domingo, 8 de diciembre de 2013

Merluza en salsa gris - José Luis Alvite

Merluza en salsa gris - José Luis Alvite

Hay tipos que acuden al siquiatra porque les asusta su irrealidad o porque llevan días intentando entrar en casa por la caseta del perro. Yo mismo acabé en un siquiatra porque empezaba a metérseme en la cabeza la idea de conducir el coche desde el maletero. Pero el siquiatra realmente hay que ir lo menos posible y a poder ser, nunca. A menudo nos abruman cuestiones de solución muy sencilla. Ahora lo moderno en muchas madres es llevar a sus niños al psicólogo. "El niño lleva tiempo ensimismado, afligido, sin ganas de salir a la calle, sentado en un sofá con al cabeza abatida sobre el pecho", me dijo una madre moderna. "¡Maldita sea! -le dije- ¿has probado a comprarle los zapatos un par de números más grandes?". Porque ocurre con frecuencia que lo que nos aflige no es el mundo, ni la falta de horizontes, no, nada de eso, ni siquiera la densidad del tráfico; lo que nos aflige de verdad es la camisa, el calzado o la seborrea. Por la salud mental de muchas mujeres hizo más el champú que el siquiatra. Un amigo mío que es profesional el ramo, me dijo en una ocasión: "La salud mental está de moda y la gente se inventa la locura porque es incapaz de inventarse los sueños". A veces el fracaso psicológico viene de la insatisfacción laboral o porque no te salió el viaje que esperabas. A la gente lo que le gusta es ser navegante solitario, actor de éxito, alpinista o poeta maldito, pero la mayoría son oficinistas, gestores administrativos o griposos. La gran alternativa vital de la gente que nos rodea no es escoger entre Nueva York y Calcuta, sino acertar con el champú anticaspa. Un gran objetivo de la clase media es el amor. ¡Ah, el amor!: saltitos por la calle, la media naranja, el pisito, los muebles y hacer a medias un nudo con la lengua. Pero el amor dura poco y a veces ni siquiera es tan sólido como para sorvivir al olor a pies. Un día descubres que no es lo que esperabas. Hay una derivación práctica y materialista en el amor que siempre nos hace daño. Lo descubrimos cuando ella aprovecha para servilletas los calzoncillos de su padre. Habíais proyectado temporadas en Florencia, lascivas y sicodélicas huidas a Escandinavia, posturas nuevas para fornicar sobre el féretro de la abuela, todo eso habíais proyectado, sí, pero luego te encuentras con que el viaje más apasionante fue a Fátima, que "parecía un Pryca", y a Segovia, que es donde a tu suegra lo que más le gustó fue la catedral de Toledo. No hay que hacerse grandes ilusiones. Te irá bien la salud mental si tu objetivo en la vida es que la comunión no te cause cáncer de estómago. Lo importante es tener goma arábiga para sujetarte el pelo al cráneo cuando te toque la quimioterapia. No esperes grandes cosas de tu vida familiar, amigo. A lo peor ni siquiera tienes hijos porque ahora el semen parece soda y cuando te acuestas con una mujer, le echas aquello allí dentro a sabiendas de que es como ahorrar guardando el dinero en una hoguera. Ya sabes como son las cosas, muchacho: al final te llevan al crematorio y tu suegra esa noche cocina, como si tal cosa, merluza en salsa gris.