sábado, 24 de enero de 2015

Mirar al pajarito - Pedro Simón

Mirar al pajarito - Pedro Simón

EL 42% de los menores de 15 años declara que se hace varias al día. El 60% asegura que lo hace pensando en su pareja. España es un no parar de adolescentes enfebrecidos que echan mano al bulto del pantalón. Y casi todos, como es norma, terminan utilizando la derecha para estirar el palito.
En efecto: no vamos a escribir de la tradición de hacerse pajas, sino de la manía de hacerse selfies. Sentando cátedra sobre este binomio comparativo, vaya, del que un servidor sabe bastante al 50%. Hay muchas más probabilidades de que te quedes ciego con un Samsung y tres amigos que a solas con un rollo de papel higiénico.
Los datos están en una encuesta sobre la adicción a los autorretratos que ha hecho una empresa de mensajería instantánea entre 27.000 personas, a las que en ningún momento se les preguntó qué hacen nada más terminar. Si cambian de mano o de encuadre. Si se echan otro o se dan la vuelta.
Conozco a toda una recua de amigos cuarentones a los que precisamente ahora les ha dado por mandar selfies saliendo de la ducha con una toalla a la cintura y cosas parecidas, en plan Aramis Fuster. Como si los bestias de ellos se desayunaran ombligos en vez de krispies.
Nos hacemos un selfie con el amigo al que hace mucho que no vemos y con el que vimos ayer, con el vecino que sale en la tele y con el que no, con Esperanza Aguirre y con la doble de Esperanza Aguirre (que ya trabaja más que la primera). Por cosas como éstas, ya ven, uno tiene añoranza del fotomatón, esa cabina de diseño soviético donde -como en la Soyuz- cabíamos tres y solo había una oportunidad.
Dicen los socialistas que la España moderna es una nación de naciones, pero yo creo que ya es más: España es una masturbación de masturbaciones. Con un montón de tropa dispuesta a sacar el móvil y hacerse un pajote en cualquier parte, echándole el brazo por encima al famoso de turno mientras hacemos clic poniendo esa misma sonrisa extasiada que se nos queda tras el orgasmo.

Antes se miraba al pajarito y ahora se ve venir al buitre. De tanto enfocarnos a nosotros mismos nos pegamos la hostia. Qué quieren que les diga. A mí, desde siempre, me han inspirado mucha más confianza todos esos que prefieren no salir en la foto.