miércoles, 11 de febrero de 2015

El rey se hace un lifting - David Torres

El rey se hace un lifting - David Torres

El rey se ha hecho un lifting y se ha quedado igual. Es decir, que, a pesar de que se ha bajado un veinte por ciento del sueldo, la dotación para la Casa Real en los Presupuestos Generales del Estado para el 2015 sigue siendo de 7,7 millones de euros, la misma cantidad que el año pasado y la primera vez en cuatro años que no se reduce desde el comienzo de la crisis. Si a esto le sumamos, (perdón, quiero decir le restamos) el importe de las infantas (que teóricamente ya no pertenecen a la Familia Real), y los gastos en personal y bienes en servicios (que también han bajado lo suyo), pues no acabo de enterarme de cómo 7’7 millones menos 58.000 euros menos un montón de euros menos otro montón de euros, sigue dando 7’7 millones. Yo es que soy muy de letras puras. Que venga Montoro y me lo explique.
No, mejor que no me lo explique, porque ver a Montoro dando explicaciones sobre economía es como ver a Kiko Rivera hablando de astrofísica: los dos se piensan que los agujeros negros llevan bragas. Según la teoría de Montoro, en el big bang inicial, cuando el universo se puso en marcha, ya iba presupuestada la carretada de dinero negro de Bárcenas, los dos mil millones de euros de Botín y el despiporre en ceros a la derecha de los demás sospechosos habituales de la lista Falciani. Y además en España la riqueza ni se crea ni se destruye, pero siempre va a parar a Suiza, excepto a los Pujol, a quien les creció un universo paralelo en unos calcetienes que tenían en Andorra. Esto conviene no removerlo mucho porque la economía, como la astrofísica, es una ciencia harto especulativa, hasta el punto de que lo último es que, según una ecuación cuántica, el big bang pudo no tener lugar y el universo existiría desde siempre. Como España, que no sólo es una unidad de destino en lo universal, sino que además es una singularidad cósmica: abres una cuenta en Santander y te aparece en un banco de Ginebra.
Al parecer, el misterio matemático de las cuentas monárquicas se explica fácilmente porque hay un par de partidas que han aumentado muchísimo. Una, la de inversiones, que hará frente a la modernización tecnológica de la institución (cuesta mucho subir las fotos a la página web y, además, los borbones deben de ser los únicos a quienes les cobran por mantener cuentas abiertas en facebook y twitter). Dos, el fondo de contigencia, previsto para “necesidades inapelables de carácter no discrecional”, que es un sintagma que vete a saber lo que quiere decir, pero que era la excusa perfecta de mi tía Angustias cuando recalaba en la cartera de mi tío Humberto.
-¿Y para qué es ese dinero, Angustias?
-Necesidades inapelables de carácter no discrecional.
-Mira, si no me lo quieres decir, no me lo digas.
-No quieras saberlo, Humberto.

Ha sido una suerte que, después del lifting, el rey Felipe VI se haya quedado idéntico, porque se le podía haber quedado la cara de Uma Thurman después de pasar por el quirófano, que entró decidida a adoptar a un niño chino, se le fue la mano y se ha adoptado a sí misma. Menos mal, no habría manera de distinguirlo de Letizia.