jueves, 10 de octubre de 2013

Eres libre, a pesar del 'double check' - Eva Mikel Subías


Eres libre, a pesar del 'double check' - Eva Mikel Subías
Desayunábamos esta misma semana con la noticia de que el servicio gratuito de mensajería instantánea WhatsApp ha provocado 28 millones de rupturas entre parejas de todo el mundo.
Esta contundente afirmación que pone de manifiesto un estudio de CyberPsycology and Behaviour Journal al respecto, se refiere básicamente a la posibilidad de ver a través de la aplicación la última conexión del usuario o la posibilidad de saber, a través del double check, si éste ha leído ya el mensaje enviado.
El puñetero double check, pensarán algunos. O la quisquillosa doble confirmación de color verde que aparece en el lado derecho del mensaje recibido.
WhatsApp, Twitter, Facebook y demás redes sociales han supuesto un antes y un después en el mundo de la comunicación. Y por supuesto, en el ámbito de la interacción personal. Pero también ha abonado el campo a la posesión, al enfermo de celos y a las obsesiones diversas.
Un tweet a una hora intempestiva, un like it a algo o a alguien inesperado, o una conexión a WhatsApp al filo de la medianoche, han sido, según revela el estudio, motivos suficientes para desestabilizar a unos buenos millones de parejas y provocando, a su vez, su separación.
Quiero creer que los fundamentos para esas rupturas eran algo más sólidos que la simple conexión a una hora que la pareja considera que no es adecuada. De lo contrario, algo grave está pasando.
Y me refiero a la libertad individual y el acoso a ella de manera permanente.
Veamos. Si tu amigo o tu pareja lee un mensaje tuyo y no te contesta puede deberse a varios motivos. Pero hay uno, fundamental, que nadie parece tener en cuenta. La libertad de hacer algo o no debido a motivos estrictamente personales e individuales. Puede, simplemente, no apetecerle en ese momento. Sin más.
De la misma manera que no hay ninguna obligación de seguir a quien te sigue en Twitter, puesto que responde a tu propia elección, se me hace algo duro y mentalmente insano que alguien prefiera que su pareja le conteste por obligación y no se conecte, del mismo modo, a las horas que ella o él considere oportunas.
Porque para mí, desde luego, es más importante, siempre, la libertad. Y si mi pareja o mi amiga están conmigo, que lo estén porque quieren y porque así lo desean; y no porque se vean obligados. Y si me contestan o no, salvo que se trate de algo realmente importante, que no sea un elemento de juicio inquisitorial.
Y ahí, desde luego, reside gran parte de problema. Ya que, a pesar de ser más que evidentes los grandes avances que estos medios han supuesto en la comunicación diaria, no es menos cierto que según qué tipo de utilización se haga de los mismos, pueden estos fomentar –sobre todo en la adolescencia– ciertos comportamientos que podrían incluso rozar la psicopatía; lo que, en según qué ámbitos, no es demasiado recomendable.
El estudio habla de desconfianza, habla de celos y habla incluso de ansiedad al comprobar alguien cómo su pareja ha podido conectarse después de haber enviado un mensaje y sin más, lo ha ignorado.
El retorno a la caverna y a nuestros instintos más primarios, queridos amigos. Y una cosa les diré. Cuando Arabia Saudí amenaza con no incorporar a sus sistemas de comunicación ni Viber ni WhatsApp a no ser que pueda tener un control sobre ellos, es que aquéllos algo están haciendo bien en pro de la comunicación libre. No albergo la menor duda.
Y, salvo que pueda poner en riesgo nuestra seguridad, bienvenidos sean los double checks o cualquier flechita verde que tengan a bien utilizar.
Que para eso vivimos en un país en libertad y disfrutamos de la opción de utilizar o no el sistema o programa que queramos en todo momento. Que ya somos algo mayorcitos. Aunque en ocasiones no lo parezcamos.