domingo, 14 de marzo de 2021

Burros - Salvador Sostres

 Burros - Salvador Sostres


Sois unos burros. Burros castigados de cara a la pared con orejas de burro

El victimismo independentista salió el jueves soleado y sonriente del Tribunal Supremo. Si Meritxell Serret tuviera algo de mundo se habría ido a almorzar a Señor Martín, que está justo enfrente. Nada como su magnífica barra para brindar por la magnanimidad de la justicia española y estar de vuelta en casa. Me pregunto qué debe pensar la exconsejera de Agricultura de los cuatro años que ha tirado a la basura, lejos de su familia, en la absurda ciudad de Bruselas. A lo que el independentismo llama represión yo siempre lo llamé poca inteligencia, y Lorca, «vacilante expresión bovina». Hasta aquí llegó Meri, cuatro años huyendo de un fantasma. Si es así como los de Esquerra tratan sus propias vidas, imagínate

 cómo van a tratar la tuya. Esta chica no habría tenido que pasar ni un solo día entre rejas: tras cuatro años de fuga y rebeldía, el Supremo la dejó ir tras darle los buenos días y la bienvenida a España. Del mismo modo, Puigdemont sabía que su declaración de independencia no iba a ninguna parte, y no se ha arruinado la vida por la libertad de Cataluña, sino por hacer ante Esquerra la pantomima de que no se rendía. Junqueras forzó lo que no quería forzar y le explotó en las manos. No son independentistas. No son nacionalistas. No son de derechas. No son de izquierdas. No son exiliados. No son presos políticos. Sois unos burros. Burros castigados de cara a la pared con orejas de burro. Burros coceando contra vuestras vidas y vuestras familias a cambio de nada. Sois burros y por burros os habéis desgraciado la vida y habéis rebajado a Cataluña a un establo. Sois unos burros y Meritxell Serret saliendo libre del Supremo es vuestra ración de alfalfa. La justicia española no tiene ningún problema. Vosotros tenéis un problema, y no es político, y es la poca inteligencia. Vosotros tenéis un problema y son los fantasmas que veis y no existen, y las voces que oís y sólo hablan en vuestro extravío, el mito mal curado del supremacismo, la realidad que nunca entendéis, y un sueño falso del que en cualquier caso tampoco estaríais a la altura. Y esa desabrida vulgaridad personal que tratáis de sublimar en la gesta colectiva pero siempre la tara os hunde en el naufragio.