miércoles, 7 de agosto de 2013

Blues de la gente dormida - José Luis Alvite

Blues de la gente dormida - José Luis Alvite

Desde que tengo memoria me gustó mirar a la gente mientras duerme, incluso si se trata de un muerto. De niño iba los domingos a echarle migas del pan a los difuntos del cementerio por si se les abría el apetito al resucitar. Me fascina la bondad genérica de la gente dormida, el sueño estoico y plomizo de los hombres derrotados, la abstracción de las fulanas del burdel cuando en mitad del asco las vence el cansancio y eso que regurgita en su boca no se sabe muy bien si es un eructo,una oración o el nombre confitado de un niño. Pocos placeres he encontrado más satisfactorios que el de aquella noche al arropar en su cama al hijo de la prostituta que me había llevado a su casa y me pidió que despertase suavemente al crío para que por una vez en su vida tuviese la sensación de que había en casa alguien que hablaba pausado, llevaba la ropa puesta y no hacía daño. O la madrugada en la que dejé de mi puño y letra sobre la cama de una niña un folio en el que al despertar creyó haber encontrado la letra fosca y encariñada del padre que la había abandonado al poco de nacer. Y recuerdo la muerte de aquel joven camarero que, vencido por el sueño, se estrelló al amanecer con su moto camino de casa.Me conmovió tanto el rostro encerado de aquel muchacho, que para quitarle gravedad a la escena, delante de los suyos pregunté qué tal había pasado la noche el muerto. Me puede la gente acorralada por el cansancio y doblegada por el sueño.Supongo que es algo que hago pensando también en mí, que he dormido muy poco durante treinta años y nunca tuve quien me hablase mientras me vencía el sueño.Y aunque ya no espero carta de nadie, no me importaría que me enterrasen en un féretro con una ranura para el correo.