sábado, 21 de diciembre de 2013

Esto es progreso: legislar en defensa de la vida - Federico Quevedo

Esto es progreso: legislar en defensa de la vida - Federico Quevedo
Por fin hay reforma de la reforma de la Ley del Aborto y, en contra de lo que se había venido diciendo –que se iba a enfriar el ímpetu inicial de Gallardón y que al final se trataría de un parche para cumplir con el programa-, el Gobierno se la ha jugado con una valentía sin precedentes en defensa del principal y más importante derecho del ser humano: el derecho a la vida. Es verdad que la ley permite el aborto en dos supuestos, es decir, que de alguna manera se vuelve a la ley de 1985 En este sentido cabe decir que la lucha por la desaparición total del aborto todavía no ha terminado y habrá que continuar creando conciencia social contra este gravísimo atentado contra la dignidad y la naturaleza humanas.
Pero también lo es que el anteproyecto aprobado por el Gobierno -y que debe seguir ahora su trámite parlamentario- hace justicia en un elemento fundamental: el aborto deja de ser un derecho y vuelve a ser el objeto de una despenalización. Sin embargo, al mismo tiempo, la ley elimina cualquier tipo de reproche y consecuencia penal para la mujer que aborte fuera de los dos supuestos despenalizados por lo que, cabe entender, que será el médico que practique un aborto al margen de la ley el que sufra las consecuencias penales de haberlo hecho.
Dicho de otro modo, la ley supondrá un duro golpe para las clínicas privadas que practicaban abortos indiscriminadamente y en muchos casos falsificando la documentación. No habrá más ‘doctores Morín’ porque la ley va a impedir que el aborto sea un lucrativo negocio a costa de la vida del nasciturus y del sufrimiento de la mujer. Incluso les prohíbe darse publicidad, que era como dar publicidad a la muerte.
No habrá más ‘doctores Morín’ porque la ley va a impedir que el aborto sea un lucrativo negocio a costa de la vida del 'nasciturus' y del sufrimiento de la mujer. Incluso les prohíbe darse publicidad, que era como dar publicidad a la muerte
El Gobierno limita los dos supuestos al riesgo físico para la madre, siempre que esté acreditado por dos médicos ajenos a la clínica en la que se va a practicar el aborto, y en el caso de la violación dentro de las doce primeras semanas y previa denuncia de la misma. Los dos casos parecen razonables en la medida en que se plantea un conflicto de difícil resolución por cualquier otra vía. Nadie puede obligar a un médico a elegir entre la vida de la madre y la del no nacido sin darle la opción de hacerlo, ni nadie puede obligar a una mujer a soportar un embarazo no deseado fruto de una violación.
El aborto es la muerte provocada de un ser humano vivo, es decir, implica matar aunque la muerte se produzca en el seno materno. A la izquierda le resulta imposible aceptar este hecho así porque le genera un problema de conciencia, y entonces traduce el aborto por interrupción voluntaria del embarazo, como si se tratara de darle al pause en una película de video. Y todo porque en un mal entendido feminismo la izquierda ha antepuesto el derecho de la mujer a hacer con su cuerpo lo que le de la gana –derecho que nadie le niega, pero que exige una responsabilidad-, al derecho a la vida de un niño, lo cual supone en sí mismo el mayor retroceso social que haya experimentado nunca el ser humano devolviéndolo a su prehistoria. Ni siquiera los animales son tan crueles con sus crías.
En esto Rajoy está demostrando tener más bemoles de los que tuvo Aznar, quién predicó mucho en contra del aborto pero no fue capaz de tocar ni una sola coma de la ley que acabó resultando un coladero por aquel supuesto del daño psíquico de la madre
Abortar es matar, y me da igual lo que duela escuchar esa palabra, pero solo así es comprensible la reforma que va a llevar adelante el Gobierno en cumplimiento de su programa electoral. Solo así es comprensible su ánimo de defensa de la vida humana y en eso este Gobierno puede presumir de ser el más progresista de la historia, aunque a la izquierda le cueste entender que el derecho a la vida, y con mayor motivo el derecho a la vida del ser humano más débil e indefenso que es el nasciturus, debe protegerse contra todo acto de violencia externo venga de donde venga y tenga el motivo que tenga.
Desde mi pequeña tribuna, desde estas líneas que tantas otras veces han sido críticas con el ministro Gallardón por otras razones sobradas, mi aplauso por la valentía con la que va a afrontar esta batalla en defensa de la vida, a sabiendas de que le va a suponer enfrentarse a la sinrazón de quienes seguirán defendiendo el derecho a matar haciendo una lectura tergiversada y perversa del sagrado deber de la Justicia de defender toda vida humana.

Y déjenme decirles otra cosa: también en esto Mariano Rajoy está demostrando tener más bemoles de los que tuvo José María Aznar, quién predicó mucho en contra del aborto pero no fue capaz de tocar ni una sola coma de la ley que acabó resultando un coladero por aquel supuesto del daño psíquico de la madre. El viernes el Gobierno aprobó el anteproyecto y esa fecha quedará marcada como el comienzo de una esperanza para miles de niños –casi 120.000 dejaron de nacer por culpa del aborto en 2011- que, de otra manera, nunca verían la luz del sol.