domingo, 28 de marzo de 2021

Mañueco, el hombre tranquilo - Julián Ballestero

 Mañueco, el hombre tranquilo - Julián Ballestero


De la entrevista que publicamos hoy en LA GACETA se deduce que el presidente de la Junta ha superado la moción de censura sin un rasguño, incluso se siente más fuerte tras el gatillazo del socialista Luis Tudanca. A juzgar por sus palabras, Alfonso Fernández Mañueco estuvo siempre tranquilo, convencido de que Inés Arrimadas mantendría su palabra y de que no habría más tránsfugas que la ya conocida procuradora mirobrigense. Feliz él, porque hubo muchos castellanos y leoneses, entre ellos algunos destacados dirigentes de Ciudadanos en la Comunidad, que no lo tenían tan claro.

Porque la deserción de María Montero no era sino un primer paso al que deberían haber seguido al menos otras dos componentes del grupo naranja. Sucedió que, a pesar de las maniobras en la oscuridad de Tudanca y otros procuradores socialistas ‘cercanos’ a las procuradoras ‘tentadas’, al final las invitadas optaron por continuar sometidas a la disciplina de partido y la moción de censura se convirtió en un sonoro fracaso, el colofón vergonzante a una ola de desestabilización promovida desde Moncloa.

Allí, entre almohadones, sigue jugando a pirómano Pedro Sánchez, asesorado por el ilusionista Iván Redondo. Ahora la pareja gobierna a sus anchas, una vez que Pablo Iglesias se ha forrado el riñón y ha decidido disfrutar de ese capitalito de millón doscientos mil euros que ha acumulado junto a su señora ministra. La espantada del vicepresidente comunista ha sido a la postre una jugada maestra: tanto Iglesias como Sánchez duermen ahora mucho más tranquilos, el uno amasando bienes, activos y planes de pensiones, y el otro dedicado a disfrutar del sol de la presidencia del Gobierno sin ningún titiritero que le haga sombra.

En las próximas semanas veremos al Doctor Sánchez dedicado en cuerpo y alma a echar a Isabel Díaz Ayuso, utilizando para ello cuantos medios terrestres, marítimos y aéreos están a disposición del Gobierno, que son muchos y de muy grueso calibre.

A Moncloa no llegan los gritos desesperados de los autónomos, de los pequeños empresarios, los empleados en ERTE, los hosteleros y los comerciantes, que a millones se desangran por las restricciones entre la tercera y la cuarta olas. Sánchez está a lo suyo, que no sabemos exactamente qué pueda ser, aparte de disfrutar del cargo.

De la pandemia no se ocupa, porque Redondo ha diseñado una estrategia de dejación de funciones en favor (más bien ‘en pavor’) de las autonomías, y la ministra Darias no hace sino seguir la línea Poncio Pilato de su predecesor, el fracasado aspirante a la Generalidad Salvador Illa.

De lo más urgente y necesario, que es conseguir vacunas para acabar cuanto antes con esta pesadilla, se ocupa (es un decir) la Unión Europea. El Gobierno de España no está ocupado ni preocupado por conseguir más vacunas. No va con él. En ningún momento hemos visto a Sánchez presionando para que Bruselas despierte de su letargo y adopte medidas contundentes para acabar con el timo de las farmacéuticas, que se están riendo a la cara de 450 millones de europeos. Hubo hace unos meses un intento en la Organización Mundial de Comercio de liberar las patentes de las vacunas para permitir una campaña rápida y masiva en todo el mundo, y España votó a favor de los intereses de las farmacéuticas y en contra de la liberalización. Y así nos va: en Gran Bretaña y Estados Unidos han vacunado ya a tres veces más porcentaje de su población que en el conjunto de la Unión Europea.

En lo único que se ocupa, y poco, este Gobierno, es en repartir los fondos covid, y lo hace con el criterio habitual desde que Sánchez asaltó los colchones monclovitas: concediendo la parte del león a los golpistas, supremacistas y separatistas, y dejando las migajas para los pobres, entre ellos Castilla y León. Eso sí que le debería estar quitando el sueño a Fernández Mañueco.