sábado, 19 de abril de 2014

E la nave se va - Rubén Amón

E la nave se va - Rubén Amón
SILVIO Berlusconi hubiera preferido cumplir los servicios sociales en un reformatorio femenino, acaso de menores, pero la alternativa del geriátrico le conviene bastante porque únicamente tiene que comparecer cuatro horas semanales y porque la residencia se encuentra sospechosamente a unos metros de su finca imperial.
Puestos a concederle favores, hubiera podido arbitrarse alguna medida excepcional para que los ancianos acudieran a visitarlo a él, sin molestar, se entiende, pero es cierto que Berlusconi puede desempeñar una magnífica labor de entretenimiento, evocando incluso su pasado como animador de trasatlánticos.
Entendemos que pueda frustrarle la edad del público. Y que le cueste a Silvio piropear a una mujer decrépita, pero la tarea social le consiente perseverar en el autoengaño. Me refiero a que Berlusconi él mismo es un anciano. Y que tanto podría acudir al geriátrico como paciente, aunque su noviazgo con una chavala que podría ser la bisnieta, las intervenciones faciales, el implante capilar al estilo sansoniano y los productos de embalsamamiento ubican al Cavaliere en el rango de momia viviente.
Momia, porque está momificado.
Viviente, porque todavía interviene. Berlusconi en la vida política, exponiéndose como una víctima de la justicia italiana a cuenta de los impedimentos que malogran su candidatura en las elecciones europeas.
Llegó a plantearse fichar por un país extranjero -Rumanía y Bulgaria-, pero ha tenido que resignarse al contratiempo que implica no poder presentarse a unos comicios por primera vez en 20 años. Ni siquiera esgrimiendo en el Tribunal de Estrasburgo un atropello a los derechos humanos. Que parecía un argumento más sarcástico que jurídico proviniendo de quien ha sido un profesional en vulnerarlos.
Siempre podrá resarcirse Berlusconi entre los ancianos que va a cuidar (y viceversa), animándolos con mítines y con chistes verdes y de maricones, recreando en el geriátrico el delirio de aquella película de Fellini, E la nave va, que retrata la travesía de un barco a la deriva como metáfora de una sociedad en decadencia.

Fue Berlusconi su timonel y su precursor, pues el miedo al advenimiento de los líderes nacionalistas, populistas y autócratas en la Europa de 2014 no se explica sin el antecedente de quien ultrajó la separación de poderes, sodomizó la democracia y convirtió la política en un pretexto para hacer negocios y evitar la cárcel. Como ha sucedido, efectivamente.