sábado, 21 de septiembre de 2019

La maldición de “los hunos y los hotros” - Alberto Estella

 La maldición de “los hunos y los hotros” - Alberto Estella

A mis lectores, fieles e infieles
Hace veinticuatro años que debuté como colaborador en este diario. Ejercía aseadamente mi profesión y podía ufanarme como Machado: “...a mi trabajo acudo, con mi dinero pago/ el traje que me cubre y la mansión que habito, / el pan que me alimenta y el lecho donde yago”. Entonces el presidente Francisco Rodríguez, me tentó para que hiciera periódicamente públicas mis opiniones, que no eran siempre pacíficas y, a veces, incluso forajidas. Desoí el consejo del viejo poeta rabino Sem Tob, “que nadie extienda su mano para adueñarse del oficio de su vecino...el cálamo se hizo para escribir, las tijeras para oficio de barbero, el fuego para el altar y la hoz para la cosecha”. Y tomé el cálamo, y a veces también la hoz.
En estos años, he cosechado odiadores. Alguno me hizo wudu, otros escupieron sobre mi foto, o la enseñaron a su tercer ojo. Me gusta putearlos de vez en cuando, que Dios me perdone. Pero también he sabido que entre los papeles de algún fallecido aparecen recortadas columnas amarillentas de don Estella. Y tengo paisanos que me abordan en la calle o en el supermercado, para decirme “le sigo”, y que se entretienen leyendo mi farol de los miércoles, o transitando mi calle del desengaño de cada sábado. Por ello solicito humildemente a la empresa que me mantenga, al menos un año más, para hacer 25.
Durante este tiempo me jubilé, engordé un par de arrobas, superé dos cornadas mortales y perdí muchos seres queridos. Pero no he dejado de escribir, sacando unas veces el violín, otras el bisturí, el garrote o el incensario. Intentando que los suscriptores o lectores de LA GACETA, cuando lleguen a la Opinión – con tantos y tan buenos colegas -, no mojen el dedo índice para pasar página. Que nos lean. Por supuesto también me equivoqué, con más frecuencia de la deseada, por lo que no es mal momento para pedir perdón y un indulto compasivo. ¡Ay, si pudiera borrar de la hemeroteca algunos párrafos!
Titulé mi primera colaboración de 1995 como hoy, “Los hunos y los hotros”. Decía entones algo que lamentablemente sigue siendo válido: “...un gran español que había contemplado y reprochado los desmanes de una de las dos Españas - a cuyos líderes comparó con los hunos de Atila -, hubo de sufrir más tarde los desafueros de la otra, y trazó el indeseable paralelismo con los hotros” (si, con hache). Aquel gran español fue Unamuno. ¿Qué hubiera dicho don Miguel hoy del “insomnio” sobrevenido a Pedro Sánchez? Dice que, si hubiera tenido en el gobierno podemitas, no dormiría tranquilo. ¡Pero si les llamaba “socios preferentes” y les ofreció una vicepresidencia para la marquesa consorte y tres Ministerios! ¡Pero si están en su cama, en obsceno amancebamiento con filoetarrras y separatistas, en autonomías y ayuntamientos!
Bárbaros del norte y bárbaros del sur, este y oeste. Los Atilas políticos cabalgan en nuestra débil democracia, por toda la España peninsular. Asolan Corporaciones, Instituciones y Entidades. Tienen la patria en desgobierno, al borde de una pavorosa crisis económica, y amenaza de mas golpes de Estado, mientras pelean bárbaramente entre ellos por la conquista de parcelas de poder, cuajadas de pasto, donde aspiran ansiosos pacer, ocupando despachos, saqueando presupuestos, poniendo el cazo, y cobrando furtivamente comisiones. El espectáculo recuerda mas una pocilga que un refectorio monacal.
Los mediocres, ignorantes o groseros, además, creen haber inventado todo. Para muestra Rufián, que frecuentemente da lustre a su apellido. En el último Pleno del Congreso ha dicho que los ciudadanos estamos de los políticos “hasta los bemoles”. Lo expresó mejor, hace casi 150 años, un catalán – no, como él, charnego -, y con vitola, Estanislao Figueras, que, presidiendo un Consejo de Ministros de la Primera República, dijo: “Señores, ya no aguanto más. Voy a serles franco. ¡Estoy hasta los cojones de todos nosotros”! Nosotros, ellos, los unos, los otros, los de más allá, los rufianes, los golpistas, los egipcios, los incompetentes, los hunos, los hotros, nosotros, esotros, las potras y los potros.... ¡Si!, estamos de vosotros hasta la coronilla, los pelos, las trancas, los pechos, los pendolones, el moño, el ciruelo...Pero coño, Figueras huyó, mientras que Rufián y todos los causantes de nuestro hartazgo, repetirán en las listas del 10 de noviembre.

La deseada regeneración no llega, llegará antes una nueva, grave crisis económica y otros desmanes territoriales. Los repúblicos, ay, han mermado de categoría, personal e intelectual. España precisa de hombres de Estado, no politicastros, inútiles y corruptos. Los tiene sin duda, pero deben unirse para poderlos aupar al gobierno. Las próximas elecciones, serán una ocasión inmejorable.