lunes, 27 de noviembre de 2017

Berlusconi vuelve, Mariano se queda - David Torres

Berlusconi vuelve, Mariano se queda - David Torres

Dice Berlusconi que a sus ochenta y un años se siente como un hombre de cuarenta. Lo malo es que, al paso que va con las sesiones de cirugía estética, pronto se sentirá como uno de veinte y no habrá mucha gente capaz de seguirle la marcha. Teniendo en cuenta el careto, la sonrisa de rigor mortis y el cutis de barro cocido con los que se presentó al público, algunos periodistas sospecharon que podían haberles dado el cambiazo por alguna de las estatuas del Museo de Cera de Benidorm. No necesariamente la de Berlusconi, puesto que las estatuas del Museo de Cera de Benidorm se caracterizan por un parecido más que dudoso respecto al original: podía ser la estatua de cera de Julio Iglesias o la de Gloria Fuertes. De ser cierta esta hipótesis habría muchos problemas para verificarla, puesto que no sólo el físico de Berlusconi es similar al de una estatua de cera sino que la ideología también.
Hablando de ideologías, el rejuvenecimiento quirúrgico de Berlusconi se corresponde con el auge de las políticas neoliberales que cada vez están más a la última. Hace veinte o treinta años, los recortes salariares, el aumento de la edad de jubilación, la extensión libre de horarios y la pérdida de derechos laborales parecían fuera de lugar, cosas viejunas, igual que las patillas de hacha o el gin-tonic con sandía: ahora son el último grito en Europa. Los trabajadores salían a la calle a protestar, levantaban barricadas y cortaban carreteras; ahora, como mucho, ponen una banderita en facebook. Un fantasma recorre las redes sociales. Si parece que Berlusconi va hacia delante es porque el mundo marcha hacia atrás, derecho al siglo XIX.
En España no hace falta adelantar ni atrasar nada porque tenemos un presidente más quieto que un reloj parado: a fuerza de inmovilidad, de quedarse en su sitio y de cruzarse de brazos, Mariano ha acabado por dar la hora exacta dos veces al día. “Les voy a decir una cosa” anunció a la prensa la semana pasada, como si fuese a revelar un secreto de estado: “Yo me encuentro muy bien. Es importante saber lo que piensa mi partido, pero yo me encuentro muy bien. Creo que estoy en un buen momento de mi vida”. No le falta razón, puesto que el momento lleva durando una década.
A su antiguo mentor, Jose Mari, esto no le acaba de gustar ni un pelo -y en cuestión de pelos, cabelleras y bigotes, es toda una autoridad. Tal vez le duela rememorar que, cuando pudo hacer algo para afianzar su sucesión, fue él quien acabó eligiendo a Mariano entre los tres nombres subrayados en su cuaderno azul. Claro que, al observar las dos opciones que había al lado, tampoco es que la cosa fuese para tirar cohetes. Tanto buscar las armas de destrucción masiva y al final había escrito la fórmula él mismo a bolígrafo. “Yo no me he distanciado del PP” dice Jose Mari, “a lo mejor se ha distanciado el PP de mí”. Una afirmación que no sólo suena a canción de Pimpinela sino que recuerda poderosamente aquella disculpa genial de Charlton Heston, cuando le reprochaban cuánto había cambiado desde los tiempos en que iba al frente de los simpatizantes del Partido Demócrata en las manifestaciones por los derechos civiles: “Yo no he cambiado, hombre: el que ha cambiado es el Partido Demócrata”.

Una de las últimas veces que Berlusconi ilustró los periódicos con su cara recauchutada a golpe de bisturí fue cuando se hizo pública su condena por sobornar a un senador para fraguar la caída del gobierno de Romano Prodi. Le cayeron tres años de cárcel que no cumplió porque el delito había prescrito cual yogur pasado de fecha. También en este asunto de las corruptelas impunes Mariano le lleva bastante ventaja, ya que cuando la fiscalía descubrió que los papeles de Bárcenas eran, en efecto, de puño y letra de Bárcenas, y que el “M. Rajoy” que aparece allí cobrando espuertas mensuales de dinero negro era, en efecto, el presidente de todos lo españoles, las pesquisas caducaron a los cinco segundos, más rápido que la república independiente catalana.

martes, 14 de noviembre de 2017

Gobiernos que invitan a fornicar - Ánxel Vence

Gobiernos que invitan a fornicar -  Ánxel Vence

Una campaña del Gobierno polaco invita a sus ciudadanos a imitar las costumbres amatorias de los conejos para ver si así le levantan al país su baja tasa de natalidad. Que esto ocurra en la catolicísima Polonia del llorado Juan Pablo II podría parecer un contradiós -es decir: una acción absurda y vituperable-; pero quizá las apariencias engañen en este caso. 
No es que el partido gobernante Ley y Justicia (PyS, en sus siglas autóctonas) haya decidido poner a la población local a fornicar con el ímpetu propio de los conejos, naturalmente. El partido, que goza justa fama de ultraconservador, es un declarado enemigo del derecho al aborto, del matrimonio homosexual y de cualquiera de las pérfidas modernidades que en materia de costumbres son ya usuales en la Unión Europea. Cuesta creer que esté a favor de la lujuria improductiva. 
Lo que en realidad pretenden los gobernantes de Varsovia es aumentar el censo de población, que está declinando a causa del escaso empeño que los polacos ponen en reproducirse. Su índice de fecundidad es de apenas 1,32 críos por señora en edad de procrear, cifra que pone en peligro el buen orden demográfico del país. 
Aun así, la campaña del Gobierno de Andrzej Duda fomenta involuntariamente la fornicación sin barreras (de látex) siempre que se haga a caño libre y con la clara intención de desembocar en el mayor número posible de embarazos. 
El ejemplo de los conejos que ilustra el video gubernamental de promoción del sexo ha sorprendido lógicamente al mundo por su carácter perturbador. 
El conejo es, después de todo, un animalito de eyaculación rápida y hasta urgente que apenas invierte quince segundos en ejecutar el coito antes de caer desmayado por su hazaña. Desde un punto de vista moral, podría entenderse que su pecado de lujuria es menor en la medida que dura menos tiempo, cuestión que sin duda habrá tenido en cuenta el Ejecutivo polaco. 
Otra cosa es que se invite al pueblo a tomar esos quince segundos de cópula conejil como una referencia del tiempo aconsejable para la práctica de la unión carnal entre las parejas humanas. Incluso en la católica Polonia -o en la Irlanda que tanto se le parece- eso sería un exceso de celo o más bien de falta de celo, por mucha fama de beatos que tengan los naturales del país. 
Curiosamente, la analogía de los conejos es de más ajustada aplicación a España, país cuya denominación procedería, según algunos etimólogos, del fenicio I-Span-ia, que viene a querer decir "tierra abundante en conejos". No hará falta subrayar, desde luego, el doble y a menudo equívoco significado de la palabra "conejo" en el español actual. Hasta el punto de que comerse un conejo es expresión que tanto puede resultar de orden gastronómico como lascivo. 
Tampoco es menos verdad que España padece una caída de la natalidad del todo comparable a la que ha llevado a las autoridades polacas a emitir ese vídeo poblado de conejos que tanto cachondeo está suscitando en las redes sociales y en los WhatsApps. 
No parece previsible, sin embargo, que el Gobierno de Rajoy -conservador, si bien menos que el polaco- vaya a acometer una campaña semejante en España, tierra famosa por sus conejos. Con una población de media tan añosa como la de aquí, no es cosa de andar incitando a la fornicación general. Bastante fornican ya los gobiernos a la ciudadanía. 

Señor Puigdemont, el ‘choricillo’ que me peló va a irse a vivir a Cataluña, si quiere les pongo en contacto para que le arregle el flequillo - Emilio Calatayud

Señor Puigdemont, el ‘choricillo’ que me peló va a irse a vivir a Cataluña, si quiere les pongo en contacto para que le arregle el flequillo - Emilio Calatayud


Buenas, soy Emilio Calatayud. Lo dije el otro día en una conferencia y lo repito aquí ahora. Señor Puigdemont, el ‘choricillo’ al que condené a pelarme tiene previsto irse a vivir a Cataluña. Si usted estuviese interesado en arreglarse el flequillo, que lo tiene bastante descuidado, yo no tendría problema en ponerle en contacto con él. Se lo digo porque a mí me dejó muy bien. Dicho sea todo esto simbólicamente y siempre que usted regrese a España, claro.

domingo, 12 de noviembre de 2017

Chiquito, pero grande, descansa en paz - Emilio Calatayud

Chiquito, pero grande, descansa en paz - Emilio Calatayud

Buenas, soy Emilio Calatayud. En este tiempo de desacuerdos y tensiones, todo el mundo se ha puesto de acuerdo para expresar su pena por la muerte del gran Chiquito de la Calzada, porque, a pesar de su estatura, mira que era grande. Nuestro pésame para sus familiares y gracias por hacernos reír, que es algo esencial en la vida.

Y un mensaje para los jóvenes, el que la sigue la consigue: Chiquito de la Calzada logró el éxito con 63 años y tras toda una vida de trabajo. ¡Te das cuén!

lunes, 6 de noviembre de 2017

Retroroce soberanista - Raúl del Pozo

Retroroce soberanista - Raúl del Pozo

La política no sólo es el destino, sino la culpable de muchas catástrofes. El desastre que estamos viviendo en Cataluña viene de lejos, pero ha rebrotado con los disparates del bloque independentista. Han pisoteado las leyes, han enterrado su país con sus propias manos y culpan de ello al bloque constitucionalista. La asonada supremacista tiene en la Corte un caballo mediático que pide diálogo como en los días en los que otros separatistas daban tiros en la nuca. En las tertulias se quedan solos los que defienden la Constitución o el espíritu de las leyes y no exigen la liberación de los "presos políticos". Podría ocurrir que los delirios fanáticos de los independentistas triunfaran. Por ahora están siendo apoyados por la multitud: las patrañas se están transformando en verdades.
El espíritu de análisis es la doctrina oficial de la democracia; pero los independentistas han utilizado fabulaciones, lepra retórica y maniqueísmo infantil para enloquecer a la gente. Se ha apoderado de las calles un surrealismo catalán lacrimógeno, una rauxa sectaria de tapa de galletas. Digo lo de tapa de galletas recordando el diseño del museo Trías de las Galletas de Santa Coloma de Farners (Gerona) en que en las cajas dibujan el mapa del pancatalanismo, donde se incluyen Navarra, Murcia, Aragón, Albania, el reino de Nápoles, el reino de Sicilia y Atenas. Es como si Castilla quisiera imaginar anexionar a Filipinas. La rebelión ha sido urdida por los partidos independentistas con un presupuesto secreto. Preparaban la internacionalización del conflicto con sus embajadas y mordidas. Su programa de agitación permanente se ha acrecentado en estas horas preelectorales; denuncian "tratos vejatorios a los políticos catalanes como si fueran traficantes de droga", hablan no de su golpe de Estado, sino el que supuestamente ha dado el Gobierno de Madrid. Comparan a la Audiencia Nacional con el TOP.
Mientras presumían de ser seguidores de Gandhi y de su resistencia pacífica, se rebelaron contra la mediación del lehendakari con los abades de Montserrat, Poblet y el Arzobispado de Barcelona para evitar el 155. Ya en el prólogo de las elecciones organizan boicots como el de Sant Andreu de Llavaneres contra un mitin de Albert Rivera e Inés Arrimadas.

Ahora presenciaremos el apetito de poder de los políticos y cómo se tragan unos a otros en las elecciones autonómicas-plebiscitarias. Algunas encuestas detectan un apoyo decreciente de los independentistas aunque los encarcelamientos -posiblemente aminorados antes del 21-D- y su utilización propagandística de mentiras y mártires puedan trastocar los sondeos.

viernes, 3 de noviembre de 2017

Catalanes por el mundo: hoy, Bruselas - David Torres

Catalanes por el mundo: hoy, Bruselas - David Torres

Aunque Andy Warhol decía que en un futuro no muy lejano todo el mundo tendría derecho a quince minutos de fama, hay que reconocer que a Puigdemont se le está yendo un poco la mano. La atención del mundo entero -la cual no ha cejado de orbitar alrededor de su flequillo desde hace más de un mes- se concentró ayer en Bruselas, donde ofreció un concierto en el Club de Prensa a falta de una sede oficial. Viajó acompañado de un séquito de cinco músicos de su ejecutiva, pero en el último momento el cantante se decantó por una velada acústica y políglota donde desgranó algunos de los grandes éxitos de su breve carrera. Unos cuantos fans despistados lo recibieron en la puerta con gritos de “¡Viva España!” mientras un crítico especializado titulaba su reseña con este alarmante titular: “Más dura será la caída”. Ahora se advierte claramente el peligro de concederle el Premio Nobel de Literatura a Bob Dylan.
Las tentativas de Puigdemont para que lo tomen en serio chocan frontalmente con las iniciativas de Puigdemont para que se lo tomen a broma. Ambas conviven en su interior como la máscara llorosa de la tragedia y la careta sonriente de la comedia, como si cada vez que se coloca ante un micrófono su mano izquierda y su mano derecha empezaran a pelearse al estilo de los nudillos tatuados de Robert Mitchum en La noche del cazador. Una mano le susurraba que declarara la independencia y la otra mano le aconsejaba que la suspendiera. Una mano le sugería que convocara elecciones y otra mano le asesoraba que mejor no, mejor dejarlo para otro día. Con tanta prestidigitación y tanto cambio de cubilete, por último Puigdemont ha decidido hacer caso a sus extremidades inferiores: pies para qué os quiero.
Es posible que hubiera una estrategia oculta en este juego de marear la perdiz, pero, sinceramente, si había alguna estrategia se nos escapa. La alta política a menudo se parece a la gastronomía casera: se hace con los ingredientes que hay en casa y mucha imaginación. Así, con las sobras de una comida del día anterior se inventaron las croquetas y con pan duro las torrijas. Puigdemont no tenía mucho más con lo que cocinar una república y se ha ido a Bélgica a buscar el secreto de Cataluña, lo mismo que Joan Puig se iba a Nueva York a buscar un restaurante donde supieran acertar con la receta de la escalivada. Mientras el president a la fuga ha aceptado los comicios convocados desde Madrid, la CUP ha convocado una “paella masiva insumisa” para hundir la fiesta electoral, aunque en seguida han tenido que retractarse de la españolada y proponer una alternativa con butifarra y fuet, lo cual ha molestado sobremanera a los veganos. Sobre la incipiente república catalana planea la sombra de aquella frase probablemente apócrifa de Churchill, cuando le dijo a un representante del gobierno irlandés: “Nuestra situación es desesperada, pero no es seria. En cambio, la suya no es seria, pero es desesperada”.

Ante tamaño esperpento, cabe formularse la pregunta clásica: Cui bono. ¿A quién beneficia este ridículo internacional, esta charlotada que echa por tierra, quizá durante decenios, las genuinas ansias de independencia de millones de catalanes? La respuesta no está en el viento, como cantaba Bob Dylan, sino en la barba irredenta de Mariano que, gracias a este triste espectáculo, amenaza con seguir plantada en La Moncloa muchos años. Sin duda hay muchas cosas que los independentistas catalanes de corazón no le perdonarán jamás a Puigdemont; personalmente, yo nunca podré olvidar que consiguiera que Mariano parezca un estadista.