miércoles, 9 de febrero de 2022

Abusos - Salvador Sostres

Abusos - Salvador Sostres

La causa general contra la Iglesia atenta contra la credibilidad de los que de verdad sufrieron, y constituye un doble abuso hacia ellos.


Los supuestos abusos sexuales de la Iglesia se usan como propaganda y hurgan en ellos los que se quedaron sin rumbo y sin idea, sin otro propósito que el de intentar aún ganarle la guerra a Franco; y aburridos ya de desenterrarlo y de organizarle mudanzas, se ponen insultar a la Iglesia para dar curso a otro de sus grandes resentimientos. Pero nadie puede contra lo inmutable: Franco ganó la Guerra y se les murió en la cama. Y con la Cruz, como todos, lo único que pueden hacer es cargarla.

 misma rabia contenida en quien las escribe, denotan poca compasión y mucha ansia por sacar tajada política, y no parecen en absoluto interesadas en arropar a las víctimas, a las que no dudan en utilizar, exprimir y manosear como si sus sentimientos fueran pura mercancía.

Además, cuesta creer en la espontaneidad de la publicación de esta cascada de dramas de hace 20 o 30 años. Me tiende a desconcertar la tragedia en diferido. Es verdad que cada cual tiene sus circunstancias, y que no todas son tan favorables como pueden ser las mías y las de mi familia, pero si algo tan grave me hubiera sucedido, no habría dudado en denunciarlo al instante. La mayoría de las presuntas víctimas lo fueron en una España democrática y en la que este tipo de delitos se reconocían y se perseguían. La causa general contra la Iglesia que en el fondo de todo este asunto subyace atenta contra la credibilidad de los que de verdad sufrieron, y constituye un doble abuso hacia ellos, al que la izquierda se abona con su habitual falta de escrúpulos.

La Historia es vieja y se repite. El tic de socialistas y comunistas cuando colapsan, por falta de argumento, de generosidad o de talento, es siempre quemar iglesias y con nosotros dentro. A mí muchos amigos me han ayudado y nunca ha sido desnudándome en público, ni exponiendo mi dolor, ni mucho menos usándome como artillería. Las dificultades que está teniendo Pedro Sánchez para encontrar un relato que no sea el de su hampona supervivencia, y la impotencia de Joseph Oughourlian por no poder hacer de Prisa algo que merezca la pena, tienen que ver con este afán por reducir a la Iglesia a sus errores y a sus delitos, inevitables como en cualquier familia tan extensa, y a descontextualizarlos del inmenso bien que produce. Comisiones de investigación, dicen que independientes, se han puesto en marcha para resarcir a los afectados y me parece imprescindible, porque estos crímenes no sólo merecen el oprobio sino un tribunal que los condene. Pero estaría bien, también, que una de estas comisiones se ocupara de saber qué ha hecho alguna vez la izquierda que no haya sido sembrar miseria y muerte allí donde la Iglesia se ha arrodillado, se ha abierto en canal, y ha hecho brotar la difícil, casi imposible esperanza.