domingo, 17 de octubre de 2021

¿Qué necesidad tenías, Felipe? - Julián Ballestero

 ¿Qué necesidad tenías, Felipe? - Julián Ballestero


NO tenía necesidad de arrastrarse por el fango, pero Felipe González prefirió la paz a la dignidad y ayer hizo el ridículo en el XL Congreso del PSOE en Valencia, hablando poco y en sordina de lo que le escuece y callando como tumba lo que le debería revolver las tripas.

El expresidente socialista nunca debió prestarse al espectáculo de aclamación de Pedro Sánchez. Si el sevillano quería conservar la autoridad moral recuperada a base de coherencia tras perderla en su día como presunta X de los Gal, debería haberse quedado en su finquita de Cáceres (49 hectáreas de puro socialismo) diseñando joyas, tarea que al parecer se le da mejor que la adulación y la lisonja, declaradas ambas deporte oficial del Congreso. Debería haber hecho como su fiel escudero Alfonso Guerra, que ni fue ni le invitaron.

¿Qué necesidad tenías, Felipe, de abrazarte a Su Sanchidad, tú que ya tienes la vida resuelta y te has ganado el respeto de la mayoría de los españoles, sobre todo de los que no vivieron tus últimos años de gobierno? ¿No te das cuenta de que abrazar el sanchismo es justamente lo contrario de lo que haría un buen militante socialista, uno con carné del PSOE auténtico, de aquel histórico partido enterrado ahora bajo la bota del narciso patológico que tenemos por presidente?

Los pellizquitos de monja que González dedicó a Sánchez pasaron desapercibidos entre la enfervorecida audiencia congresual, porque se quedaron muy cortos respecto a las opiniones expresadas por el propio Felipe en estos dos últimos años. Sí, hubo una defensa del Régimen del 78, de la Constitución y del imperio de la Ley, pero faltó sacar conclusiones tan obvias como que no se puede gobernar ni colaborar con quienes trabajan para acabar con ese régimen, como es el caso de Podemos, ni con quienes atentan y dicen que volverán a atentar contra la Constitución, como es el caso de los golpistas catalanes, ni de quienes se declaran por encima de las leyes españolas, que son todos ellos, más los filoterroristas de Bildu.

Sobre todo, no se puede callar cuando el líder de tu partido se dispone a pactar de nuevo con quienes asumen la herencia de ETA y no han pedido perdón por los 438 españoles asesinados durante los catorce años de gobierno de Felipe, entre ellos los socialistas Múgica, Buesa, Tomás y Valiente o Casas.

Felipe no quiso asumir el papel de conciencia del partido y representó el triste papel de bufón, contando anécdotas y chascarrillos en lugar de poner a Sánchez frente a sus gravísimos errores.

Fue para el expresidente sevillano una humillación gratuita, que muchos justifican por su indudable condición de ‘hombre de partido’. Habría que preguntarse entonces de qué partido es este hombre, ¿de este PSOE que desprecia y ataca a la Monarquía, que se sienta a negociar de igual a igual la amnistía y el referéndum inconstitucional con los secesionistas? ¿Qué asume uno tras otro los disparates de ingeniería social feminazi, ecologeta y antitaurina de la tropa de Pablo Iglesias?

Tanta contención situó la intervención de González en el terreno del ridículo, un escenario donde no puede competir con los verdaderos campeones del halago. Para hacer el payaso a conciencia es mejor dedicarse profesionalmente a ello, como hace su colega Rodríguez Zapatero, que tras dejar a España al borde de la quiebra y llevar al PSOE al abismo, llegó al XL Congreso dando lecciones y consejos y proponiéndose como guía espiritual de la izquierda. Al menos Zapatero le está sacando rentabilidad al espectáculo. Dicen ahora que su adorado Maduro y su querida Delcy (la de las maletas llevadas por el exministro Ábalos) le han puesto una mina de oro en Venezuela. De ser así, que ya no necesita ir a la campa de la localidad leonesa de Rodiezmo para entonar eso de “Yo soy minero...”. Unos diseñan joyas y otros ponen el oro.