lunes, 4 de abril de 2022

Descansa en paz, amigo - Isabel Bernardo Fernández

Descansa en paz, amigo - Isabel Bernardo Fernández


A Alberto Estella. In memoriam

Estaba a punto de cumplir tres cuartos de siglo cuando Alberto Estella se decidió a trepar por su árbol genealógico y desempolvar notas y carpetas, para dejar testimonio escrito de sus Raíces en una publicación no venal, y regalársela a aquella “Estellada” de hermanos, sobrinos y familia que había convocado en la finca “Esteban Isidro”, a mediados de septiembre de 2015.

Todo por eso de eludir a los que, según Sancho, “roen los huesos y deslindan los linajes”. Todo por eso de que los más jóvenes de la familia y sus descendientes supieran por su propia boca quiénes eran, antes de que ladraran los fariseos y detectives de ese poema de León Felipe al que Estella cita, por haber corrido de niño, como él, las calles de Sequeros.

Porque si algo ha quedado en la memoria de los que conocieron a don Alberto como columnista GACETA, ha sido ese carácter agreste de su provenir batueco, con el que ha sabido defender su apellido y pensamiento ante propios y extraños, con una pluma certera, brillantísima y envidiable.

Duelo en “la calle del desengaño”. Oscuridad en “el farol”. Don Alberto Estella, ha partido hacia las verdes praderas de los salmos y no nos pide lágrimas, sino amistad y oración por su eterno descanso. Allá arriba ya solo el padre orgulloso, el abuelo tierno, el hombre sensible, el amigo cercano; el cristiano del nazareno de San Julián y del Cristo de Cabrera, dos de sus mejores y más asiduos confidentes. Allá arriba el vuelo, siempre el vuelo, para que los que seguimos abajo podamos seguir soñándolo.

“Te hemos echado de menos, Alberto”, le escribí hace pocas semanas, al no haber podido asistir a una comida en Vegallana a la que le habíamos invitado. “Me estoy acostumbrando a no estar, para cuando deje de estar”, tecleó ipso facto. ¡Ah, querido Alberto, larga e inmensa es la sombra que has dejado en nuestra casa, por siempre la tuya! Ya te iremos contando cómo va la primavera y, en tus oídos de niebla, yo te pondré un poema y Toto los zumbos más galantes de las vacas. Al fin y al cabo, es lo que tú viniste a pedir a los tuyos al concluir tus Raíces con una cita de Marcel Proust: “La mejor parte de nuestra memoria está fuera de nosotros, en un soplo de lluvia, en el olor a cerrado de una habitación...”. Así te recordaremos, Alberto, en lo mejor de la memoria. Aunque ahora estemos confundidos y no sepamos aún por dónde empezar. Son muchos los momentos y los espacios que has dejado abiertos de par en par, y, quizás, tengamos mucho miedo a no encontrarte. Con admiración, con amistad, con respeto, descansa en paz, amigo.