domingo, 10 de noviembre de 2013

Leña al fuego - José Luis Alvite


Leña al fuego - José Luis Alvite

Al padre de Joe Avery le estalló una bomba bajo el asiento coche una madrugada que salía del 'Savoy', fue terrible. Yo no estaba allí, pero me dijo Ernie que la sangre del pobre Stanley Avery tardó varios segundos en volver al suelo. También me dijo que durante semanas se vio sobrevolar la ciudad una bandada de palomas encarnadas. Hubo que espantar los perros para que no engordasen. La Policía apareció enseguida.Los agentes traían un sudario y dos calderos. Un tipo me dijo semanas más tarde que al pobre Stanley le habían hecho la autopsia con una báscula y una calculadora y que el doctor Brewster, siempre tan mordaz, comentó que sólo podría certificar la muerte del 60 por ciento de aquel hombre. "El día del Juicio Final -dijo-, Dios tendrá que resucitarle con la tabla de logaritmos".Stan era uno de los nuestros y es difícil darle una noticia así al hijo de un amigo. Se necesita sangre fría y cierta lacónica expresividad que no tiene cualquiera. Ernie es esa clase de gente, así que esperó la llegada de Joe Avery para evitarle el espectáculo. Le bajó al 'Savoy', le sentó a su mesa y le dijo: "Chico, tu padre está en muy mal estado ahí fuera. Marcha a casa, Joe, muchacho, y dile a tu madre que haga menos comida; creo que tu padre tardará en cicatrizar". Después Ernie regresó al lugar del crimen y ayudó en las tareas de recuperación de los restos de Stanley. Las manos de aquel desdichado las bajó el inquilino de un tercer piso. En la chatarra del automóvil quedó estampada una parte del cuerpo. El coche lo compró allí mismo un desalmado carnicero del Bronx. Joe Avery se volvió un tipo ensimismado y solitario. Una madrugada en el 'Savoy' me dijo: "Mi padre era un buen tipo al que le remordía la conciencia si se cortabalas uñas de los pies. Fue un asesinato inútil que nos hundió en la miseria. Durante semanas mi madre sólo encendía fuego en casa para calentar la leña".