sábado, 3 de enero de 2015

Galicia y el sexo del mar - Ánxel Vence

Galicia y el sexo del mar - Ánxel Vence

Una orden publicada en las severas páginas del Diario Oficial de Galicia acaba de autorizar la caza y captura del carallo de mar, bicho del género de los equinodermos al que los científicos disfrazan bajo el nombre de "Holothuria foskali". Por una vez está plenamente justificada la exclamación "¡Manda carallo!" que los gallegos acostumbramos a utilizar como expresión de asombro.
Ninguna razón hay para el pasmo, naturalmente. El mentado carallo es un animal de aguas profundas que ya se comercializa en decenas de países a los que ahora se incorporará Galicia por medio de la patente de corso que la Xunta ha otorgado a siete buques de una cofradía de O Morrazo.
La pieza en cuestión tiene una inequívoca forma de verga, alcanza los treinta centímetros de longitud y expulsa un líquido blanquecino y gelatinoso al ser acosado: detalles que acaso expliquen la denominación popular que se le da en este reino. Más o menos, esa es la misma razón que llevó a los gallegos a bautizar como "carallo de home" cierta variedad de percebes de O Roncudo, famosos por su grueso calibre.
La apertura de la veda del carallo (de mar) evoca una vez más la estrecha relación que en Galicia existe entre el marisco y el sexo. No hay más que observar al mejillón y la almeja, bivalvos que evocan la vulva tanto en la forma de estos moluscos como en la denominación bajo la que se los agrupa. Quizá eso explique los muchos juegos de palabras y versos decididamente eróticos a los que da lugar aquí la asociación lingüística entre berberechos y berberechiñas.
No se agota ahí el catálogo de pecados en los que los gallegos mezclamos alegremente la gula con la lujuria. Valgan de ejemplo las vieiras, para las que -no por casualidad- carece de palabra equivalente la rica lengua castellana. Las vieiras recuerdan por su curioso aspecto al monte de Venus (también llamado pubis): y de ahí les viene precisamente el nombre. De Venus, diosa del amor, deriva por línea etimológica natural el castellano "venera" -hoy en desuso- y el popularísimo término gallego vieira, exportado ya a muchas lenguas del mundo.
A todo esto hay que agregar la autorizada opinión de Brillat-Savarin, famoso teólogo de la gastronomía que hace un par de siglos teorizó sobre las propiedades afrodisiacas de las ostras. Aquellas ostras de Arcachon, aunque también pudieran ser de Arcade, que el sibarita y revolucionario francés engullía con pecaminosa delectación, como si se estuviese metiendo en la boca otra cosa.
Si las ostras, vieiras y demás bivalvos evocan inevitablemente el pubis de las señoras, otros mariscos cumplen igual función por lo que toca a los atributos masculinos; que en esto los gallegos no somos nada sexistas. Ahí está para demostrarlo el ejemplo de las navajas o longueiróns, con su evidente forma fálica, o -más claramente aún- el de los percebes que en su presentación más aparatosa reciben, como ya se dijo, el apelativo de "carallo de home".
Nada parece más lógico y natural, por tanto, que el Gobierno de este reino del noroeste tan aficionado a los placeres marítimos haya autorizado ahora la búsqueda y captura del carallo de mar. La Xunta se limita a asumir oficialmente -en las páginas del Diario Oficial de Galicia- lo que todos los gallegos ya sabíamos por experiencia. Es decir: que el mar o la mar tiene sexo y que es un gusto sumergirse en sus aguas.