jueves, 1 de agosto de 2013

El gel y las toallas - José Luis Alvite

El gel y las toallas - José Luis Alvite
  
Un sacerdote me recriminó ayer públicamente en Twitter el retrato que dos días antes había hecho de Cristo «repartiendo con naturalidad y el gel y las toallas en la penumbra del burdel». Al padre Antonio Romero le pareció una blasfemia lo que para mí sólo se trataba de una imagen concebida y plasmada con fines literarios. Al cabo de un breve intercambio de comentarios,cada uno mantuvo su postura. Por mi parte le hice ver que mi manera de escribir responde exclusivamente ante mi conciencia,por lo que consideraba fuera de lugar que su moral y su doctrina pretendiesen estar por encima de mi pensamiento y de mi manera de ejercer un oficio cuya esencia reside de manera irrenunciable en la libertad de expresión.Al final nos cruzamos invitaciones para que cada uno visite la ciudad en la que le recibiría como anfitrión el otro y el incidente no pasó a mayores, de modo que nos demostramos a nosotros mismos que dos personas pueden entenderse sin necesidad siquiera de estar de acuerdo. Ya sin las restricciones expresivas a las que obliga Twitter, quiero felicitar al padre Romero por la convicción con la que defiende sus creencias y espero que comprenda que con ese mismo entusiasmo defienda yo las mías. También deseo que sepa que tengo poco que ver con quienes con cualquier pretexto arremeten contra la Iglesia y consideran el Evangelio una antigualla intelectual, y la fe, poco menos que una perversión de la inteligencia.La suya y la mía sólo son maneras distintas de entender la vida, eso es todo, y comprendo que su idea de trascender y alcanzar el cielo es tan natural y tan legítima como en cada viaje que hago vencido por el sueño lo es mi deseo de llegar con vida a la siguiente gasolinera. Por último, padre Romero, creo que estaremos de acuerdo en que no son el gel y las toallas lo peor con lo que podría mancharse Cristo las manos.