domingo, 25 de agosto de 2013

Samantha Lee - José Luis Alvite

Samantha Lee - José Luis Alvite
  
La noche que la conocí, Ernie me echó una mano. Jamás había cenado algo tan exquisito en el 'Savoy'. En un aparte le pregunté al cocinero qué había hecho para mejorar tanto la calidad del menú. "Nada especial, muchacho: lavé la vajilla". Samantha Lee había estado casada con un fulano al que no le cabía la cabeza en el cráneo. La chica estuvo unos días actuando en el 'Savoy'. No cantaba gran cosa pero sus labios eran muslos. Sonreía como si cruzase las piernas por delante de la garganta. Él se llamaba Jess Mancuso y amañaba combates de boxeo: "Ya sabes, Ernie, con las apuestas 10 a 1 encontra, el tipo asmático de las gafas graduadas tumba en el quinto asalto al gigante al que las orejas le quedan como los tiradores a un féretro". Y eso -el dinero fácil- fue lo que encandiló a Samantha Lee, que de economía sólo sabía que "lo malo del dinero es que sale caro". La noche que la conocí en el 'Savoy' empezaba a aliviar el luto de su vestido. Jess Mancuso había sucumbido en el incendio de su mansión en Staten Island. Un fuego pavoroso lo había quemado todo. Chester Newman escribió en el 'Clarion'. "Los bomberos no recuerdan nada igual. En la mansión de Mancuso incluso se quemó el fuego de la chimenea". Samantha Lee llegó cuando de la casa sólo quedaban los restos humeantes. Aquello era irreconocible. La identificación de su marido sólo fue posible porque, según la Policía, "era el único mueble capaz de sostener un cigarro en la boca". Samantha quedó ligeramente postrada. Luego se cepilló el pelo y pareció más animada. A los bomberos les plantó una denuncia porque le habían puesto pingando la piscina. ¡Samantha Lee! Cuando la conocí le quedaba la voz justa para anunciar su retirada. Y la última noche que cenamos en el 'Savoy', me dijo: "En el fondo fui una estúpida, Al, cariño. Me gasté todo el dinero de Jess Mancuso en pagarle al tipo que me enseñó a contarlo".