sábado, 29 de enero de 2022

Repoblaciones - Alberto Estella

 Repoblaciones - Alberto Estella


NO pienso leerlos, pero estoy seguro que todos los programas electorales prometen repoblar Castilla y León. Con lo que les costó a los Reyes cristianos durante la Reconquista, o tras echar al moro, otorgar repartimientos, donadíos, cartas pueblas...fomentando la ocupación de territorios despoblados, las tierras yermas. Entonces no daban cheque-bebé, pero podían caerte mil hectáreas de recompensa. Era un tema que le fascinaba a nuestro catedrático de Historia del Derecho, Ignacio de la Concha. A nosotros nos apasionaban más las películas de los repobladores del lejano Oeste americano, con sus indios y vaqueros.

Leyendo la historia de muchos de nuestros pueblos, constatamos su origen medieval y asistimos a su progresivo abandono. Peñaranda nació en lo que se llamaba “tierra de nadie”, repoblada en los siglos X y siguientes por los Reyes leoneses. Es de las poquísimas poblaciones que ha logrado mantenerse, incluso crecer, a pesar de la explosión del polvorín, y de que ya no fabrica zapatillas. Pero los pueblos limítrofes han perdido casi la mitad de sus vecinos. Mientras una familia carezca de escuela, médico, internet, coche de línea, y cajero, ¿qué le estimula para seguir allí? Vende lo que tiene y se va donde encuentre tan elementales servicios. ¿Les van a salvar ahora los políticos de todo eso? El socialista Tudanca dice que él lo conseguirá - ¡sietemachos! -, y además en un verbo. Tururú.

El primer Repoblador (Dios), aseguran que hizo a Eva de una costilla de Adán, sin permiso de Irene Montero. Le dijo a Noé y sus hijos que fueran fecundos y se multiplicaran, que llenaran la tierra. Nos acercamos a los siete mil millones. Sucede que hay cosas que impiden la procreación, como es un pene, ay, torcido o en gancho. Nos lo recordó trasantier en estas páginas, la doctora María Fernanda Lorenzo. La cifra de los varones que sufren disfunción eréctil, “un impacto salvaje” es ¡el 19%! Es decir, una quinta parte de los machos tienen dificultades para empotrar o embuchar (menuda diferencia). Uno es de la época que eso se intentaba arreglar con un implante de costilla, aunque el hombre es el único ser que nunca tuvo hueso ahí. Un salmantino notable en trance de boda, ya maduro, acudió para disponer de herramienta adecuada a una clínica americana. Le sucedió lo que a la princesa Mafalda de nuestra Catedral, que “finó por casar”, o sea, palmó. Afortunadamente se ha ido de la costilla a la esponjilla, y las prótesis peneanas actuales son más sofisticadas y funcionan. Hay que pulsar un botón en el escroto, como si fuera un ascensor, que lo es, y el ciruelo cavernoso se infla y se pone al punto. Se practican con éxito en Salamanca gracias al Servicio de Urología – mi aplauso -, incluso con televisión en directo para el alumnado. Los operados ya pueden repoblar sin dolores ni intentar números circenses.

Uno ha conocido la repoblación forestal (el innombrable plantó pinos a millones); la de alevines de tencas en las charcas; y la cerebral. Si, porque un profesor de Psiquiatría que anduvo antaño por Salamanca, el doctor Llavero (que, como ya es habitual, no he encontrado en mi biblioteca) escribió un libro titulado “La repoblación cerebral en España”. Hoy se trasplantan corazones de cerdo – y pedacitos, como el mío -, pero es imposible un trasplante de cerebro. Sin embargo, un italiano, Sergio Canavero (se non e vero, e ben trovato) estudia ¡el trasplante de cabeza completa! Presume de haber tenido éxito con monos. Todavía no está en la cárcel.

Al columnista le bastaría con que a los castellano-leoneses, a los españoles todos, nos repoblaran de sentido común. Que su siembra comenzara en la escuela y en el entorno familiar, y colonizara las testas de los que nos gobiernen. ¡Fuera descerebrados! Que de cada diez cabezas (siempre Machado), dejen tranquila la única que piensa, y colonicen las nueve que embisten. Porfa.