viernes, 6 de septiembre de 2013

Literatura con vibrador - José Luis Alvite

Literatura con vibrador - José Luis Alvite

Conste que jamás escribo con la pretensión de convencer a nadie, ni siquiera con el deseo de que a sus 88 años mi madre sepa por fin que he conseguido en libertad la mala reputación que ella sospechaba que solo podría haber obtenido en la cárcel.Tampoco doy consejos a quienes me los piden pensando en que puedan resultarles útiles para su escritura. «Siéntate cómodo en una silla y cuenta lo que se te ocurra –le digo– sin que nadie te guíe, confiando en que te ayude tu instinto, expuesto a que lo que puedas conseguir después de largos meses de insoportable sentada tenga menos que ver con la literatura, que con las hemorroides. Ni te hagas ilusiones, ni decaigas a las primeras de cambio, como esos atletas que se agotan en el precalentamiento.Es posible que después de mucho tiempo sentado en el mismo sitio no consigas grandes resultados literarios, muchacho,pero al menos te quedará el consuelo de saber lo que se siente al ser taxista».También podría haberle dicho que en mi opinión los hábitos literarios se contraen como consecuencia de haber fracasado en otras pretensiones y que lo recomendable es tener una manera de escribir que resulte tan personal como la conciencia. Al fin y al cabo,el estilo en la escritura depende mucho de lo que uno haya vivido, leído o pensado, igual que la textura de las heces guarda sobre todo relación con lo que se haya comido y con la flora intestinal. Sean cuales sean los resultados, no hay que desanimarse jamás. Hay que afrontar el desafío literario sin pretensiones y sin perder de vista que el éxito social que uno persigue en este oficio es menos fulminante, y menos duradero,que el que habría obtenido si le hubiesen sentado bien los pantalones blancos cuando era joven. El éxito literario es un misterio tan insondable como el de la muchacha que creyó quedar embarazada teniendo sexo con su vibrador.