jueves, 22 de agosto de 2013

Prensa - José Luis Alvite

Prensa - José Luis Alvite

En la vida los grandes cambios casi nunca son morales, políticos o sociales, sino tecnológicos. De los refrescos lo que cambia con los vaivenes del mercado no es el sabor, ni la fórmula, sino el envase y la publicidad. E igual ocurre con el periodismo, que tendría que consistir en contarle a la gente las cosas que se supone que le ocurren. La gran conquista del marketing periodístico no suele ser el contenido sino el regalo. Algunas cabeceras lo que le ofrecen de ventaja a sus lectoresno es un articulista distinto, original, sino una cubertería o una faja para las hernias. Por eso ahora la prensa, que era un místico producto alado, casi ornitológico, se vende ahora en un formato que nunca le fue muy propio: la bolsa. Seguramente la próxima gran conquista de la prensa no sea un ordenador más rápido, ni un columnismo insospechado, sino las asas para la bolsa. Un periódico en el que estuve algún tiempo lo único que cambió en sus estructuras fue la máquina del café. Muchos lectores desistieron de los contenidos para quedarse con las ofertas. Lo que interesa de algunos periódicos no son sus noticias o sus opiniones, son sus regalos. Cualquier día un avispado editor da la última vuelta de tornillo ofreciendo en el quiosco un periódico y tres cuartos de pollo. Entonces ya no se requerirá formación específica como lector, sino preparación física bastante para llevarse a casa los cien gramos de papel y la sopera. Y la prensa, Dios Santo, se habrá convertido en menaje del hogar.Nos quejamos de que en España se lee poco pero lo que promocionamos por encima de la lectura es el ajuar. Un día de estos la gente acudirá a los quioscos para comprar la leche. Y así las cosas, muchacho, lo que quedará de la vieja prensa no será el hondo sabor de su pensamiento, sus contenidos o el peculiar olor de la tinta no, ni siquiera el residuo de sus heroicos sufrimientos. El editorial del periódico será entonces el código de barras.