miércoles, 2 de abril de 2014

Lo más enrevesado que ha parido madre - Fernando Ónega

Lo más enrevesado que ha parido madre - Fernando Ónega
Tiene narices esto de la luz. No quise escribir hasta ahora del nuevo sistema tarifario porque no lo entendía. Mejor dicho: lo entendía, pero me parecía tan absurdo que pensé que no lo entendía. Ahora, confirmado que no soy tan tonto, he llegado a la misma conclusión que usted: esto es lo más complicado que ha parido madre. Para empezar, el nuevo sistema empezó a regir ayer, pero las compañías no están preparadas para aplicarlo y les dan tres meses para acomodarse. Para continuar, hace falta instalar un contador inteligente, pero no lo puedo comprar ni alquilar hasta que la compañía eléctrica quiera y pueden pasar años. Y para poner más madera, aunque llegue a tener el contador, no me servirá de nada mientras no llegue a mi zona la nueva tecnología. Así que ayer entró en vigor un sistema de medición que ni siquiera es virtual: es una coña.
Pero la broma no termina ahí. Según recordó este diario, si de verdad quiero ahorrar algo, tengo que sacar tiempo diario para una nueva ocupación: buscar en la web de Red Eléctrica cuáles serán los momentos en que la luz estará más barata al día siguiente. Después, convocar a la familia y dar instrucciones severas sobre el horario en que pueden poner el horno, planchar, calentar la leche en el microondas y poner a cargar los móviles. Las visitas de mis nietos tendrán que ser a las horas que diga Red Eléctrica, porque las tostadas de la merienda se hacen en un tostador que funciona con electricidad.
Y no puedo descuidarme en ninguna de estas tareas, porque se supone que el precio de la luz cambia de día en día. Si no cambiase, no me dirían que mire la tarde anterior cómo anda la cosa. Como lo más barato se situará a las cuatro de la madrugada, se avecina un terrorífico cambio de costumbres familiares. Nada de planchar y cocinar a mediodía, que es carísimo. Aquí se cocina y se plancha de madrugada y punto. Y al que no siga las instrucciones, se le descuenta de la paga semanal. En cuanto a la factura, ríanse ustedes de la antigua guía telefónica. Como los precios varían cada hora y un mes tiene 720 horas, la factura deberá tener 720 conceptos por cada tramo horario, que el Gobierno ha prometido la máxima transparencia. Total, que entre mirar los precios del día siguiente, adoctrinar a la familia después y analizar la factura, tengo trabajo. Y usted también, querido lector. O lectora.

Moraleja: para esta nueva tarifa, era mejor la vieja. La luz nos arruinaba con mucha más sencillez. ¡Con lo fácil que era aquello de la tarifa nocturna, recordáis! Pero está claro que los Gobiernos lo tienen que complicar todo para dar la impresión de que se preocupan por usted y llegar a las elecciones sacando pecho: ¡les hemos bajado la luz!