viernes, 30 de abril de 2021

Roberto Fraile, aguerrido reportero de guerra que captó el horror de Siria - Roberto Zamarbide

Roberto Fraile, aguerrido reportero de guerra que captó el horror de Siria  - Roberto Zamarbide


El cámara salmantino fallecido en Burkina Faso había resultado herido en Alepo en 2012 por la metralla de una granada

L.G. /

Roberto Fraile, el cámara salmantino de 47 años asesinado este martes en Burkina Faso, tenía en su historial periodístico los principales conflictos armados que se han vivido en el planeta en los últimos años. Padre de dos hijos, nacido en Baracaldo aunque afincado desde años en Salamanca, Fraile resultó herido en 2012 en la localidad siria de Alepo debido al estallido de una granada cuya metralla le alcanzó la pelvis. Fue operado de urgencia en un hospital de la misma localidad y posteriormente evacuado a Turquía.

En una entrevista concedida al suplemento ‘Muy Salmantino’ de LA GACETA, Roberto Fraile contaba cómo se produjo el ataque: “Alguien encendió una granada y se olvidó de tirarla. Yo estaba muy cerca y me pilló. Un francotirador había causado varias bajas en la mañana y un grupo de rebeldes estaba intentando tomar su posición para volarlo por los aires a base de granadas de mano”, aseguraba Fraile.

“La única forma en el barrio viejo de acercarse era entrando en las casas haciendo agujeros en las paredes para pasar de una a otra. Cuando estábamos al lado de donde se supone estaba el francotirador fue cuando pasó la explosión”. El salmantino relataba la dureza de los siguientes momentos al estallido. “Era una granada de mano que iba a lanzar gente del grupo rebelde con el que estábamos nosotros y se la olvidaron. Fue una explosión muy fuerte, no te enteras. Me levanté, vi que tenía restos encima del chico que intentaba lanzar la granada que desapareció. Me vieron los compañeros, Antonio y López y me sacaron por un agujero cuanto antes, yo podía ir andando, salimos de las casas y llegamos a una calle muy estrecha”.

Pero Roberto no pudo soportar la situación y se desmayó, pero pudo ser evacuado y llevado a un hospital de Alepo donde fue operado. “Después me evacuaron a Turquía en una furgoneta con una niña que estaba muy mala. Éste ha sido calificado por el salmantino como “el peor momento con diferencia”.

La ofensiva tuvo lugar el 6 de febrero de 2012 en un barrio con unos 15.000 civiles que ayudaban a los rebeldes. “Entramos por el alcantarillado de unos 3 kilómetros hasta llegar al lugar del ataque. En una hora se dispararon entre 500 y 600 morteros, que no son selectivos y que mataron a mucha gente que estaba en el salón de sus casas. El Hospital estaba lleno de muertos y heridos. Yo he visto morir a mucha gente”.

Tras este trance, Roberto Fraile firmó junto a David Beriáin, también fallecido en el ataque en Burkina Fraso, la serie de documentales “Clandestino”, de Discovery Max. Sobre esta experiencia, el cámara contaba para LA GACETA uno de los momentos más tensos que vivió durante la grabación: “En México me entrevisté con un chico de unos veinte años que estaba hasta arriba de coca. Le sentó mal una de las preguntas que le hicimos, entendió que nos estábamos riendo de él, se puso muy nervioso, sacó el arma y quiso disparar a las cámaras, menos mal que le calmaron algunos de los suyos”.

Donde las papas queman - Ignacio Camacho

 Donde las papas queman - Ignacio Camacho


Está de moda denostar el periodismo. Pero aún hay gente que se juega la vida, y la pierde,por este oficio público tiende a minusvalorar lo gratuito. La otra gran equivocación corporativa ha consistido en aceptar un juego de doble filo: la frecuente conversión del género de opinión -ay, las tertulias- en un espectáculo de debate político que se desliza demasiadas veces hacia un correlato casi lineal de la dialéctica de partidos. Ciertos líderes ebrios de sectarismo pretenden pescar en ese río, donde se bañaron ellos mismos, situando a presentadores y comentaristas en su línea de tiro.

En general esos denuestos y amenazas rebotan sobre la piel chapada de un oficio al que no se viene a hacer amigos. Los dirigentes propenden a olvidar que ellos pasan, caen en desgracia, pierden elecciones, y nosotros seguimos. El peligro real está en otro sitio y lo corren tipos realmente duros que no firman columnas ni aparecen en los platós televisivos. Se llaman reporteros y a menudo se juegan el pellejo en lugares donde el ser humano o la naturaleza enseñan su lado más siniestro y donde se percibe el verdadero alcance de la palabra miedo. Catástrofes, migraciones, revoluciones, guerras; esa clase de dramas que nos hemos acostumbrado a contemplar con indiferencia en los informativos de sobremesa. Escenarios y circunstancias donde la vida no vale nada y donde el carné de prensa hace mucho que dejó de proteger de las balas.

Si a los demás no nos quieren tener respeto, podemos sobrellevarlo. Pero esa gente sí se lo ha ganado aunque sus nombres no brillen bajo los focos del estrellato. Son la estirpe de Capa, de Kapuscinsky, de Fallaci, de Meneses, de Quadra Salcedo, de Leguineche. La piel del tambor, que diría Reverte, cuyo redoble recuerda a nuestra confortable conciencia burguesa la existencia de un mundo zarandeado por la tragedia. La voz y la mirada que cuentan el relato del dolor, la desgracia o el conflicto a una sociedad ensimismada en sus problemas frívolos. David Beriain y Roberto Fraile, asesinados en Burkina Faso -búsquenlo en el mapa-, eran parte de ese spengleriano pelotón de voluntarios que defiende la civilización cámara en mano donde las papas queman: en la última frontera de los bárbaros. Y aún dicen que el pescado es caro.

jueves, 29 de abril de 2021

Los ‘ex’ de Ayuso - Ángel Antonio Herrera

 Los ‘ex’ de Ayuso - Ángel Antonio Herrera

Madrid nos gusta, porque tiene la culpa de todo. Eso escribió un día un poeta, y eso lo dice ahora Ayuso de otra manera, porque incluso para poeta ella cita fija, como buena ideóloga de ilustración ciudadana, escorada de simpatías hacia Vallecas. Nos vamos enterando de todo lo que concierne al político, incluidas amenazas, y no tanto de lo que afecta al ciudadano, que quisiera saber algo más allá de cuándo le toca la cola para el chute de AstraZeneca. Menos mal que en medio de este frenesí del tedio, o el hartazgo, ha salido Díaz Ayuso para regalarnos alguna alegría inesperada. Ha dicho, donde Alsina, que Madrid, tan densa en población, ofrece la libertad de cambiar de pareja y no volver a encontrártela nunca más. Esto no entraba en su programa electoral, pero ahora ya sí. Me gusta casi tanto como la promesa de dejar los impuestos quietos. Como ya ha ganado Ayuso las elecciones, viene celebrando la doble condición de musa y poeta de la ciudad, una ciudad donde hay mucha terraza, pero nunca un ‘ex’, o una ‘ex’. Madrid nos gusta, porque tiene la culpa de todo. Eso escribió un día un poeta, y eso lo dice ahora Ayuso de otra manera, porque incluso para poeta ella. Ayuso está inventando muchas cosas que Madrid ya tenía, y hace bien. Los atascos, la libertad, la terraza. Y ahora el ‘ex’, o la ‘ex’, que ya nunca más veremos. Memorable campaña ésta, sí. Donde participan los tronados de epístola, las gogós de ‘primetime’, y los divorciados felices de no volver a ver a quien fue el amor de su vida.

Héroes marchitos - Gabriel Albiac

 Héroes marchitos -  Gabriel Albiac

No habían entendido nada. Y estaban tan contentos de ignorarlo todo. Decididamente, no es posible trocar en docto un bobo

Era primavera. Hacia 2011, creo. Y yo me jubilaba de mi cátedra de Filosofía en la Complutense. Tuve mi homenaje. El mejor de todos: pocos han tenido uno así. Al llegar al edificio de la vieja Facultad de Letras, que fue mi madriguera de medio siglo, pasé sobre una pintada que no estaba allí dos días antes. Llenaba todo el paso de peatones que lleva a la puerta principal: «Albiac de siiempre fascista». Ignoro si la reduplicación de la ‘i’ era un tropiezo debido a las prisas del autor o un hallazgo enfático. Me pareció encantador como despedida.

 antes; reviví las carreras y el miedo de entonces, también la exaltación que sigue a las grandes descargas de adrenalina cuando uno es muy joven. Sonreí: supe que era un alivio que la edad nos libere de esas sobreabundancias hormonales. Busqué a un amigo que me hiciera una foto posando ante aquella declaración de amor. Es, desde entonces, la pantalla inicial de mi ordenador. Ni en mis más vanidosas fantasías hubiera podido imaginar un homenaje tan desmesurado.

Sabía que era obra de la mano de jóvenes artistas: alumnos de los que fueron mis alumnos cuando los jóvenes eran ellos, ahora trocados en sólo aburridos profesores. Hijos que arengan a nietos para que linchen, en su nombre, al padre del padre: la metáfora freudiana, aun en su exceso, no podía dejar de divertirme. Pensé que los aún no tan viejos profesores titulares que maquinaron la obra plástica habían asistido durante años, con tozuda regularidad, a mis seminarios sobre el ‘Capital’ de Marx y sobre el ‘Más allá del principio de placer’ de Freud. Y me sentí en paz conmigo mismo. No habían entendido nada. Y estaban tan contentos de ignorarlo todo. Decididamente, no es posible trocar en docto un bobo.

A algunos de aquellos mentores pictóricos los he ido viendo luego pasar, como hojarasca de otoño, en los cíclicos vendavales madrileños de la autodestrucción bolivariana: Podemos contra Anticapis, Masmadrides contra moños. Se expulsaban alegremente unos a otros: lo de siempre. Se lanzaban a la cabeza chalés majestuosos o sórdidos arrumacos con los herederos del González sobre cuyo escaño ejerciera el jefe Iglesias su ‘performance’ de la cal viva.

Otros dimos la batalla judicial contra esa cal viva. No fue fácil en los noventa: por aquel entonces, todavía no salía todo gratis. Pero esos ‘aquéllos’ éramos los ‘de siiempre fascistas’ del alucinado presente populista. Los vi mutuamente expulsarse: tratarse unos a otros como no tratarían a una cucaracha. Me apenó. Pero, en fin, lo siento chicos, tenéis ya edad más que de sobra para cargar con vuestros pequeños dramas y vuestras grandes ridiculeces. Como cualquier adulto. Lloriquear por insultos y amenazas no os queda nada bien.

miércoles, 28 de abril de 2021

Resiliente - Manuel Marín

Resiliente - Manuel Marín


La psiquiatría lingüística de Sánchez deja de colar

A ver. Se puede ser resiliente una vez y prolongar ese estado de catalepsia durante un tiempo. Pero serlo 191 veces, que son tantas como Pedro Sánchez repite el ‘palabro’ en su plan de reconstrucción de la república democrática de España, y además pretender que ese reclamo convenza a la concurrencia, no es una feliz reincidencia semántica para maquillar el drama con una pizca de humor político. Sánchez debe de creerse la sandez, y nos ahoga en resiliencia con la agotadora repetición bovina de una propaganda cuya chistera ya no escupe conejos blancos, sino engendros de sofisticada psiquiatría lingüística. Mansos los quiere Dios. Y Sánchez.

 aplicación del móvil (eso es el poder para Sánchez), el truco falla. Repetir una y otra vez al ciudadano que está condenado a ser resiliente para ganar galones de progresista modélico, incluso aunque ya no aplauda desde su balcón ni hornee magdalenas, resulta tan enternecedor como inútil. Nadie en su sano juicio plagiaría una tesis doctoral 191 veces salvo que una interpretación delirante de la resiliencia lo aconseje. Alguno sería capaz. Pero el neomodernismo lingüístico recreado en la mente de los gurús de la prestidigitación para motivarnos ha empezado a generar rechazo, por si en Moncloa no lo habían notado. Ya, ya sé que el CIS aún no lo ha percibido. No se impacienten. Denle tiempo. Pero en la cola virtual del paro, en tele-ERTE ‘on line’, la sororidad impacta tanto como las ‘políticas palancas’ y la ‘economía de los cuidados’. O sea, nada. Sin dinero en mano, sin expectativas, la dichosa palanca empoderada es tan inútil como una rueda de prensa de María Jesús Montero.

El proceso de idiotización del resiliente causa estragos. Sánchez aún no ha averiguado que nadie come pistachos con cáscara. Que la mortadela no es jamón. Su efecto, incluso como opositor de Gabilondo, se diluye. En uno de esos ratos de ocio que la resiliencia nos concede, abra el plan de reconstrucción y donde lea resiliente, ponga zombi. Resilientes de verdad son las residencias, los jueces, la alerta antifascista, el cuñadismo, el seat-toledo y Odriozola, el del Madrid. Poco más. Resilienta, resiliento, resiliente… para un desperdicio que sí le cuadraría a la otra Montero, no lo usa. Lo abusa Sánchez.

martes, 27 de abril de 2021

El puñal ensangrentado - Marta Robles

El puñal ensangrentado - Marta Robles


Tras toda la polémica del fin de semana sobre las balas del Cetme, las amenazas de muerte y la salida de Pablo Iglesias del estudio de La Ser, tras la afrenta de Rocío Monasterio, no de no condenarlas -que lo hizo- sino de ponerlas en duda, la estrategia de la izquierda en Madrid dio un giro inesperado acuñado en un eslogan: “fascismo o democracia”, frente al “comunismo o libertad” de Ayuso. Me pregunto ¿acaso la izquierda considera fascista a todos los que no les votan? ¿Y acaso Ayuso considera que en tanto en cuanto los comunistas formen parte de cualquier Gobierno no habrá libertad? Tanto una premisa como la otra son, sin duda, tan terribles como para poner en guardia a la ciudadanía y para procurar eso que parecen querer nuestro políticos: “o estás conmigo o contra mí”, que no lleva más que enfrentar y dividir España. No se puede hablar ni de democracia ni de libertad sin entender la libertad del otro por tener otro pensamiento y sin respetarlo aunque sea diferente, siempre y cuando respete lo establecido en nuestra Constitución. En este contexto de cosas, resulta que las balas del Cetme parecen, desgraciadamente, darle un aire a la izquierda. No le vienen bien a la derecha. De ningún modo. No van a amedrentar a los candidatos y solo van a conducir a una consideración de que todos los de derechas son agresivísimos y capaces de amenazar a sus adversarios.

¿De verdad alguien se cree que esto es cierto? ¿Qué en la derecha solo hay fascismo y en la izquierda solo comunismo? ¿Que los buenos están en un lado y los malos en otro? Caramba, no sé si es ingenuidad o maldad manifiesta. Pero, claro, en el amor y en la guerra todo vale y en campaña se aprovechan hasta las conversaciones de las máquinas del café. Las balas del cetme le van a costar su puesto a un pobre trabajador de correos (no al amigo de Sánchez que puso al frente de la institución con sueldo millonario) y una revisión de todo el sistema. Y tendrá que ser una revisión exhaustiva, porque, por lo que parece, la ministra de Industria, Reyes Maroto, ha recibido un sobre nuevo con una navaja tintada en rojo (“ensangrentada”) en la hoja... ¿Amenazas fascistas? ¿O tal vez un boicot a la derecha al servicio de la estrategia de Pablo Iglesias? No dudo de la amenaza y menos aún dejo de condenarla. Se ha producido, sin ninguna duda pero, ¿a quién beneficia que se repita? ¿Quién está moviendo los hilos? Las fuerzas vivas del PSOE y de Podemos salen a gritar “no se puede dejar pasar al fascismo” ¿De verdad creen que toda la derecha de España (millones de personas que no les votan) es fascista e incluso capaz de mandar balas de cetme o puñales ensangrentados a modo de amenaza? La pantomima está servida. Así que condenemos toda la violencia (esta, la de los escraches, la de la calle, la machista, la de ETA...), pero sepamos que en España no hay tantos violentos, ni tantos asesinos, ni tantos fascistas. No nos dejemos engañar.

Iglesias víctima tampoco cuela - Isabel San Sebastián

Iglesias víctima tampoco cuela - Isabel San Sebastián


Si alguien carece de autoridad moral para denunciar amenazas es quien expresa su admiración a ETA y justifica las pedradas

Pablo Iglesias, el ‘querido’ a quien apela Gabilondo en un desesperado intento de evitar el batacazo que le auguran todas las encuestas, dejó de dar el pego como representante de los desheredados en el mismo momento en que abandonó su piso y su barrio de siempre para trasladarse a un chalé con piscina y jardín individuales en un pueblo de la sierra noroeste donde, según él mismo decía antes de auparse al poder, residían los ‘pijos’ que no pisan la calle. El autoproclamado azote de la casta se hizo con una Vicepresidencia y colocó a su señora en un ministerio creado ‘ad hoc’ para ella, de modo que entre los dos juntaban sendos coches oficiales con sus correspondientes conductores, una

 niñera a cargo del Estado, escoltas fijos en su domicilio así como en sus desplazamientos y unos quince mil euros limpios a fin de mes, tirando por lo bajo, suficientes para acumular en algo más de dos años un patrimonio que sobrepasa el millón de euros y triplica el del propio Sánchez. ¿Qué trabajador de verdad va a comprar su discurso hueco de ‘haz lo que yo digo, no lo que yo hago’? ¿Cuántos españoles formados y con experiencia pueden aspirar a semejante ascensión meteórica fuera de los pesebres que pagamos con nuestros impuestos? Iglesias vendió su alma populista al diablo del lujo que condenaba en cuanto estuvo en posición de hacerlo. Y como ahora ya nadie cree en su palabrería falsaria, como pierde votos a espuertas en los distritos obreros que creyeron ingenuamente en sus promesas de regeneración, ha cambiado de papel para interpretar el de víctima, lloriqueando por los platós ante las amenazas sufridas.

Vaya por delante mi condena sin paliativos a cualquier forma de violencia, incluida la intimidación. Viví once años con la espada de Damocles etarra pendiendo sobre mi cabeza, luego sé bien de lo que hablo. Pero si alguien carece de autoridad moral para hacer tantos aspavientos por un sobre con cuatro balas, es el líder de Podemos. Un Pablo Iglesias que jamás ha expresado su solidaridad con quienes durante cuatro décadas recibieron balas similares no en el buzón, sino en la nuca. Un Pablo Iglesias que expresó públicamente su rendida admiración a la organización terrorista ETA por haber sido «la primera en darse cuenta de que la Transición y la Constitución no eran, en realidad, sino una continuación del franquismo» (‘sic’). Un Pablo Iglesias emocionado al ver a una turba de manifestantes apalear a un policía caído y presto a justificar las piedras lanzadas contra sus adversarios culpando a los apedreados de haber ido a provocar. Un Pablo Iglesias que señala a periodistas con nombre y apellido y que denominaba al acoso ‘jarabe democrático’ hasta que empezó a padecerlo él. Ahora pretende encarnar la democracia amenazada a ver si rasca algún voto, aunque tengo para mí que Iglesias víctima tampoco cuela.

domingo, 25 de abril de 2021

Debate mortuorio - Joaquín Leguina

Debate mortuorio - Joaquín Leguina


Es una pena que en la contienda política madrileña se estén utilizando como arma arrojadiza los muertos a causa del virus chino. Y lo peor no es eso, sino que se usen indicadores brutos, que, para un estadístico como quien esto escribe, son un engaño. No hay una sola media aritmética ni una sola tasa bruta que explique absolutamente nada y eso se sabe desde los romanos, que ya recomendaban la comparaciones ceteris paribus, es decir, con todas las demás cosas iguales.

Y en este caso de la mortalidad por causa del virus hay que tener en cuenta, entre otras variables, la concentración de la población, no la densidad. Alemania tiene una densidad de población de 224 habitantes por kilómetro cuadrado, Gran Bretaña tiene 262 hab/km2, Francia tiene 114, Italia tiene 197 hab/km2, y España con 46.791.000 habitantes, sólo 93 por kilómetro cuadrado. Polonia, el último gran país en extensión, tiene una densidad de 123 hab/km2 con una población de 38.447.000 habitantes. Pero esos países (Gran Bretaña, Alemania, Francia, Italia, Portugal o Polonia) tanto en superficie como en población agrupan a sus habitantes en una franja comprendida entre el 45 y el 60% de la superficie. Sólo algunos países se salen de esos límites: son los del Benelux, que han urbanizado hasta el 80% de su territorio, pero sobre todo España, que tiene a sus habitantes hacinados en el 12,5% del país.

Hace un par de años, Alisdair Rae, de la Universidad de Sheffield, utilizó datos de Eurostat para hacer un descubrimiento demoledor. Cuando se disminuyó el área analizada utilizando una cuadrícula de un kilómetro cuadrado, se topó con el dato de una densidad de 53.119 habitantes en el kilómetro más poblado de Europa, que resulta estar en Hospitalet de Llobregat. El siguiente punto más habitado se encuentra en París, en sus barrios más populares, donde se agrupan 52.218 personas. Y entre los lugares más concentrados de Europa está la villa de Madrid y sus alrededores.

Por otro lado, el 65 % de los españoles vive en pisos, mientras que sólo es el caso de poco más del 50 % de los italianos, del 30 % de los franceses o el 14,4 % de los ingleses. Los españoles vivimos apilados y así, no es de extrañar que encabecemos también la estadística mundial de ascensores por habitante. Todo ello no es sino el resultado de un desarrollo urbano insensato.

También escribí sobre ello en estas páginas el 13 de diciembre de 2020 y lo repito ahora en contra de los falsos argumentos que se siguen exhibiendo contra Isabel Díaz Ayuso.

domingo, 18 de abril de 2021

Un lío incomprensible - Joaquín Leguina

 Un lío incomprensible - Joaquín Leguina


Deberíamos llevar a los altares a los científicos que se han dejado la piel para crear unas vacunas en un tiempo récord, pero la administración que las instituciones políticas de todo el mundo han hecho respecto a la vacunación ha sido un desastre.

El miedo que ha producido tanta confusión sería el mismo que si uno leyera los prospectos de gran parte de los medicamentos que se consumen normalmente y los tomara al pie de la letra. Un ejemplo: “reacciones alérgicas que pueden ser graves y, en ocasiones, producir la muerte. Diversas erupciones y otras reacciones cutáneas graves. Efectos adversos graves en el hígado. Inflamación del intestino grueso” son algunos de los posibles efectos secundarios de la amoxicilina, que es uno de los antibióticos más extendidos. Se consideran muy raros porque solo afectan a una de cada 10.000 personas que la toman. En cuanto al medicamento más popular del mundo, la aspirina, el prospecto oficial indica que entre una y 10 de cada 100 personas “pueden sufrir trastornos gastrointestinales (úlceras, sangrados), respiratorios (asma, espasmo bronquial), urticaria, angioedema y alteraciones de la coagulación”.

Las primeras reticencias surgieron con la vacuna AstraZeneca. Tras la administración de millones de inyecciones de esa vacuna se han documentado rarísimos casos de trombos con fallecimientos, a razón de un caso por cada millón de personas que la recibieron. Cualquier anticonceptivo oral presenta ratios mucho más elevadas de trombosis potencialmente mortales. Mientras que por cada millón de vacunados con AstraZeneca se evitan 120.000 contagios, 4.100 ingresos hospitalarios y 800 muertes.

Así las cosas, ¿cómo es posible que tanto la de AstraZeneca como más tarde la de Janssen se hayan puesto en tela de juicio? Una tesis nada despreciable es que se ha abierto la lucha entre las farmacéuticas. La clave estaría en el precio de las vacunas: cada dosis de la vacuna de Moderna cuesta alrededor de 50 euros; la de Pfizer, en torno a 35 euros, y la de AstraZeneca, 6 euros. Una diferencia tal que incita a someter a AstraZeneca a un acoso brutal para sembrar el temor y la desconfianza hacia ella.

AstraZeneca no fue capaz de desplegar una buena estrategia de comunicación, ni siquiera para defenderse de los ataques. Y eso ha sido un desastre pues, hoy, la sombra de una duda publicada en cualquier periódico y ampliado su eco por las redes sociales (con unos cuantos mensajes bien programados) vale para fabricar una noticia que dé la vuelta al mundo.

sábado, 17 de abril de 2021

En caso de duda consulte a su médico o farmacéutico - Javier Gallego

 En caso de duda consulte a su médico o farmacéutico - Javier Gallego


La frase la hemos escuchado una y mil veces. El latiguillo cierra cualquier anuncio de un medicamento en la radio o la televisión. Ese último aserto, al final de la venta de un paracetamol o de un antigripal, a parte de un consejo obvio supone el reconocimiento de que no hay remedio sin efectos adversos.

En la medicina, como casi todo en la vida, no existe el riesgo cero. Seguramente usted mismo haya firmado, espero que no muchas veces, ese folio que nos dan en cualquier centro médico antes de la anestesia o de una prueba radiológica. Con él consentimos la exposición a un peligro inevitable si queremos curarnos o saber qué tenemos. El beneficio es mayor que el remoto perjuicio y la mayoría, ni siquiera, nos paramos a leer detenidamente esa retahíla de contratiempos, porque pensamos en el objetivo último que es superar la enfermedad.

Por eso me extraña que esta pandemia haya acabado también con esa regla universal, hasta hoy aceptada sin debate por la mayoría de los mortales. Los contados episodios de trombos, que siguen en estudio, asociados a dos vacunas han puesto el foco en sus efectos adversos en lugar de en sus millones de beneficios. La balanza se ha decantado por el lado de las sospechas, sin tener en cuenta los millones de vidas que esas mismas vacunas ya han salvado.

Si usted ha tenido la tentación de ser uno de los que estos días ha pensado en rechazar la inyección le recomiendo dos lecturas. La primera es la del prospecto de la aspirina y la segunda la del Ibuprofeno. Si después de hacerlo se deja dominar por la hipocondría, acabará condenado al dolor eterno por no tomar medicamentos o al insomnio perpetuo por haberlo hecho. Así que no se sienta un kamikaze por querer, como yo, que le pongan cualquier vacuna y a ser posible a la mayor brevedad de tiempo. Y si conoce a alguien que duda, que está en su derecho, dígale que para ser justo renuncie también a subirse a un coche, a entrar de pie en la bañera, a comer alimentos fuera de casa en verano y por supuesto a fumar. Porque con cualquiera de estas actividades tiene muchas más probabilidades de dañar su salud con una dosis de las vacunas.

Es mucho más sencillo echar otra cuenta. En nuestro país ya han muerto más de 80.000 personas, más de 300.000 han ingresado en un hospital y más de 30.000 han acabado en una UCI, por el maldito virus. Es infinitamente más probable que le alcance la enfermedad o alguno de sus múltiples daños económicos. Esa es la verdadera amenaza y las vacunas son la única solución y no parte del problema. Y si aún así, sigue vacilando con la inmunización, solo le pido un favor: en caso de duda consulte a su médico o farmacéutico. Eso es lo que se ha hecho toda la vida.

Lascivia municipal - Juan Carlos Girauta

Lascivia municipal - Juan Carlos Girauta


«La alcaldesa de Getafe ha trascendido la cosa pública y está ya en la gestión de la cosa púbica. De la cosita, porque el Ayuntamiento de Getafe (¿qué hago yo hablando del Ayuntamiento de Getafe?) se dirige a las niñas con este lema memorable en una de sus guías: “Apaga la tele, enciende tu clítoris”. Vayamos por partes» lema memorable en una de sus guías: «Apaga la tele, enciende tu clítoris». Vayamos por partes.

Con el primer mandato imperativo no puedo estar más de acuerdo. Es decir, si los entes locales tuvieran algún modo de influir en los índices de consumo televisivo, acomodaría mi natural liberal para hacerle un hueco a este intervencionismo benéfico. A fin de cuentas, las preocupaciones últimas de Karl Popper atañeron a la televisión, abriendo la puerta a la censura. Pocas cosas peores para la receptora del mensaje de la alcaldesa Sara que ese veneno que están sirviendo al pueblo a costa de la hija de una folclórica. Sucede que no hay pruebas de la eficacia de campañas tan ambiciosas, y no me refiero a la invitación a encenderse los bajos, sino a la de apagar la tele. Pasa como con la publicidad que invita a la lectura en general. Que no. Que nadie lee porque lo diga una valla publicitaria.

Ahora bien, yendo a la segunda parte del lema de Getafe, y suponiendo que las niñas apaguen alguna vez la tele o el móvil, lo que Sara quiere es que enciendan su clítoris. Todo esto puede resultar obsceno, soy consciente, pero es Sara quien nos ha traído aquí. Es Sara con su nuevo concepto de la socialdemocracia y de las administraciones locales quien nos obliga a entrar en este lugar oscuro del sexo infantil. Y para que no quede ninguna duda, conste aquí lo que Sara respondió a un concejal que le afeó la campaña (disculpen la falta de sindéresis y de sintaxis de Sara, su intolerable abuso de los adverbios de modo): «Es gesto [sic] claro de este equipo de Gobierno el que todos los niños y niñas de Getafe, todos los adolescentes, todos los jóvenes y las jóvenes de nuestro municipio tengan relaciones sexuales evidentemente y claramente satisfactorias y evidentemente y claramente igualitarias». Una vez desbrozado su descuidado jardín mental, la conclusión es inevitable: Sara quiere que los niños de Getafe tengan relaciones sexuales.

Bueno, Sara, te voy a dar un disgusto, pero encenderse el clítoris no es tener una relación sexual. De todos modos, atendiendo al principio general del Derecho que reza «quien puede lo más puede lo menos», no negaré que el masturbarse de la niña de Getafe es menos polémico que el mantener relaciones sexuales de esa misma niña. Ha llegado el momento, Sara, mujer, de preguntarle muy seriamente: ¿quién se ha creído usted que es? Oh, veo otro de los lemas a cuya concepción y difusión dedica usted el dinero de los contribuyentes: «Un poquito de autocoñocimiento, por favor». Ay, fíjate qué graciosa, ‘autocoñocimiento’, qué humor tiene Sara, si es que es única. Espera, Sara, que acabo de reírme y te lo vuelvo a preguntar, pero más en tu línea: ¿quién coño te has creído que eres?

Porque hay algo insultante en Sara que debe examinarse una vez analizadas las dos partes de su mensaje antitelevisivo y promasturbatorio. Algo inadmisible: el tuteo. Imaginen el mismo mensaje con un poquito de respeto: «Apague la tele, encienda su clítoris». Pues oye, Sara, no queda tan mal. Por un lado, respetarías por primera vez a tus administrados. Por otro, no sería tan evidente que pretendes interferir en las actividades sexuales de los niños, justificando los crecientes recelos de un gran segmento social que tiene la mosca detrás de la oreja por culpa de guías como la tuya. En tu seno interno, Sara, maja, sabrías que tu público es el que es.

Cuando yo iba al cole, a mediados del siglo pasado, nos llamaban de usted. Llego a los siete años a los jesuitas y me llaman señor Girauta los curas, los profesores, las camareras que nos servían un poquito de vino con la comida. Imagínate, imagínese. No, a ti no puedo sino tutearte. No veas en esto una contradicción, te tuteo porque eres tú, alcaldesa, porque te lo has ganado. Todos deberían tutearte. Es más, todos deberían tratarte con la misma confianza y desparpajo con que se habla a un amigo de infancia, pues tú te has metido en su intimidad. Es una cosa bastante repulsiva, si lo piensas: la alcaldesa de Getafe se ha metido en la intimidad de todos los menores de su municipio para animarles a la realización de prácticas sexuales.

Pero, ¿qué te importará a ti lo que hagan, Sara? Pues de algún modo te importa. Mi problema es opuesto al tuyo: no quiero meterme en lo que libremente se practica en dormitorios y baños. Y ni siquiera me permito pensar en ello cuando se trata de niños. Porque eso tiene un nombre, Sara. Y yo no te lo voy a colgar porque, como te decía, mi problema es el contrario del que tienes tú: una contención infinita cuando se habla de lo sagrado, como el sexo y como la infancia. Pero una cosa me reconocerás, Sara, tía: si uno trata de imaginar qué tipo de contraestímulos son capaces de apagar el deseo sexual, de desmotivar ‘ipso facto’ al excitado, de cortar la libido por lo sano, es difícil dar con algo más eficaz que un mensaje del Ayuntamiento de Getafe diciéndote que te pongas cachondo.

sábado, 3 de abril de 2021

Ayuso madrileñea - David Torres

 Ayuso madrileñea - David Torres


A Ayuso se la veía encantada el otro día con su muñeco Funko Pop, una versión de sí misma que seguramente va a echarle una mano en estos días tan ajetreados. Últimamente, entre unas cosas y otras, Ayuso no para de trabajar y alguien pensó que necesita un doble de acción a la hora de inventar nuevos lemas de campaña y repescar fichajes de Ciudadanos. La presidenta de la Comunidad de Madrid lleva una carrera meteórica, sobre todo teniendo en cuenta que empezó en esto de la política poniendo la voz a un perro. Tal y como van las cosas, no sería raro que terminara dentro de un muñeco, como Chucky o como esas películas de terror en las que el muñeco maneja al ventrílocuo. De hecho, es posible que el Funko Pop de Ayuso sea uno de los pocos muñecos que tiene más funciones que el original.

A los politólogos lo del muñeco les parece un mensaje subliminal, ya que algunos de ellos sostienen la tesis de que Ayuso no es más que una marioneta de Miguel Angel Rodríguez, el titiritero del PP madrileño, el gurú de la comunicación que disfrazó de Cid Campeador a Aznar y de nazi al doctor Montes. Sólo a un tipo capaz de jugar a los coches de choque cuadruplicando la tasa permitida de alcohol se le ocurriría la brillante idea de llevar adelante la campaña de Ayuso mediante una proclama como "comunismo o libertad", entendiendo por comunismo la perversa alianza entre la corbata de Sánchez y la coleta de Iglesias, y por libertad la de pedir una caña y una plaza en el tanatorio. ¿Habrá mayor expresión de libertad que morirse a pleno sol, en una terraza de la capital, saboreando una cerveza y una tapa de calamares? Parafraseando a Ambrose Bierce, eso es eutanasia y no lo del doctor Montes.

Por eso, estos días en que disfrutamos de una Semana Santa a medio gas y calentamos motores para un San Isidro calentito, han cambiado la libertad por "madrileñear", que para ellos viene a ser lo mismo. Es decir, transformar la capital en una terraza gigantesca donde los madrileños puedan volver a celebrar el 2 de mayo, los franceses el 3 de mayo y el coronavirus la barra libre. La oferta cultural madrileña es tan apabullante que a Macron no le ha quedado más remedio que confinar Francia de arriba abajo durante un mes para evitar quedarse sin franceses. Es cierto que en el tema de las vacunas andamos muy retrasados, con un porcentaje inmenso de población virgen de pinchazos y montones de ancianos octogenarios que todavía siguen esperando a Godot al teléfono, pero como el retraso es general y además viene con una tapa de calamares, sea bienvenido. O bien bebido, como dice mi amigo, el cocinero Abraham García.

Ayuso prometió en su día que en Madrid se iba a vacunar día y noche, 365 días al año, pero no especificó si iba ser con Pfizer, con AstraZeneca o con San Miguel, (con Sputnik no, eso seguro). En cualquier momento, en otro alarde libertario, se extiende el permiso de implantación masiva de terrazas a los ambulatorios, para que los camareros hagan un cursillo rápido de enfermería y ayuden también con las inyecciones. Ante el mosqueo generalizado por la historia de los trombos, la farmacéutica británico-sueca ha decidido cambiar el nombre de AstraZeneca por el de Vaxzevria, un nombre casi igual difícil de pronunciar y una solución de mierda, pero en fin, no iban a llamarla Cruzcampo. A la marcha que vamos, cualquier día la propia Ayuso se pone a vacunar. Ella o el muñeco.