martes, 25 de febrero de 2014

Violencia de hijos a padres - Isabel Calle Santos

Violencia de hijos a padres - Isabel Calle Santos
En relación a la violencia de hijos a padres, circulan datos por internet, del año 2012, que reflejan unos 4.936 de casos de padres agredidos por sus hijos. Teniendo en cuenta que los padres tardan en denunciar una media de dieciocho meses, la cifra es muy elevada.
La violencia dentro de la familia, en cualquier dirección que vaya es altamente perjudicial. Actualmente se está incrementando y los niños y adolescentes agreden cada vez más a sus padres, pretenden ejercer un dominio sobre ellos y tomar el control de lo que por naturaleza parece tendría que ser al revés, que los padres pudieran ir organizando la vida de los hijos, hasta que ellos aprendan por sí mismos.
La violencia que se viene observando en esta dirección, hijos a padres, puede ser ejercida de varias formas, mediante las conductas, patadas, empujones, tirar del pelo, escupir, etc..., que el menor ejerce sobre su progenitor. Esta se denomina violencia directa y la indirecta cuando conlleva agresión a objetos o pertenencias, golpes a paredes, puertas, destrucción de objetos... Todo para intimidar y someter a su capricho al adulto.
Además suele ir acompañada de las otras formas, como es la verbal, con insultos, amenazas, descalificaciones, o la no verbal, con gestos amenazadores. Suele ser la verbal la que más utilizan las niñas. Si todo va en aumento se llega a multitud de problemas, y todo ello crea una seria e importante desestabilización familiar y deja de ser el lugar y refugio del amor para convertirse en un infierno para todos los miembros de esa familia y puede llegar a transformarse en la cuna de delincuencia infanto-junvenil.
No sólo esto sino que influye y repercute en daños para los propios hijos. Los padres acaban siendo intimidados por la violencia de los hijos y sienten miedo, desean que no se sepa y que todo quede oculto, al fin se convierten en verdaderas víctimas y no saben qué hacer, estando supeditados al capricho de los hijos y sufriendo en muchos casos complicaciones psicológicas, insomnio, bajas laborales, estrés, ansiedad, angustia y depresión, fobias, etc..., múltiples trastornos psicológicos, ya que en el fondo se sienten muy culpables.
Tomar la decisión de prevenirlo y cortarlo a tiempo es la medida más inteligente, ya que además del daño que sufren los padres, puede tener una influencia desastrosa en los hermanos e incluso en los mismos actores, y convertirse en una escuela de destructividad para ellos y un trampolín para seguir utilizándolo en la escuela y sociedad, sin que los padres lo hayan pretendido, más bien son situaciones que se les fueron de las manos.
A veces algunos padres con las culpas y la vergüenza piensan que nadie lo puede saber y que lo tienen que solucionar ellos, o que ya mejorará con el tiempo (cuando la realidad es que aumenta). Es cierto que por los procesos de negación, los padres pueden pensar en múltiples excusas. Ello lo que genera es perpetuarlo y denigrar más el ambiente familiar y la psicología del hijo.
En algunas ocasiones los hijos están imitando el comportamiento de un progenitor hacia el otro, si el padre desprecia a la madre, o al revés, y los hijos lo toman como un patrón de comportamiento hacia ambos.
Por otro lado suelen comenzar a saltarse muchas normas en clase y manifiestan actitudes agresivas y muy contestatarias hacia los profesores. Está claro que cuanto antes se mejore, más beneficios tendrá hacia los hijos mismos. Entre los factores causales, además de la imitación de patrones, hay que destacar el acceso a juegos de violencia y destructividad desde muy temprana edad, con el agravante de que si ellos no tienen esos juegos, los tienen los compañeros. Y películas equivalentes. Con esos juegos de agresión y violencia donde aparecen muertes y destrucción, influye para transformar en habitual y familiar en su mente, algo como son escenarios múltiples de violencia, y así exteriorizarlo en sus vidas.

(*) Psicóloga