viernes, 20 de diciembre de 2013

El escritor de las cometas - José Luis Alvite

El escritor de las cometas - José Luis Alvite

Yo creo que Carlos Casares era la clase de hombre que busca una excusa para irse porque no encuentra una excusa para quedarse. Muchas veces se lo noté en actos oficiales y en encuentros de trabajo. "Marcho, que ainda me queda moito camiño", decía alargándote tímidamente la mano camino de su bolsillo. ¡Maldita sea Carlos, amigo!, esta vez no podrás irte a casa porque la puta muerte es una magnífica excusa para quedarse. ¿Recuerdas muchacho? ¿Recuerdas que en algunos agasajos que te hicieron, me confesaste tener la sensación de que te quedabas a deber dinero a alguien? Una tarde en "Airas Nunes" compartimos un café de sobremesa. Como siempre, se te hacía tarde. Fue iuna conversación breve. Me dijiste: "Eu necesito certo orden nas cousas, na vida, nas emocións. Non podería vivir coma ti, dormindo onde te renda o sono. Necesítase moita saude pra perdela durante tanto tempo" Tomabas un café muy largo de leche. Estabas ligero y despejado. A mi me pesaba el cansancio de las noches en vela y te dije que tendría que ir a urgencias que me despegaran los calzoncillos. "¿Que cousas tes, Alvitiño! Díxome dunha volta un vello da aldea que tíñase coidado moito porque era o único xeito de chegar a novo" Eso era Casares: una manera de vivir pensando en llegar a la falsa y serena juventud de la vejez.
No estaré en tus funerales, Carlos, amigo. Tengo trabajo y esta temporada no me sienta bin la chaqueta cruzada. Y bien que lo siento, sobre todo porque no podré echarte una mano para aliviarte las presiones del protocolo y tendrás que resignarte en la terrible "pole position" de la muerte, rodeado del organigrama del duelo, todo el mundo trajeado y severo, poseídos de ese gesto neutro que sirve para las exequias y para la botadura de una fragata en Ferrol.
Ya sé que dirán cosas buenas de ti y eso es lo justo, lo honrado, lo único que valdrá la pena de todo esto, salvo que ahora a los funerales les pongan canapés, que a todo, Carlos, amigo mío, se llegará. Pero se dirán también cosas no sentidas, con el ánimo, claro, de resaltar tu figura. Al final -tú lo sabes- alguien que no sepa de qué va la cosa, creerá que acaban de darle sepultura a un "cinco" de la NBA
Te mueres joven y sin necesidad. Hay escritores que si se mueren jóvenes ganan mucho porque la muerte les hace la mitad del currículum y un buen álbum de fotos ¡Las fotos, Carlos! La gente del protocolo corre al peluquero y al sastre. Hay que ser muy cuidadoso con estas cosas. Tipos que te metieron una puñalada en el periódico, se acicalan porque saben que sus vidas miserables ganan algo si mexclan la hipocresía, el dolor y la fotogenia. Podrían cruzar el atlántico, ahora que en Norteamárica se permite compraventa de chorizos
Adiós, amigo Fuiste un magnífico escritor y columnista, un hombre sencillo que en los cafés parecía el camarero. Te echaré de menos. En la vida de un hombre aparecen pocos como tú, gente con la cara en la palma de la mano. Tardará en aparecer otro tipo como tú,alguien que sepa escribir en el papel de las cometas
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