viernes, 14 de noviembre de 2014

Merecemos pasar hambre - Salvador Sostres

Merecemos pasar hambre - Salvador Sostres

LOS SINDICALISTAS de la planta embotelladora de Coca-Cola en Fuenlabrada han interpuesto una querella contra Sol Daurella y le piden tres años de cárcel. Alegan que la empresa vulneró su derecho de huelga porque recurrió a la producción de otras plantas embotelladoras para dar servicio a sus clientes. Los querellantes sostienen que ya es hora de meter a empresarios en la cárcel en nombre de la lucha de clases, del mismo modo que algunos sindicalistas han sido detenidos por participar en los siempre amenazantes piquetes, como si fuera lo mismo.
Lo mínimo que puede y tiene que hacer una empresaria sometida al inaceptable chantaje de una huelga, y además de larga duración, es procurar dar servicio a sus clientes por todos los medios posibles. Si Sol Daurella, presidenta de Iberian Partners, que es la empresa que aglutina las distintas plantas embotelladoras del Estado, puede abastecerse de otras plantas embotelladoras que no están en huelga no sólo es normal que lo haga sino que tiene la obligación de hacerlo de cara a las muchísimas personas que dependemos de nuestra Coca-Cola diaria para sobrevivir.
No hay nada que esté por encima de la libertad del cliente, y los empresarios que lo entienden, son los que ganan dinero. Los sindicalistas jamás lo han comprendido y por eso no sólo fracasan sino que encima hacen el ridículo.
Meter empresarios en la cárcel en nombre de la lucha de clases es el tipo de resentimiento que azuza Podemos y que a nadie beneficia. Los mismos representantes de Comisiones Obreras de todas las plantas embotelladoras de la marca, salvo la de Fuenlabrada, han pedido por carta a su secretario general, Ignacio Fernández Toxo, que «retire una querella sin sentido lógico alguno».
Se acercan tiempos decisivos. Podríamos cometer errores de consecuencias gravísimas. El ERE de Coca-Cola afectó a 1.100 empleados y 900 de ellos han llegado a acuerdos tan satisfactorios que es dudoso que continuar trabajando les hubiera salido más a cuenta. La huelga de los 230 que han enloquecido es estrictamente política.

Sol Daurella podría dejarlo todo y continuar siendo una de las mujeres más ricas de España. Si el premio que le damos a una señora que sin ninguna necesidad mantiene 4.000 puestos de trabajo es pedirle 3 años de cárcel, es que somos un país que merece pasar hambre.