lunes, 1 de febrero de 2021

Paseos de Cangas - Antonio Solage Lemos

 Paseos de Cangas - Antonio Solage Lemos


Que Cangas es un bonito pueblo no pueden 

negarlo ni sus detractores y no me refiero solo al centro: la Alameda Vella con su palco, el puerto y la orillamar, la iglesia, la plaza de abastos y la Alameda Nova con su capilla, pues por encima de todo Cangas posee dos joyas de las que sentirse orgullosos, sus magníficos paseos marítimos a ambos lados del pueblo.

El de Salgueirón, que partiendo de Piedra Alta se dirige a la fábrica de Massó y pasando por la antigua Ballenera llega hasta Areamilla (pasando el túnel podemos prolongarlo por el precioso entorno que nos llevará hasta Limens, Nerga, Barra y Cabo Home).

El otro, el paseo marítimo de Rodeira es urbano, más modesto, bastante más corto y menos espectacular, pero es el motivo de esta carta. Podemos empezarlo en el dique de Abrigo, seguir en Orillamar y Ojea y lo largo de la playa de Rodeira llegar hasta la playa de los Alemanes.

En el dique de Abrigo se construyeron, en contra de la opinión de muchos, unas casetas de marineros metálicas, demasiado altas y bastante feas que, además de privarnos de la vista de la ría, en los días de temporal del suroeste sus rejillas empiezan a silbar de manera ofensiva y van incrementando su desagradable sonido a medida que el viento aumenta en intensidad. Como este problema tiene difícil solución vamos a dejarlo como algo sin remedio.

Pero a donde quiero llegar es a la parte del paseo de la playa que va desde el aparcamiento de Casa de la Cultura hasta el inicio de la pasarela de madera, en la escuela de windsurf, detrás del cuartel de la guardia civil.

Este tramo de unos 150 metros tiene una línea de árboles que, además de su belleza, ofrecen su sombra a los paseantes y bañistas que se sientan en sus bancos para disfrutar de la vista e intentar protegerse de la canícula en verano.

Todos hemos sido testigos de cómo poco a poco los árboles centrales han ido desapareciendo, justo en el tramo de 60 o 70 metros que está enfrente de los tres magníficos chalets paralelos a la playa. Qué casualidad.

En una ocasión fui testigo de cómo, con nocturnidad y alevosía, una viejecita vaciaba una olla de agua hirviendo en la base de uno de los árboles jóvenes. Al intentar llamar su atención salió corriendo.

Me quedó claro que la causa de que estos árboles fueran desapareciendo justo en este mencionado tramo era que estorbaban, pues impedían la vista privilegiada de la ría a los egoístas propietarios y usuarios de los chalés.

Comenté el hecho con diferentes autoridades, desde el Seprona de la Guardia Civil hasta las municipales y la respuesta fue que, o no podían hacer nada sin pruebas como una grabación de vídeo del delito o, directamente, pasaron del tema.

Y así nos quedamos compuestos y sin árboles ni sombra en verano, porque unos desalmados sin escrúpulos no quieren perder sus privilegios. No les van a tapar la magnífica vista unos simples árboles y menos cuando pueden liquidarlos tan fácil e impunemente pues, al parecer, a nadie le importa.

En fin, lo que esta carta pretende es protestar contra este desatino y pedir al Concello que le ponga fin. Que vuelva a plantar los árboles y demuestre que es un gobierno progresista que no admite cacicadas dignas de tiempos pretéritos y advertir seriamente a los causantes del arboricidio para que permitan sin trucos el desarrollo de los nuevos.

Así lograremos que esta parte del paseo vuelva a lucir en toda su hermosura (y si la línea de árboles se extendiera desde el río de As Pontes hasta el otro río al final de la playa aún mejor).