lunes, 13 de octubre de 2014

El físico - José Luis Alvite

El físico - José Luis Alvite
Tiene razón Francisco. Dice que la técnica se ha depurado tanto que lo que menos se le mira a un tipo para firmarle un disco es la voz. Hemos alcanzado un nivel técnico tan depurado, que se le podría grabar un CD de éxito a un tipo que llevase menos de ocho años muerto. En el mercado ahora lo que importa es la presencia física y abrir las cervezas con el ano. A las chavalas les miden el talento por la talla del sujetador y a María Callas le dirían: «¡Lástima de voz! Te falta el careto y las proporciones. Vuelve cuando tengas tetas, nena». Además, a los treinta años eres viejo en España. Dentro de poco, en los asilos las monjas sólo admitirán a tipos de menos de cuarenta. Las viejas figuras de la música ligera sacan sus trabajos a escondidas y matan el tiempo plantando mármol en el jardín. Con un taburete y una guitarra ya no vas a ninguna parte, muchacho. Tienes que recorrer el escenario a saltos, lanzarte contra el público, sudar como un minero, si quieres llegar lejos en las galas de verano. ¡Dios Santo!, Serrat y compañía casi parece que no existieron nunca y que sus últimas fotos artísticas se las hizo el fotógrafo de «La última cena». No podrían competir con Bisbal, con Bustamante, con Chenoa, por citar sólo a tres de esos muchachos que alcanzaron la cima cuando apenas habían leído algo más profundo que las instrucciones del Clearasil y su currículum eran tres cursos de taekwondo por correo y tres maneras distintas de usar el papel higiénico con los pantalones puestos. Les pilló tan jóvenes la posteridad, maldita sea, que la última foto de Bustamante antes de salir en la portada de un disco, probablemente, se la hicieron sentado en el coche de la autoescuela. Y ahora, ahí les tienes, amigo, en lo más alto, recorriendo España y cruzando el charco, tersos como lacones, triunfantes, arrolladores y fluorescentes, ¡tan creídos!, tan autopropulsados, ¡joder! que como si tal cosa, serían capaces de contratar a Dios de telonero.