entraba en un bar y decía: "¿Me deja usted llamar por teléfono?". Y llamaba por teléfono por la cara... a su primo de Oviedo. Han desaparecido los teléfonos públicos de los bares como ya no se ven cabinas por las calles. Me han dicho que ni las coloradas que todos hemos retratado en Londres alguna vez. A cambio, tenemos el wifi gratis total. Los bares ponen ahora letreros diciendo que tienen wifi como antes sacaban pizarras para anunciar con tiza sus calamares a la riojana. Hay establecimientos tan famosos por su wifi como por sus productos, cual los cafés de Starbucks. Antes te recomendaban los amigos:
-- Ve a merendar a la Cafetería Manila. Ponen unas tortitas con nata maravillosas.
Ahora te dicen:-
-- Ve a merendar al Starbucks. Los cruasanes están un poquito duros, pero el wifi es velocísimo, da gusto bajarte las canciones...
Van los jóvenes gorrones de wifi saltando de bar en bar. Pidiendo la contraseña. Que es otro mundo. En un bar de Cádiz me han dicho que tienen una contraseña facilísima y con arte: "cazonenadobo". Otras son de un evidente que tira de espaldas. El 92% de los 325.657 bares y restaurantes que en España se llaman Casa Paco, ¿a que no saben ustedes qué contraseña de wifi tienen? ¡Pues "casapaco"! Los hoteles, los restaurantes, los bares, no son nada sin un buen wifi para gozo de gorrones. A los que fastidian las contraseñas espantosas que traen de origen los rúteres, por ejemplo: "c7bvMXWa85j". Son contraseñas espantagorrones. Para que igual que antes pedían un café y se llevaban los gorrones de velador la tarde entera sentados sin hacer más gasto, los camareros no tengan ahora que quejarse:

-- Cuidado ese tío, que me ha pedido nada más que un café hace dos horas y ya se lleva bajados el muy gorrón quinientos cincuenta megas...

Viagra para señoras - Ánxel Vence

Viagra para señoras - Ánxel Vence

Los americanos, que lo inventan casi todo para que luego lo fabriquen los chinos, han dado en ingeniar ahora una viagra para mujeres. Tras mucho pensarlo, el Gobierno USA acaba de autorizar la venta de unas pastillas -de color rosa, naturalmente- que pondrán a las señoras como motos, si el prospecto no miente. Aunque un poco tarde, esto pone fin a la discriminación que incluso en materia de sexo existía hasta ahora entre varones y féminas.
La necesidad de simplificar que es propia del periodismo ha hecho que se bautice informalmente el producto como "viagra femenina", aunque no se trate de lo mismo. Como se sabe o se intuye, la viagra propiamente dicha no aumenta la excitación del hombre ni mejora el ánimo reproductivo del que, en general, ya van sobrados sus usuarios. Lo que hace es provocar un efecto mecánico de elevación en cierta parte de la anatomía que, de no ser por las pastillitas azules, estaría condenada a no poder ejercer sus altas funciones.
El caso de las damas es diferente. El fármaco que un laboratorio americano presenta ahora bajo el nombre de Addyi no les levantará nada a las señoras, como parece lógico. Su acción terapéutica, por así decirlo, consiste en aumentar el deseo erótico de las mujeres atacadas de desgana que, muy a su pesar, recurren al dolor de cabeza y otras excusas improbables cuando el pariente que tienen en casa se pone pesado.
También el método de aplicación es diferente y algo más engorroso en el caso de las mujeres, que hasta en cuestión de inventos se llevan la peor parte.
A diferencia de la viagra masculina, que es de una sola toma y de efecto más o menos inmediato, la nueva Addyi deberá ser ingerida durante un cierto tiempo de días o semanas antes de que empiece a surtir sus prometedores efectos. Más que un remedio expeditivo para el aquí te pillo, aquí te mato, la pastilla femenina es una especie de tratamiento que exigirá, como cualquier otro, constancia y paciencia en la administración de la pócima.
Nada de eso favorece el romanticismo, desde luego; aunque tampoco es menos verdad que ya no vivimos en los tiempos de Corín Tellado. El best-seller de moda entre el público femenino es en realidad una trilogía que bajo el título "50 sombras de Grey" describe las prácticas de sumisión que un guapo y acaudalado amo concierta con su sumisa esclava. Con tan escaso si bien rompedor argumento, la autora Erika Leonard logró vender treinta millones de ejemplares a la vez que creaba el novedoso género literario del mommy porn (o porno para mamás).
El éxito de Leonard derribó, en cierto modo, el mito de que la pornografía era un género de consumo exclusivamente masculino; pero no solo eso. También puso en cuestión la creencia generalizada de que las mujeres no experimentan los mismos o parecidos deseos que los libidinosos varones.

No es esa la opinión del laboratorio de Estados Unidos que va a poner a la venta -de momento, en América; y pronto aquí- una variante femenina de la viagra destinada a paliar la supuesta tendencia a la frigidez de las señoras. Según vayan las ventas, se sabrá por fin si eran ciertos o una mera excusa los dolores de cabeza nocturnos que tan sospechosamente aquejan a las damas. Estos americanos son el mismísimo demonio.

lunes, 17 de agosto de 2015

El Gorrón de Abogado - Antonio Burgos

El Gorrón de Abogado - Antonio Burgos

CONTINUAMOS, queridos alumnos, nuestro curso de Zoología Sevillana del Mangazo, al que tanto provecho estáis sacando. Según contenidos curriculares para la obtención de créditos de libre configuración, hoy corresponde la lección del Gorrón de Abogado, también dicho Gorrón de Bufete, Este individuo, abundantísimo en Sevilla, no tiene nada que ver con los especímenes explicados en lecciones anteriores. No se trata de pegar el mangazo de copas y medias raciones de jamón, como en el caso del Gorrón de Feria; o de habitaciones en el Alfonso XIII y entradas para los toros, como el Gorrón de Ave; o de una estancia por la cara en una casa de la calle Águila Real, como el Gorrón de Rocío. El Gorrón de Abogado, cuyo nombre científico es Gorronis Jurídicae Consultae Mangantis, se caracteriza porque no obtiene beneficios en especie de copas, tapas, fiestecita flamenca o foto en la página de Pepa Juste, sino bienes inmateriales relacionados con la Ciencia Jurídica.
Para saber el número exacto de Gorrones de Abogados que hay en Sevilla debe determinarse antes el número de letrados, tanto de secano como de regadío, dados de alta en su Ilustre Colegio, y los amigos y conocidos que tienen, según su popularidad, prestigio y fama. Los especialistas en esta modalidad de Gorrón suelen establecer que por cada letrado de este Ilustre Colegio suele haber, por día y como mínimo, un par de Gorrones de Abogado, ora en la modalidad de amigos, ora en la de conocidos, ora en la de señores que les acaban de presentar. El Abogado, por la propia naturaleza de su oficio, hace que cualquier ser de otra especie, apremiado por los problemas jurídicos de la vida cotidiana, se convierta inmediatamente en Gorrón a su cargo. El Abogado, pues, produce «per se» el parasitismo de su correspondiente Gorrón, como el buey, con perdón, suele llevar encalomado en su lomo al espurgabuey. Y pondré un ejemplo práctico, queridos alumnos. En un cóctel de los descritos en clase, a un señor alquilado que tiene un problema con su casero le presentan a un ingeniero aeronáutico. Y no rompe inmediatamente en preguntarle, por la cara y del tirón:
—¿Crees que está bien calculado para los despegues el ángulo de resistencia del alerón del Airbus, o es un Airbus moña que arrastra el alerón?
O le presentan a un biólogo. Y no le dispara a bocajarro:
—¿Tú crees que la biomasa del ribonucleico de la manteca colorá reactiva la fotosíntesis, o la deja más bien fláccida y pendulona?
Por el contrario, ese mismo Gorrón, en cuanto le presentan a un abogado, le suelta:
—¡Hombre, a ti quería yo verte, porque me han dicho que sabes mucho de arrendamientos urbanos! Mira: yo vivo alquilado, se ha roto la máquina del aire acondicionado centralizado del piso y el mamón del casero dice que yo tengo que mandarlo arreglar y que pagarlo. ¿A que no?
Y sin que el letrado recién presentado tenga salida posible, allá que el Gorrón de Abogado le pega el atraco de consulta gratis total sobre el dichoso airecito roto. A un abogado medio conocido, al cabo del día, los siete mil Gorrones que se le acercan le pueden preguntar cómo recurrir una multa de la zona azul, cómo cobrar una factura a uno que no paga ni quemado, cómo protestar por el ruido que arman los del bar de abajo o qué hacer si tu mujer te pone las maletas en la puerta. Hay letrados que, al cabo de la jornada, sacan el lápiz, echan las cuentas y comprueban que los Gorrones de Abogado, con sus consultas por la cara, le han mangado en minutas de veinte mil duros para arriba. Pues tan sufridor es el gremio de Abogados, que ésta es la hora en que ninguno le ha parado los pies a su osado Gorrón y le ha dicho:
—Mira, ésta es mi tarjeta. Llamas a mi secretaria, le pides hora, y con mucho gusto te recibo y me preguntas en el despacho lo que sea, que te responderé con sumo gusto y te presentaré después la minuta, tal como este amigo común acaba de presentarnos, so Gorrón...

Y ni te cuento si el letrado al que se encuentra el Gorrón de Abogado se llama Joaquín Moeckel. Igual que el Papa le ha concedido la Cruz Pro Ecclesia et Pontífice a Moeckel, el Consejo General de la Abogacía Española le dará pronto el Ay Qué Cruz de Gran Sufridor de Gorrones de Abogado. Gorrones entre los que este catedrático, naturalmente, se incluye. Y a mucha honra.

domingo, 9 de agosto de 2015

La radial - Juan José Millás

La radial - Juan José Millás

Un hombre entra en una ferretería y espera su turno. En las ferreterías y en las farmacias siempre hay que esperar, está en el orden de las cosas. Pero mientras aguardas vas de acá para allá, descubriendo herramientas perfiladas como un dibujo a tinta china, examinando objetos de acero tan pulidos como una obsesión, sometiendo al juicio del tacto la funcionalidad del mango de una desbrozadora. La espera, en la ferretería, resulta sufrible, tanto que a veces lamentas que te llegue la vez. Pero llega, como todo en la vida, y entonces has de tomar la decisión. No sé, quiero unos alicates de punta redonda. Lo que sea, da igual. El caso es que al abandonar el establecimiento te detienes aún unos segundos frente a su escaparate, fascinado por esos objetos que tienen algo de prótesis en la medida en la que casi todos, si no todos, están destinados a convertirse en una extensión del cuerpo. La caja de herramientas doméstica no contiene otra cosa que una colección de gadgets que nos quitamos o nos ponemos en función de la tarea a realizar. Quizá también por eso, los escaparates de las ferreterías remiten a un extraño orden moral.

Hace poco, un hombre entró en una ferretería y adquirió una sierra radial. Las sierras radiales las venden con la misma naturalidad que los destornilladores, aunque no debería ser así. No es, moralmente hablando, lo mismo. Las radiales son agresivas incluso cuando están paradas. Yo las he visto en algunas exposiciones, he acercado temeroso mis dedos a sus dientes y se me han puesto los pelos de punta. Llevarse uno de esos trastos a casa es como llevarse un monstruo. Aunque la guardes en el rincón más inaccesible del sótano, es muy probable que por las noches, cuando estés a punto de dormirte, la radial te llame. Qué no darías por sostenerla, encendida, durante unos segundos. Mírala ahí, en el extremo de tu brazo, como una mano de acero capaz de cortar la respiración.

El hombre se llevó la radial a casa, la puso en marcha y cortó con ella los cuellos de sus dos hijas. Ahora anda de cárcel en cárcel, de juzgado en juzgado, protegido por la policía de la ira de la gente. Pero no le han dejado llevarse la radial. Quizá por eso se muestra tan tranquilo.

lunes, 3 de agosto de 2015

Tontos de verano - Antinio Burgos

Tontos de verano - Antinio Burgos

Como los tintos de verano, bebida espumosita y valdepeñística con nombre de chirigota gaditana, los tontos de verano. Son legión. Como las citadísimas bicicletas, los tontos son para el verano. Un tonto, en verano, se ve venir desde más larga distancia que en invierno. El tonto de verano salta más a la vista que el tonto de entretiempo. Si para el invierno consagré la clasificación entomológica de Tonto con Balcones a la Calle, el de verano es un tonto con los balcones abiertos, para que le entre el fresquito. Sin agotar la nómina, he aquí una primera aproximación al Catálogo de Tontos de Verano, que prometo ampliar en próximas entregas con la colaboración siempre impagable de mis lectores:
El tonto de la botella.- Suele ir en pantalones cortos y chancletas, pero se le reconoce por la botella de agua mineral que siempre lleva en la mano. El tonto de la botella ha oído en los consejos médicos para el verano que hay que hidratarse y lo sigue al pie de la letra. Porque el tonto de la botella no bebe: se hidrata. Existe una versión femenina del tonto de la botella, resultado de la obligatoria paridad: la tonta del botellín. En vez de la botella en la mano lleva el botellín de agua mineral dentro del bolso.
El tonto del bronceador.- Este se ha aprendido perfectamente lo del melanoma y menudo coñazo te pega con el peligro del melanoma cuando te ve extenderte el bronceador normal y corriente que te has comprado. Para el tonto del bronceador, el bronceador de toda la vida no es bronceador: es el protector solar, ¡toma ya! Y la bronca te la pega como uses un protector normalito, de factor 5 o así. Como no sea de factor 30 o factor 50, prepárate para la monserga del melanoma que te va a colocar el tonto del bronceador. Y por el contrario, haz la prueba: dile que usas un Protector Pantalla Total, que seguro que te da un homenaje y hasta te canta «El Veranito», la canción en plan León y Quiroga con música de Georgie Dann y letra del Cortinglés.
El tonto de la hoja de reclamaciones.- El tonto de la hoja de reclamaciones se lo pasa mucho mejor en verano que en invierno. En invierno protesta menos. Pero en el verano está en todo lo suyo. Te lo encuentras en el chiringuito, en la agencia de viajes, en la recepción del hotel, en la oficina de alquiler de coches, siempre dando por saco, formando cola de los otros clientes que esperan, hasta que el tío sale con cara de satisfacción tras exigir sus derechos en la hoja de reclamaciones que ha presentado, y que suele ser de un papel con el mismo uso que el Renova o el Scott.
El tonto del refrescante.- Es un tonto exclusivo que tienen para el verano las agencias de publicidad. Derrochan tanta imaginación (¡por aquí, mira cómo se me ha quedado el dedo!) que todo te lo venden como refrescante: la película más refrescante, el programa de televisión más refrescante, la bebida más refrescante, el viaje más refrescante... La que tenéis que refrescar es vuestra imaginación, so tontos.
El tonto con niños en Inglaterra.- He comprobado para qué mandan los niños a Inglaterra estos tontos. No para que estudien inglés, sino para que el tonto con niños en Inglaterra pueda presumir diciéndote que los ha mandado. La antitítesis del tonto con niños en Inglaterra era mi recordado amigo Eduardo Osborne, que decía: «No, yo no mando a los niños a Inglaterra para que aprendan inglés; los mando para que por lo menos aprendan a hablar bajito como los ingleses...»
Tontos de verano, tontos con suplemento de vista al mar. Y eso que no he hablado del que ayer tuvo su día de gloria: el tonto forofo de José Tomás, al que los toros le suelen importar un ca...tálogo de tontos de verano.

Tontos de verano (II) - Antonio Burgos

COMO la cocina de mercado, son tontos de estación. Tan diversos y abundantes, que el otro día se me quedaron tontos en el tintero, más otros que me catalogan los lectores: El tonto de las sardinas.-Presume de que sólo él conoce dónde ponen las mejores sardinas asadas. Se les ve venir, porque nada más que te ven, te espetan (y nunca mejor dicho lo de espetar, por los espetos): «¿A ti te gustan las sardinas?» Y te otorgan el inmenso favor de sus conocimientos: «Pues yo te voy a llevar ahora mismo a un sitio que es donde ponen las mejores sardinas del mundo.»
El tonto que no pisa la playa.— Los tontos que en pleno litoral tienen a gala no pisar la playa son como Carlos Herrera con la Feria de Sevilla, pero de verdad: «Mira, es que como tenemos un apartamento de primera línea tan bueno, me pongo en la terraza con mi butaquita y con mi cervecita y mis tapitas, y como corre esa brisita marinera tan buena, es mucho mejor que bajar a la playa, sin tanta gente, estás allí en la gloria...»
El tonto del crucero.— Lo malo del tonto del crucero es que te lo explica, escala a escala, puerto a puerto. Y lo peor, que te quiere convertir a su fe naval: «Todavía estás a tiempo de hacer un crucero, los están dado baratísimos; a ti te encantaría, y a Carmen tu mujer, ni te cuento, con lo que le gusta a ella un bufé libre...» No te explica en cambio el horror de las manadas de horteras en camiseta sudada que van en esa especie de Benidorm flotante que son los masificados cruceros. (Hay subespecies del tonto del crucero: el tonto del Caribe, el tonto de los fiordos, el tonto de las islas griegas, etc.)
El tonto jacobeo.— Acaba de hacer el Camino de Santiago y, como el del crucero, va y te lo cuenta. Enterito. Día por día. ¡Las ganas que tienes de que el tío llegue a Santiago y le dé por fin el abrazo al Apóstol, con tanta parada y fonda y tanta confraternización con aquellas chicas de Murcia con las que coincidieron y cuya foto te enseña en el móvil, qué tías más feas! Y por supuesto, el proselitismo: «Tenías que hacer el Camino de Santiago, verías cómo venías nuevo...»
El tonto progre del flamenco.— Desde que a Bibiana Aido la enchufaron en la Agencia del Flamenco, el cante ya no es algo reaccionario de los señoritos, sino lo más progre. El tonto progre del flamenco no se pierde un festival, como el otro con Ava Gadner, para contártelo. Con muy mala cara y grandes ojeras, te dice, como perdonándote la vida: «Te perdiste anoche La Cervezá Flamenca de Villavieja. ¡Hasta las 4 de la mañana estuvimos allí escuchando flamenco puro! Mira, hay un chaval nuevo de Jerez que canta por Camarón y que no veas cómo metió el “Gaudeamus Igitur” por fiesta. Y no veas el final, José Mercé cantando con la Banda La Pamplonica el “Riau,riau” por bulerías. Como que donde esté el flamenco de fusión que se quite el flamenco con sifón...»
El tonto del güinsurf.— No sé si son tontos del güinsurf o locos del Levante. En Tarifa son fauna local, están más protegidos que los linces en Doñana y dejan un dinero en el pueblo. El peligro es el tonto del güinsurf en una playa normal, donde no hace viento ni nada, montando en la orilla su tabla como si fuera un sofá de Ikea y dando por saco luego con sus costalazos con la vela, o tratando de salir jalando de la cuerda y molestando a los bañistas. Y cuando salen, como no hay viento, van a la velocidad más ridícula del mundo, vaya mierda de güinsurf. Más que tabla de güinsurf parece que están haciendo tabla de la plancha.

Tontos de verano (III) - Antonio Burgos

El tonto de Sotogrande.- Cualquier español normal veranea en una playa. Y si quieres concertar con él una cita, te dice: "No, que la semana que viene no puedo, estoy en la playa". Bueno, pues el tonto de Sotogrande te suelta: "No, la semana que viene no puedo, estoy en Sotogrande". Los tontos de la Pijolandia de Sotogrande dicen que van a Sotogrande y que están en Sotogrande para que todos sepamos eso, que son tontos de Sotogrande. 
El tonto del diminutivo.- Descubierto por mi leído y admirado Fernando Santiago no en Sotogrande, sino en Cádiz-Cádiz, tras "El Veranito" con música de Georgie Dann y letra de Isidoro Alvarez el del Cortinglés. El tonto del diminutivo no dice playa, cerveza o baño, sino playita, cervecita, bañito, tintito, terracita, tapita, calamarcitos, siestecita...y veranito. Pero no es tontito de veranito: en sencillamente tonto. Sin diminutivo. --
El tonto de la mountanbáik.- La que monta el tonto de la bicicleta de montaña no es bicicleta de montaña, no: es mountanbáik, que mola más. Bicicleta de montaña con la que se dedica a recorrer los tramos de paseo marítimo más planos del muuuuuuuundo. Eso sí, llevando siempre en el cuadro de la máquina un frasco de bebida isotónica, porque no vea usted lo que cansa ir tirando de una absurda y ridícula bicicleta de montaña por el planísimo paseo marítimo. 
El tonto de la manguera.- Echa el verano en bañador y chanclas, manguera en mano, regando la mierda de jardín que tiene en torno al chalé. Es tan tonto (de la manguera) que no piensa en el facturón de agua que le llegará en septiembre. -
El tonto del cortacésped.- Como el de la manguera, pero dale que te pego a la hierba en la birria de parcela que tiene. Nada, una tontería de césped, que el tonto del cortacésped cree que es la hierba del Bernabeu. -
El tonto de la mochila.- Piensa que vacaciones sin mochila son vacaciones perdidas. Va a todas partes con el mochilón a la espalda, como niño de Primaria en primer día de clase. ¿Qué tonterías llevará en la mochila el tonto de la mochila? Que no suele acabar el verano sin comprobar que llevar los objetos de valor a la espalda, en la mochila, es la forma más efectiva para que te los acabe quitando un carterista. 
El tonto catalán.- Es emigrante o descendiente de emigrantes y suele aparecer por su pueblo en agosto, por la feria, no antes, pues en Cataluña son serios, no como aquí. Suele venir con un coche que pasea por todo el pueblo para que veamos lo bien que le va y se sorprenden que tengamos carreteras asfaltadas, además del agravio que supone que las de allí sean de peaje. Al tonto catalán le toca las narices que los parientes que quedaron aquí vivan mejor que él, cuando donde de verdad se trabaja es en Cataluña y no aquí, que no damos ni golpe. Entra en éxtasis cuando nos explica cómo sus hijos hablan catalán perfectamente y van a conseguir puestazos de trabajo en la Yeneralitat gracias a que los catalanes "pata negra" les perdonarán así la vida, aunque sean charnegos. Cuando el tonto catalán te entrega su tarjeta de visita ves que el muy mamón ha puesto: "Josep Antoni Pérez i García". Ah, y a su coche ya le ha colocado el CAT de la matrícula. El CAT de CAT...eto, claro. 

Y les dejo, que me voy... Iba a decir de veraneo, pero no: en realidad me voy a seguir catalogando tontos de verano. ¿No se van otros de safari a África? Pues yo me voy a los baños, de cacería de tontos de verano. Hasta septiembre, pues, un tonto menos: el tonto del Recuadro.