viernes, 26 de abril de 2013

Asedio al Congreso - Raúl del Pozo



Asedio al Congreso - Raúl del Pozo
Ha empezado la primavera-verano de las barricadas y los culos frescos. A las cinco de la tarde, tres columnas, una que sale de Puerta de Alcalá, otra de Sol y la tercera de Atocha, confluirán en el Congreso de los leones para sitiarlo. Son los de la plataforma ¡En Pie!, que han dejado el estilo hippie y han adoptado el de pantera. Mientras hierve la manifa, las cucarachas de sotana se hacen el pijo un lío y dudan si en realidad, y en secreto, la desobediencia es o no fuente del derecho. El presidente del Tribunal Supremo ha declarado que el escrache es un ejemplo de libertad, pero los ropones de la Audiencia Nacional deliberan si se maquina o no un delito contra las altas instituciones y dignidades del Estado.
La toga es sagrada, y en lo sagrado está el enemigo; se larga mucho de los políticos, pero qué me dicen ustedes de los jueces, «los fiscales de gallinero y el resto de los abogados del diablo» (Javier Gómez de Liaño). Algunos jueces acabarán junto a sus troncos o sus coimas en el infierno, donde los vio Quevedo: «¿Ves aquel? Pues mal juez fue, y está entre los bufones, pues por dar gusto no hizo justicia».
Los que se van a rodear el Congreso aconsejan a los manifestantes que lleven en lugar visible la dirección de los abogados y una botella de vinagre para empapar los pañuelos que se usarán en caso de que lancen gases lacrimógenos; también llevarán silbatos para espantar a los perros y caballos de la policía si los usaran. Los Black Block con caras tapadas estarán en primera línea. La revuelta emplea desde hoy otra táctica, que tiene su origen en el viejo pensamiento de los amotinados: el Congreso es un teatro burgués. En realidad no es tan divertido.
Para evitar que lo tomen, aparte de los antidisturbios, necesita un domador de leones y de exhibicionistas. Hay un adagio muy madrileño que repite: «¡cómo subo, cómo subo, de pregonero a verdugo!», y se apoya el proverbio en los políticos que gatean por la cucaña para atrapar el sueldo del Estado. La farsa parlamentaria, donde sestean tantos diputados, puede resultar odiosa, pero tampoco es cosa de deshacerla y luego ya veremos.
Fue de traca el strip-tease de Joan Baldoví, un nacionalista que defiende los derechos de los animales y de los valencianos, ex alcalde de Sueca. ¡Arroz y pilota, mare de Déu! Ayer se desabrochó la camisa, se desenganchó la corbata y sólo faltó la música. Puede ser que Marx no acertara cuando dijo que el Estado era una boa constrictor pero el Parlamento es algo más que una farsa, aunque a veces parezca un club donde sus señorías hacen striptease.