martes, 17 de diciembre de 2013

Media mañana - José Luis Alvite

Media mañana - José Luis Alvite

Me gusta la noche. Me viene de hace treinta años, de cuando empecé en el periodismo y trabajaba de madrugada y dormía durante el día. Dicen que la noche merma mucho y te desquicia. En mi caso no es cierto. Siempre lo tomé como algo natural en mí, como la circulación de la sangre, como que con la tos me asomen a la garganta el olor de los pies y la cereza del martini. A lo mejor lo que me gusta de la noche es la falta de normas. Todo prescribe de madrugada, incluso el código de la circulación, la grúa municipal y el libro de familia. Lo único que tiene de bueno el día, es que a menudo se ve mejor el sol que por la noche. Y que si te pegas un tiro, hay testigos. A Ernie Loquasto también le gusta la noche. Se acuesta con la última sombra, y se levanta cuando empieza a anochecer. Durante años no recordaba haber visto un solo comercio abierto. Su sueño diurno era sagrado. Incluso si quien le esperaba durante el día era una mujer hermosa con la que tener algo que callar. Recuerdo que en una ocasión Lorraine Webster quiso citarle para una tarde de semana. "Podríamos vernos, a las seis de la tarde, Ernie, encanto", propuso. Pero el jefe no vaciló un solo instante. La miró sin apenas tomar aire y le dijo: "¿A las seis de la tarde? Vamos, nena, a las seis de la tarde me partes la mañana". Y no le faltaba razón a Ernie. En invierno se levanta a las cuatro y media de la tarde y hora y media más tarde es media mañana. ¡Su hora del desayuno! Y el jefe no suspende su desayuno por nada del mundo. Lo acusarían su organismo y su gato. Ernie Loquasto le arroja en un plato las sobras del desayuno. "Toma, muchacho, el hueso del café con leche". Y le da a husmear los restos de una chuleta. Al jefe y a mí nos gustan los sitios en los que anochece al amanecer. Tuvimos ofertas de la Costa para trasladarnos allí, abrir un club y pasearnos por Malibú vestidos de Burt Reynolds. Desistimos. Los tipos de la noche no soportamos esos lugares cálidos y banales en los que la gente suda al nadar.