domingo, 24 de febrero de 2013

Lisístrata y las corderas - Alberto Estella Goytre



Lisístrata y las corderas - Alberto Estella Goytre
MAÑANA es el día de la mujer y todavía hay en Salamanca 251 necesitadas de protección, vaya por Dios. Hace más de un siglo aquellas 146 trabajadoras de New York murieron abrasadas en defensa de sus derechos. Pero quien empezó la lucha de las féminas fue Lisístrata, harta de las inacabables guerras entre Atenas y Esparta. Logró reunir a todas las esposas y convencerlas de que cerraran a cal y canto la entrepierna, hasta que sus maridos hicieran la paz. Los machos desistieron del "amor propio", o de sodomizarse, claudicaron y firmaron la paz. O sea, que lo de "haz el amor, no la guerra" no se inventó en Mayo del 68.
A mí me gustaría decir mujer trabajatriz, porque el sufijo triz, para la formación del femenino de los adjetivos o sustantivos acabados en dor o tor, es eufónico, distinguido. Me lo han recordado en las últimas horas dos paisanos. El miércoles el farinato Fernando Arrabal en el programa televisivo de Buenafuente, donde estuvo genial, divertido, hasta que contó un sueño, una grosería que acaso le cueste una querella. Ha compuesto un poema titulado "Mi idolatrada felatriz", que no es precisamente Cleopatra, ni aquella becaria de Clinton. Está en la red y si lo buscan pónganse en lo peor. El otro recordatorio fue ayer de Santiago Juanes en su bestiario, que nos dio noticia de "La pensatriz salmantina", un periódico ¡de 1777!, que dirigió la charra Escolástica Hurtado. Me abalancé sobre esa reliquia de nuestra Biblioteca universitaria y resulta que dedicó aquel número, en que daba "la idea primera, razón de su persona", a la Condesa de Francos, es decir, la esposa del Conde y concejal que se ocupó de construir nuestra Plaza Mayor, efigiado por Mayoral frente al antiguo Gran Hotel. Y la llama, "Protectriz de la Cultura de Cuerpo y Alma". Supongo que ya habrá tomado nota de las dos notables mi querida María Dolores Pérez Lucas, para la próxima edición de su excelente libro "Mujeres singulares salmantinas".
Y como me gusta ese sufijo y las mujeres, ahí van algunas: Emperatriz, Sissi; actriz, Charo López; diseñatriz, Fely Campo; meretriz, Celestina; felatriz, la Petra, q.e.p.d. (en su mancebía, no obstante, había un letrero que rezaba: "En esta casa no se hace el francés"). No hay ninguna controlatriz de la ORA.
¿Y que coño tiene que ver Lisístrata con las corderas? Pues que al final las dos se ayuntan. No hay hembra más trabajadora ni productiva que la oveja: da lana, leche, heces que son el mejor abono del campo, y encima corderos. Resulta que la primavera está cercana, y las cancinas, o sea, las corderas en edad de merecer — entavia vírgenes, que dicen en mi pueblo—, van a entrar en celo y hay que facilitar la tarea del carnero quitándole a éste el mandilón y a ellas, ay, el rabo, para que entrambos fabriquen chuletillas de cordero. En la Guareña, y por La Veguillas, Vecinos, San Pedro de Rozados, y el Ovejeril, a la cópula lanar le decimos amorecerse. Suele ser por San José, y mientras aquí la pastora, para guisarlos, antes cuece y pela los rabos, en la parte de Extremadura chamuscan el pelo. Por Badajoz ya han visto los primeros gazapos y algunas liebres peleando en los baldíos, de modo que me bajo a degustar los rabos de las cancinas de los parientes lisardos, bocado exquisito que no tiene precio.
Hora en serio, vean lo que escribió la pensatriz : "hay muger en Salamanca que piensa con reflexión, corrige con prudencia, amonesta con madurez y critica con chiste". De acuerdo, doña Escolástica.
Vivan la mujer trabajadora y los rabos de cordera.