jueves, 21 de agosto de 2014

Matamoscas y panceta - Javier Cid

Matamoscas y panceta - Javier Cid


VENGO advirtiendo, yo que soy muy de advertir cosas inútiles, que el verano es una ciénaga donde fermentan, como bacilos, los peores atributos del ser humano. Ya lo cantaba mi tía Blasa, que era fea como las avutardas pero muy viva: «Fuente de pastores, en invierno tiene agua y en verano, cagajones». Andaba siempre con esta trova entre los dientes cada vez que veía a un veraneante paseársele delante de casa con el bronceado chocarrero, la andorga al aire y el hatillo colmado de pareos, balones de Nivea y bocatas de tortilla. Blasa, que de puro contrahecha tuvo que desplegar otros encantos más etéreos, tal que la ironía, diagnosticó así el horterismo de esta santa nación cada vez que el estío nos explota en la cara.
Ha de ser la canícula que nos abotarga, o la arena de Roquetas de Mar, que nos escuece desde el tuétano al mondongo. O la siesta, sabe Dios, que no entiende de ricos o pobres y de 4 a 8 barre las 17 Españas como un Hiroshima apocalíptico. Franqueado julio y avanzado agosto, muy mal fario y peor sombra tendrá aquel hereje que no cumpla los preceptos del buen español: chancletas de plástico, panceta con pimientos, pieles a la brasa y recocidas, King África, la Ibiza psicotrópica, un pis en alta mar, la abuela a trallazos con el matamoscas, filetes empanados y partidas de brisca. Salmonelosis, la isla de Perejil, sangría a 20 euros, un libro facilón que nadie acaba nunca pues el sol y la sal le arrancarán las letras, la nevera portátil, las suecas prodigiosas y ese selfie en Marbella junto a un yate imposible. Un cuñado, un mosquito, un Frigo Pie, aquel primer beso que resultó un desastre, la orquesta Expresiones, un «bébete el zumo, que se le van las vitaminas», la Nacional III, Verano Azul y su bucle satánico, ensaladilla rusa. Y cerveza caliente, que ha de ser cancerígena y, puestos a elucubrar, debe de engordar el doble la muy hijaputa.
Así está la corrala en veranillo, señoras y señores; todos a una bajo el palio de los agostos, como pastores sin zambomba, dándole lustre al made in Spain. Y debiéramos andarnos con más tiento, pues es tan corto el amor y tan largo el olvido -Neruda- que se empieza con un chupito nomás, así como para rebajar los calores, y se acaba pasando revista a todos los ejércitos como la chicuela aquella del mamading en Magaluf. Lo escribió Lorca (bajo el oro solar del mediodía morderemos la manzana), y lo auguró también la tía Blasa, a la que nunca le gustaron las islas y jamás se fió del trajín de Mallorca.