sábado, 23 de febrero de 2013

La noche más indigna - Salvador Sostres


La noche más indigna - Salvador Sostres
La noche que acaba de pasar España es una de las más siniestras de su Historia reciente. No se sabe qué sucederá hoy, si la declaración de Urdangarin confirmará o desmentirá la autenticidad de los correos electrónicos que presentó al juez su ex socio Diego Torres; o si habrá alguna novedad sobre los papeles que Bárcenas entregó al notario con la supuesta contabilidad oculta del PP.
Sí sabemos que durante la noche de ayer las dos primeras instituciones y personalidades del Estado estuvieron amenazadas pública y notoriamente y que, por lo tanto, la consistencia de España estuvo en jaque. Sí sabemos que durante como mínimo la noche de ayer el jefe del Estado y el jefe del Gobierno fueron personas frágiles y amedrentadas, y protegieron otros intereses distintos de los nuestros porque estuvieron asomados a otros abismos que a los de sus respectivas funciones.
Como mínimo durante la noche de ayer un Estado de la importancia de España estuvo chantajeado por dos personajes -Torres y Bárcenas- que, más allá de si mienten o dicen la verdad, están deteriorando nuestra libertad convirtiéndonos a todos en ciudadanos más inseguros, con menos garantías y más miedo. Bien es cierto que si pueden hacerlo es porque la falta de virtud de quienes tendrían que ser ejemplares se lo permite.
El gran drama de la corrupción es que conduce a noches infames como la de ayer. El gran drama de la corrupción es que la libertad desaparece y se impone el imperio de la incertidumbre y el chantaje. El gran drama de la corrupción es que llega un momento en que todas las opciones son malas y cualquier decisión es injusta y podría conllevar catástrofes peores de las que trata de resolver.
Sin virtud es imposible la democracia y es imposible la política. Sin virtud es imposible la libertad. Sin virtud el mundo es de Bárcenas y de Torres y del ritmo al que decidan filtrar su documentación. Más allá del dinero que finalmente se haya desviado, defraudado o robado, si es que finalmente llega a demostrarse algo, la Casa Real y el Partido Popular son culpables del ridículo que España hizo ayer por la noche, de la situación impresentable e insostenible en que estuvimos y que puede que dure varios días e incluso meses.
Lo estrepitoso no es que Bárcenas y Torres sean dos chantajistas, sino que puedan serlo. Lo que nos desahucia y nos rompe no es lo que estos dos tipos puedan hablar, sino que Rajoy y el Rey tengan que callar. Lo que nos desacredita como país serio y fiable es que ante el mayor chantaje público a que un presidente del Gobierno ha sido sometido desde la recuperación de la democracia, todo lo que Rajoy puede hacer es no hacer enfadar a Bárcenas para evitar que cante.
Somos súbditos de un Rey que en lugar de ayudarnos a superar la crisis con su ejemplo de rigor y rectitud, la agrava increíblemente con su torpeza y sus turbios asuntos y los de su familia. Somos ciudadanos de un Gobierno cautivo. La noche de ayer fue la más indigna de nuestra Historia reciente.
Contra el golpe de Tejero nos pudimos proteger con la estructura del Estado, pero ahora es la estructura la que está podrida y los que tendrían que estar protegiéndonos y defendiéndonos podría ser que al final fueran los que acabaran cargándoselo todo.