jueves, 25 de marzo de 2021

Traficantes de vacunas - Alberto García Reyes

Traficantes de vacunas - Alberto García Reyes


Las dosis escondidas en Italia evidencian la reventa de la poción mágica

La vacuna del Covid es como la poción mágica de Panorámix. Todos quieren robarla porque es la llave del poder. El alijo que los inspectores italianos hallaron ayer en el congelador pantagruélico de Anagni, un pueblo del Lacio italiano, esperando salir hacia el Reino Unido a través de sabe Dios qué redes de distribución es la demostración palmaria del trapicheo que se ha montado con la pócima sanativa. Los chinos, que son los grandes piratas del siglo XXI por mor de su comunismo capitalista, que es algo así como el catolicismo islamista, mueven cargamentos de su hechizo salvador con la misma alegría con la que al comienzo de la pandemia vendían al mejor postor cacharros para hacer PCR que simulaban

 matasuegras. AstraZeneca ha desatado el contrabando de vacunas sacando a subasta, con garfio y parche al modo Villarejo, su producción, lo que ha generado una tensión en el mercado farmacéutico que resulta casi troglodita. En cualquier rastro del mundo hay mercachifles más fiables que los matuteros de este laboratorio anglo-sueco, maestros del agiotaje que se pasan por el forro lo que han firmado si a la hora de soltar su mercancía aparece un pujador con más guita en el bolsillo. Pero si para algo está sirviendo esta pandemia es para actualizar y modernizar los vicios atávicos de la condición humana. Desde el australopiteco, cada vez que un homínido ha tenido en su poder un objeto deseado por el resto ha especulado con él. Y eso no ha cambiado. Basta con ver a Jorge Javier dando jipíos mientras escucha los lamentos hiperventilados de Rociito y un segundo después sorteando 12.000 euros entre los que llamen al cinco, cinco, cinco, no sé qué.

El descubrimiento de los fardos de vacunas ocultos en Italia es también una depravación ancestral. Dedicarse al mercadeo cuando está en almoneda la vida de la gente es rupestre y al mismo tiempo vanguardista. En términos mafiosos, esta reventa de las ‘narcodosis’ se denomina vuelco. Ahí tiene Scorsese una escena antológica: mientras la gente palma, los traficantes de vacunas juegan al póquer en la lavandería de un decrépito hospital abandonado.