sábado, 14 de septiembre de 2013

El ciempiés - Raúl del Pozo


El ciempiés - Raúl del Pozo
Las hojas áureas y rojas anuncian otoño, pero otra vez nos vemos en los escaparates del espejo cóncavo, otra vez y siempre acecha el coñazo del nacionalismo en la España eterna a medio hacer. Va a ser muy desagradable esperar que hagan el nuevo pacto entre las ranas del orden y los bribones mitógrafos. Tal vez un castellano como yo está incapacitado para comprender el nacionalismo, aunque Pío Baroja, que era vasco, profetizó que un día el nacionalismo sería un ciempiés. Lo clavó. La próxima vez llegarán a Atenas, que una vez conquistaron.
Siento mucho mi recaída en el desdén al nacionalismo; cuando empezaba a rehabilitarme. Carles y otros amigos catalanes me llaman para recordarme que tengo que seguir en la cabaña de la reeducación como castigo a mi última columna, en la que decía eso de que el nacionalismo es el camino más corto para llegar al fascismo. Tienen razón al decir que los catalanes han sido un factor de consenso en la última democracia, aunque no logran disuadirme de que el nacionalismo ha sido la última peste para Europa y una kermés de sangre en Yugoslavia. Ese agresivo utillaje de tópicos suele terminar en tragedia y es muy posible que aquí se evite con cheques y cobardías, pero nadie está seguro de que las pasiones no se desborden.
Dicen algunos periódicos norteamericanos, como en vísperas del Maine, que la marcha de los 480 kilómetros la han provocado la crisis y la corrupción en España. ¿Acaso ignoran que los libertadores se han llevado miles de millones de euros a los paraísos fiscales y que en su última gestión han batido todos los récords de despilfarro y grosería identitaria y que están entrampados a merced del Estado central? Que no se equivoquen, Cataluña no es Cuba, aunque se parecen en el hecho de que hayan provocado la última carga aprovechando la debilidad de la nación. Ahora no hay soldados con sombreros de paja. Cataluña no es una colonia, los catalanes no son «ingratos hijos de Cuba».
No pueden montar una guantanamera los que tienen los mismos derechos que nosotros. Esta vez es difícil la independencia porque los nacionalistas quieren una libra de carne cerca del corazón, como el mercader de Venecia.
Algunos tontos del pijo, aunque sean premios Nobel de Economía, insistieron en que España iba a ser rescatada y expulsada de Europa. Parece que se equivocaron. La prima de riesgo española confirma su sorpasso a la prima italiana. A pesar de la crisis y del deterioro de las instituciones, han venido más de 40 millones de turistas y a nadie le ha faltado una inyección, todo ha seguido funcionando con servicios en algunos aspectos espléndidos. España parece que puede salir de la ruina; Cataluña sola, no.