sábado, 6 de febrero de 2021

Shock en Galapagar - Luis Ventoso


¿Qué pasaría en la villaserrana si se aplicasen las nuevas leyes de Podemos?

 viendo «Los Bridgerton». «Pero hombre, ¿cómo ves estas tonterías?». Iglesias se reincorpora de un respingo: «Pues es muy formativo. Explica perfectamente la lucha de clases». Irene se descalza para ponerse cómoda. Pablo apaga el Netflix y se le acerca con gesto serio: «Tengo que decirte algo importante». Irene arquea las cejas. Pablo carraspea, duda... Por fin arranca: «Irene, tras pensármelo bien, creo que en realidad soy una tía. Mañana voy a ir al registro a darme de alta como mujer. Vete buscándome una taquilla en el vestuario de tu club de pilates, que me apuntaré con vosotras. Seré... ¡una más!». Irene le arrea un chillido que hace temblar los muros de Galapagar: «Déjate de gilipolleces, ¿vale?, ¡que hoy no estoy de humor!».

Escena 2. Irene y Pablo se retiran a su alcoba-suite, en una de las alas de su villa. Al entrar, se encuentran a dos chavales con aretes en la nariz, cresta y camiseta desteñida tumbados en su cama fumándose unos petas. También tienen unas birras, y un can pulgoso, que deambula por la alfombra mordisqueando una pelota de tenis. «¡Pero qué coño hacéis aquí! Ahora mismo llamo a los picoletos de la garita y os vais a la puta calle!», brama Iglesias, el moño temblándole de ira. Los de la piltra ni se inmutan: «No puedes echarnos, colega, ¡somos okupas! Hemos entrado sin violencia, saltando el muro, y no tenemos otra vivienda a donde ir. Así que de acuerdo a la ley, aquí estaremos mientras dure el estado de alarma».

Inverosímil, por supuesto. Pero cierto. El jueves se aprobó el real decreto-ley 1/2021 de «Protección de los consumidores y usuarios», obra del Ministro de Consumo, el dirigente comunista Alberto Garzón. Prohíbe desahuciar a los okupas que entren sin violencia y carezcan de otra «solución habitacional». En paralelo, la ministra Irene Montero lucha por sacar adelante su «ley Trans», que instauraría la «autodeterminación de género», estableciendo que cualquier persona pueda cambiar de sexo simplemente con declararlo (la norma permitiría, por ejemplo, que Irene Montero, madre de tres hijos, pasase a ser considerada legalmente un gachó solo con manifestar tal deseo). Ya lo sé: hace solo tres años no nos habríamos creído que en breve viviríamos en un país donde su Gobierno apedrea el sentido común. Pero aquí estamos. Y casi callados. Gracias, Sánchez.