martes, 10 de febrero de 2015

Era verdad: el dinero español vivía en Suiza - Fernando Ónega

Era verdad: el dinero español vivía en Suiza - Fernando Ónega

De vértigo. Mejor dicho: de escándalo. Así se puede calificar todo lo que está saliendo a la luz sobre la evasión fiscal en el extranjero y que deja pequeñísimo a Bárcenas, a las tarjetas negras de Caja Madrid y, si me apuran, al mismísimo clan Pujol y sus oscuras andanzas. Cuando se contabiliza el dinero evadido solo por los nombres que aparecen en la lista del HSBC revelados por Falciani, estamos hablando de 1.800 millones de euros. Pero el HSBC es solo una entidad bancaria. Faltan todas las demás entidades suizas. Faltan todos los paraísos fiscales que en el mundo existen. Y sabe Dios qué más falta.
Dice el ministro Cristóbal Montoro que las fortunas de esa lista ya se «sustanciaron» con Zapatero y que la única novedad está en la publicación de los nombres, ciertamente sugestivos: aquí saquearon España gentes de todo tipo y condición, de abogado para arriba. Y no es menos impresionante conocer del mismo Montoro la cantidad de evasores que han tenido que regularizarse por la nueva legislación sobre bienes y derechos en el extranjero: 88.000. Lo han leído bien: 88.000, que hay que sumar a la lista de Falciani. Ese es el número de españoles (quizá con más capital que Monedero) que optaron por confesarse ante Hacienda. ¿Son todos? Sospecho que no. Es de temer que solo se hayan regularizado los que se asustaron o no estaban muy seguros de su impunidad.
Tras conocer esos datos, es una gran verdad que el dinero español optó por vivir en paraísos fiscales. Abandonó el país en desbandada, sin que hubiera razones políticas de pánico para ello, como las puede haber ahora en Grecia. Salió simplemente para esconderse, crecer y sabe Dios desde qué orígenes, cuál era su procedencia y por qué no estaba controlado por Hacienda. El rumor popular y periodístico se ha quedado corto ante tamaña dimensión. Es muy probable que ahí haya desembocado dinero de la droga, de las mafias, de las comisiones, de la «honorable» delincuencia de cuello blanco.

Y ahora viene la explotación política. Alguien deberá explicar por qué se pide la comparecencia de Hervé Falciani en el Congreso y no se hizo cuando facilitó su lista a las autoridades. Más bien se le despreció, como si su información no estuviese contrastada o fuese fruto de su imaginación. Al mismo tiempo, anoten ustedes cómo Podemos da otra muestra de agilidad y se apresura a pedir la colaboración de ese hombre, porque le viene como anillo al dedo para seguir presentándose como el azote de la corrupción o con la esperanza de que así se olviden los manejos de Juan Carlos Monedero. Se abre la carrera para demostrar quién es más perseguidor de defraudadores. Espero que ese sea el detalle menor y no oculte la escandalosa realidad.