jueves, 13 de julio de 2017

21 veces al mes - Ánxel Vence

21 veces al mes - Ánxel Vence

Los americanos, que siempre están inventando cosas, han descubierto una eficacísima técnica para la prevención de los tumores de próstata. Consiste en que los varones eyaculen un mínimo de 21 veces al mes, solos o con la ayuda de alguna/algún cómplice. Con terapias como esta da gusto atender a los consejos de los facultativos.
Quienes nos incitan a ejercer el amor propio (y ajeno) por el bien de la próstata son los científicos de la Escuela de Salud de la Universidad de Boston. Después de seguir durante 18 años a 32.000 caballeros que hicieron de conejillos de Indias, los investigadores han llegado a un par de jubilosas conclusiones.
La primera consiste en que los hombres habituados a alcanzar el antes citado mínimo de 21 efusiones al mes corren menor riesgo de que se les averíe la próstata. La segunda, igualmente consoladora, es que incluso aquellos que no lleguen a esa cifra mágica estarán más protegidos frente a la enfermedad. El ejercicio de la castidad ha dejado de ser una virtud para convertirse en un factor de riesgo, si hemos de creer a los autores de este dilatado estudio.
Esto ya lo intuía el letrista de Siniestro Total cuando popularizó su famosa -y saludable- canción: "Al que eyacula, Dios le ayuda". Treinta años después, la ciencia ha venido a convalidar esa teoría que creíamos meramente humorística.
Los eruditos de Boston han devuelto también el crédito al Gobierno gallego que hace una década difundió una guía de consejos sexuales en la que recomendaba la masturbación como fuente de salud. Dado que la Xunta estaba formada entonces por socialistas y nacionalistas, muchos pensaron que tales ideas eran cosa de rojos; pero qué va.
Injustamente criticados en su momento, los autores de aquel manual sobre las artes de manos hacían notar las muchas ventajas del antiguamente llamado vicio solitario. No solo mejora la circulación de la sangre y renueva la de otros fluidos que no será preciso citar, sino que, a mayores, constituye una variante de relación sexual sin riesgo alguno de contagio de enfermedades más o menos secretas.
Nada que no hubiera descubierto ya, muchos siglos antes, el mismísimo Galeno de Pérgamo, médico de gran influencia histórica al que se atribuye el latinajo: "Semen retentum, venenum est". O lo que es más o menos lo mismo: el semen no eyaculado nos envenena.
Lo que los investigadores de la Universidad de Boston acaban de confirmar tras casi veinte años de estudios es precisamente la veracidad de ese aserto. Quedan por fin desmentidas así las tenebrosas advertencias de algunos clérigos que atribuían a la masturbación el reblandecimiento de la médula espinal e incluso la ceguera.
Los expertos bostonianos han perfeccionado, además, las teorías de Galeno y de la Xunta, al constatar que no solo la práctica onanista sino también la del coito ejercen un efecto igualmente salutífero sobre los varones que incurren en una y otra. El apunte es de mucho interés. A fin de cuentas, la masturbación puede ser todo lo buena que se quiera; pero no es menos verdad que fornicando se consiguen los mismos beneficios y, además, conoce uno gente y amplía su círculo social.

Intriga un poco, si acaso, la razón por la que los científicos han cifrado exactamente en 21 -y no en 20 o 19- al mes el número de eyaculaciones oportunas para la salud. Tampoco es cosa de entrar en los arcanos de la ciencia.