domingo, 5 de octubre de 2014

Como un quinqui cualquiera - Salvador Sostres

Como un quinqui cualquiera - Salvador Sostres

Desolado porque con el iPhone 6 Apple ha ingresado de un modo total y absoluto en la vulgaridad, e ir hoy por la calle con uno de estos aparatos, tanto el normal como el Plus, es exactamente lo mismo que ir con un Samsung, como un quinqui cualquiera. 
Si Steve Jobs insistía en no aumentar el tamaño del iPhone era porque lo sabía. Sabía que Apple no podía caer en la horterada como sus competidores, y que su marca es tecnología pero también belleza. Y clase, esa clase que forma parte de la esencia y del atractivo de Apple y que el iPhone 6, y el iPhone 6 Plus han echado por tierra. Cómo se nota cuando no están los genios. El iPhone 4S fue el último iPhone perfecto. El 5s que yo tengo es aceptable, pero está ya ligeramente desproporcionado y causa una cierta inquietud tenerlo en las manos, como esos penes largos y estrechos. 
No compré el iPhone 6, y es el primer iPhone que no tendré. Igual lo acabo comprando, con el tiempo, pero no creo. Me disgusté mucho al tocarlo y verlo. No cabe en la mano, no se puede escribir un mensaje cómodamente, y ya no digamos un artículo entero. Es un objeto descompensado, como alguien que en los últimos meses ha engordado. Recuerda a lo que una vez fuimos, pero lo recuerda con tristeza. Tener un iPhone 6 en las manos da nostalgia.
Es importante que Apple entienda que ha fracasado con su teléfono, y que a un genio no lo puede sustituir por un empleado. Es urgente que la compañía contrate inmediatamente a un genio. Se puede discrepar de Jobs siempre y cuando la idea que uno tenga sea superior. Cuando es inferior no es discrepancia, es un error. 
Los genios son el motor de la Humanidad. Sin genios sólo hay derrota, tristeza, provincia, Samsung, barriada. Sin talento estamos vendidos ante la vulgaridad, como lo demuestra este iPhone 6 intolerable.  
Apple siempre nos había hecho sentir especiales. Apple siempre nos había tratado como si fuéramos su único cliente y todo lo hiciera por nosotros. Con este iPhone 6 hemos sido degradados a masa, a carne amontonada, a turba. No me extraña que se esté vendiendo tan bien, pues en el mundo hay mucha más racaille que espíritus delicados. 

El iPhone 6 ha resquebrajado la más bella historia de amor que la tecnología jamás ha contado.