lunes, 7 de febrero de 2022

Con dos botones - Manuel Muiños

 Con dos botones - Manuel Muiños


Tal vez eran tres: si, no y abstención, en fin, dos o tres da igual, eran muchos y muy fácil equivocarse, además le puede pasar a cualquiera, incluido un diputado. Sin duda, la tensión era mucha y había mucho en juego, pero lo que nos ha dejado claro este buen hombre es que para piloto de aviación no vale cualquiera. Esperemos que al gobernante de turno en Rusia, China o Estados Unidos les aclaren bien los números o los colores, solo faltaba que alguno fuera daltónico y le diera por apretar el botón.

Ironías aparte, quizá esta supuesta o real equivocación podría ayudarnos a pensar un poco más en qué tipo de mundo y de sociedad estamos generando. Está en juego la ley de la reforma laboral, casi nada, nos la jugamos por un voto. Está en juego el presente y el futuro de millones de seres humanos, su situación laboral y de rebote la familiar y social. No es una bobada. Tampoco es una bobada la situación a la que se está abocando a nuestros mayores, situándolos en un estado de exclusión social, de arrinconamiento total, mostrando por ellos una indiferencia que no es ni medio normal. Hay todo tipo de leyes para proteger a todo bicho viviente, pero nuestros mayores parece que no llegan, para muchos, ni a esa categoría. Son parte de los descartados que dice el papa Francisco, y yo diría descatalogados de la sociedad. Ya están pasados de fecha, caducados y por lo tanto estorban. Quizá quienes hoy ignoran a nuestros mayores no son conscientes de que cada vez se aproximan más y van sumando años para seguir sus pasos. Está bien denunciar el trato que pueden recibir, y muchas veces reciben, en algunas oficinas bancarias dependiendo de la humanidad de quién les atienda. Pero no es sólo eso, hay muchos momentos, y desde la pandemia más, en los que nuestros mayores se encuentran con situaciones vitales realmente duras y angustiosas. Basta pensar en la soledad de su casa y no digamos en la soledad del hospital. Da igual en la ciudad que en el mundo rural, la sensación de abandono está pasando a ser en muchos casos situación de abandono. Las redes sociales y el mundo telemático los están condenando al aislamiento, a la distancia social. Ver la imagen de sus seres queridos a través de una pantalla no creo que sea suficiente para llenar sus vacíos y sus ansias y deseos de compartir sus recuerdos, ilusiones, esperanzas y, sobre todo, sus sentimientos. ¿Es así como se construye la civilización del amor? ¿el estado de bienestar? ¿es así como generamos el espacio de confort para nuestros mayores? No estaría de más pensar que gracias a ellos disfrutamos de mucho de lo que somos y tenemos. Se nos olvida con facilidad quién estaba a nuestro lado cuando los que necesitábamos ayuda y compañía, protección y cuidados éramos nosotros. Cuidado, que a lo peor estamos apretando el botón equivocado.