viernes, 8 de marzo de 2013

No te fallaré - Manuel Jabois


No te fallaré - Manuel Jabois
UNA LEYENDA dice que para reconstruir árboles genealógicos en Pontevedra no hay más que reunir el historial de nóminas de la Diputación provincial. Es algo común en las instituciones, donde el concurso-oposición suele desembocar en un ejercicio artístico del redactor de las bases. Un amigo se dio de bruces con unos requisitos en los que se especificaba que la plaza a la que aspiraba era para psicóloga; no incluyeron un retrato robot de milagro. El éxito de la Administración se mide en su aportación a la genealogía. El grupo municipal del PP de Madrid ha ido más allá y cubre los sueldos de gente que trabaja fuera, como una ONG de desasistidos. En el Ayuntamiento sobran sueldos y faltan puestos de trabajo. Ha sido tanto el volumen de la gente a colocar que ya no hay una función que pueda desempeñarse, un papel que pueda moverse, una acción sencilla que coordinar. Desde el PP se han quedado sin poder justificar un sueldo y han decidido que salga fuera; que lo que pague el Ayuntamiento lo disfrute el partido, por ejemplo. No se trata tanto de fidelidad familiar como de una virtud castrense muy natural en política: no dejar tirado a nadie. ¡Cuántas veces he oído a ese poderoso que clava los codos a uno y a otro lado del plato y dice: «Le hemos buscado algo porque no se le puede dejar tirado»! Dejar tirado se traduce como tener que volver a su trabajo, no es que el enchufado se vaya al río a lavar la ropa. Pero volver, ¡ah, volver nunca! La red de seguridad cruje con los despedidos de a pie, pero que no se caiga un asesor ni se nos extravíe la mujer de un concejal. «Lo están pasando mal. Esto no es política, es humanidad», me decía un alto cargo para justificar una contratación absurda. Como el duque, que lleva dos trimestres sin pagar la hipoteca de un palacete y aún peor: dos trimestres sin plantearse un palacete más modesto.