domingo, 1 de septiembre de 2013

El gato - José Luis Alvite

El gato - José Luis Alvite
  
Puedo vivir con poco. Me sé el Padrenuestro con baches pero a veces por las noches en la carretera se me escapa y rezo para que mis ojos no duren menos que las flores. En ocasiones para sentirme acompañado me echo a oscuras a la Autopista del Atlántico y corro a cántaros debajo de los aviones. Cuando me siento muy solo, más solo que otras veces, malgasto mi tiempo viajando a granel bajo el cheviot de la noche estrellada. Ocurrió anoche mismo. Estaba desolado por algunas cosas personales.Casi ni me tenía sentado. Estaba tan destrozado, ¡Dios!, que me costaba escupir dentro de mi propia boca. Hice por pensar pero sólo se me ocurrió que el matrimonio tendría que ser causa de divorcio.Me consuela que hay gente que lo tiene peor. A una amiga mía sus hijos le llevaron de regalo al hospital un vestido largo justo el día que acababan de amputarle las piernas. ¡Joder!, cuando quiso ponerse en pie, le llegaba el suelo a la cintura.Lo supe por su hijo. Era un buen muchacho que no estaba muy al tanto de la enfermedad de su madre. Me contó el muchacho que cuando lo del vestido, corrió al mar y buceó en la penumbra para llorar a solas.Conocí en el 'Savoy' algunos casos tristes. Recuerdo ahora a la pobre Kate Hellman. Adoraba los gatos. De jovencita se mantenía delgada corriendo detrás de un afgano que le habían regalado sus padres. En 1974 una parálisis la clavó en una silla de ruedas. "Sólo soy el agujero más alto de la ciudad", decía.Una madrugada en el club recuerdo que me dijo Kate: "¡Por el amor de Dios, Al!, de jovencita aspiraba a mirar el horizonte subida a mis hombros, y ahora, encanto,ahora resulta que he alcanzado la trágica velocidad del mármol". ¡Pobre Kate! En la Navidad del 75 los muchachos del 'Savoy' hicimos una derrama. Queríamos verla otra vez contenta. Kate se había desprendido de su último gato porque no podía alcanzarlo cuando corría. Lo de aquella noche fue una sublime y dolorosa decisión: a la dulce Kate le regalamos un gato sin patas.