miércoles, 6 de marzo de 2013

Hombrecillos - Carmen Rigalt


Hombrecillos - Carmen Rigalt
LOS HOMBRES otra vez, qué pesadilla. Cuando les dedico artículos, tiendo a simplificar (ellos también lo hacen), pero desde que me he hecho más mayor soy más objetiva y digo menos tonterías. No es que le dé la razón a Toni Cantó, porque no la tiene, pero no los meto a todos en el mismo saco. De hecho hay hombres de muchos perfiles. A cada mujer le va un perfil de hombre, como a cada hombre le va un perfil de mujer, aunque también eso es una generalización, pues conozco a señores que repiten prototipo constantemente. Y si se casan tres veces, las tres lo hacen con la misma mujer. Nosotras, en cambio, huimos de los hombres que nos han dado mal resultado. Tras una temporada de soledad, un casting nos saca de dudas: los hombres que nos gustan más son los que menos nos convienen.
Mujer: si me estás leyendo y no me das la razón, peor para ti. Los hombres de los que te cuelgas no te harán más feliz. Crees que amas a los hombres que te hacen sufrir, pero estás muy equivocada. No hay que confundir el amor con el sufrimiento. Eso es una herencia de los poetas malditos, que a la primera contrariedad amorosa querían volarse la tapa de los sesos.
El masoquismo hace estragos entre las chicas. Cuando a una mujer se le pregunta qué rasgos valora en un hombre, la lista le sale de corrido: inteligencia, honradez, disposición al trabajo, fidelidad, virtudes todas ellas de boquilla. Quienes así se pronuncian acaban emparejándose con tíos bobos, infieles y cantamañanas. Pocas mujeres invocan el sentido del humor y mucho menos, la confortabilidad. Sin embargo, no hay nada como una pareja divertida y confortable.
Pienso estas cosas mientras contemplo la galería de hombretones que ofrece la actualidad. Muchos de ellos parecen machotes, pero sus comportamientos son atontolinados y cobardicas. Es el caso de Bárcenas, que por toda demostración de hombría levanta el dedo y hace la peineta. Pese a su aspecto rociero, Bárcenas es un hombre pusilánime, tímido, silencioso y asustadizo. El mal que ha hecho, lo ha hecho a la chita callando. Pero LB no es el único. Estamos rodeados de voceras que disimulan su impotencia con muestras de superioridad y desdén a las mujeres. Hombres blandos que llevan dentro un pequeño dictador. Hombrecillos, o sea.