lunes, 20 de octubre de 2014

Sexo y tetas - Isabel Vicente

Sexo y tetas - Isabel Vicente

He puesto este titular para que me lean. Sí. Sexo y tetas. Podría haber puesto culo, culamen que se ha puesto tan de moda al aceptarlo la Rae, o trío lésbico con el mismo resultado. Dicen los expertos en internet que lo que más se sigue buscando en la red es todo lo relacionado con el sexo y que un titular en el que se aluda a alguno de los atributos físicos femeninos es infalible. Yo me lo creo.
Una de las noticias más leídas esta semana ha sido la de la exconcejala Olvido Hormigos pillada en la calle achuchándose con un hombre que no es su marido, y mira que entre ébolas, consultas soberanistas en Cataluña y tarjetas opacas en Caja Madrid hemos tenido una semana movidita, pero no. El sexo sigue siendo el rey.
No hay más que ver la que se ha liado en Moscú. Una compañía de teléfonos móviles llenó el miércoles la ciudad de carteles en los que se muestran los pechos desnudos de una mujer cubiertos por una franja verde con el eslogan "Te atraen". Bien, pues ya han retirado la campaña porque en un solo día se produjeron más de 500 accidentes de tráfico. La relación causa efecto entre los carteles y los siniestros es tan evidente que la agencia de publicidad Safaran, autora de la campaña, se ha comprometido a indemnizar a los dueños de los coches accidentados, aunque claro, dado el impacto del anuncio que en un día se ha dado a conocer por el mundo entero, le sale barata la osadía.
Un camionero que se encontró de pronto con el cartel admite que se despistó, y no debió ser él solo porque por detrás le dieron otros dos, y los tres se lamentaban de que es imposible pasar impasible frente a semejante reclamo en tamaño gigante.

¿Y todo por unas tetas? Ya, ya. Confiesen. Muchos y muchas de los que hayan leído hasta aquí ya se han puesto a buscar el cartel por internet, y si no, lo harán en cuanto acaben de leer el periódico. Normal. Mucho traje, mucha visa, mucha manicura pero seguimos siendo primates con los mismos instintos que los chimpancés aunque los intentemos disfrazar. Así que no admitimos ver porno pero lo vemos, o nos lanzamos a ver o a leer Cincuenta sombras de Grey que se puede abrir hasta en la cafetería sin que te critiquen más que por tu mal gusto literario; pasamos frente a un sex shop con aparente indiferencia pero todos echamos un ojo a ver qué es esa cosa verde fosforito del escaparate, y consideramos energúmenos a los vecinos porque empiezan a darse de leches con el coche al pasar delante del cartel de un hombre o una mujer desnudos pese a que, siendo sinceros, tenemos que reconocer que también nos hemos quedado embobados delante de esas dos tetas.